05/12/2025 05:18
05/12/2025 05:16
05/12/2025 05:16
05/12/2025 05:09
05/12/2025 05:09
05/12/2025 05:07
05/12/2025 05:07
05/12/2025 05:06
05/12/2025 05:04
05/12/2025 05:04
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/12/2025 04:34
Mercedes Lalor en su campo de General Villegas En 2008, Mercedes Lalor hizo historia al convertirse en la primera mujer en ingresar a la Comisión Directiva de la Sociedad Rural Argentina, lugar que se ganó gracias a su activismo gremial en General Villegas. Era el año del conflicto del campo y del gran protagonismo de las asociaciones de productores agropecuarios. Su apellido es sinónimo de ganadería. Su bisabuelo Juan Lalor, irlandés, llegó a Argentina en 1881 y pronto empezó a trabajar en el campo y de a poco a establecerse por su cuenta. En 1910, creó la empresa consignataria de hacienda que hizo célebre el apellido. Por el lado materno, Mercedes Lalor desciende de vascos. Quirno Costa fue el primer tambero del Río de la Plata, a comienzos del 1800. Y uno de sus antepasados, Norberto Quirno Costa, fue el vicepresidente de Julio Argentino Roca en su segundo mandato. En 2023, el Indec comunicó que, según el último censo rural, el 20% de las explotaciones agropecuarias de Argentina están administradas por mujeres. Esto va desde la pequeña unidad familiar hasta los campos más extensos, como es el caso del de Mercedes Lalor. Hay otras áreas donde la presencia femenina es aun mayor y en crecimiento: en 2022, 38% de los inscriptos en la carrera de Agronomía eran mujeres, contra 28% en 2014. Y en otro rubro que también se relaciona en parte con el campo, la veterinaria, las estudiantes mujeres son mayoría: entre 60 y 65 por ciento. Mercedes Lalor, una vida a caballo — ¿Cuánto tiempo estuviste en la comisión directiva de la Sociedad Rural? — Me fui en la segunda presidencia de (Nicolás) Pino. Ya cumplí mi ciclo. Igual sigo en el gremialismo, en este momento soy vicepresidenta de la Rural de Villegas. Sigo aportando, además de ocuparme del campo. — ¿Hubo más mujeres después de vos en la comisión directiva de la Rural? — Sí, sí, entraron varias, fue muy positivo eso. Y ahora está Eloísa Frederking, como vicepresidenta segunda. Y también como revisora de cuentas Inés Pereda. Debería haber más, ¿no? — ¿Ves muchas mujeres al frente de unidades productivas? — Conozco varias. También veo muchas ingenieras agrónomas trabajando en pools de siembra. Eso me da mucha alegría, tratar con una mujer, trabajando en tal lugar o asesorando. Y mujeres veterinarias. Yo crío caballos criollos y hay muchas criadoras mujeres. Pero no hay tantas en la representación. — Vos estuviste siempre en el campo, sos hija de productores y... — Nieta, bisnieta... Mi bisabuelo vino en 1880. Por el lado de papá, la rama irlandesa. Por el lado de mamá, Quirno Costa, vascos, el señor Quirno fue el primer tambero que hubo en el Río de la Plata. A principios de mil ochocientos. Si yo quisiera sacar un pasaporte de afuera, no podría. ¿Viste que todo el mundo tiene pasaporte de Europa? Yo no. — Muchas generaciones nacidas acá. — Mi bisabuelo, Juan Lalor, que vino en el 80, empezó como profesor de inglés, pero después decidió que el campo era el futuro, fue a trabajar de capataz en una estancia y después empezó a abrirse camino solo. En el veinte volvió a Irlanda. Y dijo: “Eso no tiene arreglo, yo no vuelvo nunca más”, por Irlanda (ríe). Imaginate que estuvo acá de 1880 a 1920. Una Argentina que crecía y crecía. Y que dejaba crecer al que venía, porque mi bisabuelo vino sin nada. Mi abuelo materno, Quirno Costa, quedó huérfano de muy chico y se crió con su abuelo, Norberto Quirno Costa, que fue vicepresidente de Roca, ministro del Interior y de Relaciones Exteriores. Norberto Quirno Costa, vicepresidente de la Nación — Segunda presidencia de Roca. — Exactamente. Mi abuelo nunca quiso meterse en política porque vio lo que le costó al suyo que se gastó toda la plata en política, era al revés que ahora. Así que a él no le tocó nada. Se dedicó a trabajar y luego compró campos, creció y nos dejó bien parados. En esa época se podía crecer perfectamente trabajando honestamente. Yo agradezco que todos trabajaron, se pusieron las cosas al hombro, las sacaron adelante, y nos enseñaron la cultura del trabajo, nos exigieron. — ¿Vivian en el campo? — Mis abuelos estuvieron muchísimo en el campo pero iban y venían, porque la consignataria se manejaba en (el mercado de) Liniers) y en (el mercado general de hacienda de) Avellaneda. Pero tenían campos y mi abuelo iba todas las semanas. El mercado era lunes, martes, miércoles. Mi abuelo Quirno sí vivía mucho en el campo. Nosotros estudiamos acá porque en ese momento, en el interior -yo soy del 54- no había grandes colegios. Mamá y papá me decían: “No, ¿cómo te vas a ir a trabajar al campo?” Pero un día surgió ahí un inconveniente y mamá me dijo: “Andá y cubrime”. Y ahí ya me quedé trabajando en el campo. — ¿Caballos únicamente? — No, no, todo, todo. Los caballos son un emprendimiento mío. Pero yo me ocupo del manejo de todo el campo. En General Villegas. — ¿Vas y venís, como hacía tu padre, tu abuelo? — A ver, este año estuve casi todo el año en el campo. Toda la pandemia estuve allá. Desde muy joven, es criadora de caballos criollos — ¿Y hacés de todo? ¿Todas las tareas? — Yo me subía al caballo y no me bajaba hasta la noche. Lo que pasa es que la edad te limita. Ahora recorro el campo en camioneta. Mis padres fallecieron... Tengo un hermano. — ¿Él se ocupa también? — Sí, muchísimo. Administra muy bien, lo que pasa es que tenemos dividido el campo y cada uno maneja lo suyo, — ¿Tenés hijos? — No. Estoy casada, pero no tengo hijos. Tengo sobrinas, hijas de mi hermano. — ¿Hay algo que las mujeres no puedan hacer en el campo? — Yo creo que ahora pueden hacer todo. — ¿Porque está todo muy mecanizado? — Sí, pero además, antes había un poquito de prurito en cuanto a que no era un ambiente para una mujer... Que no te falten el respeto. Debo decir que en mi casa nadie fue machista, ni mi mamá, ni mi papá, ni mis abuelos. Entonces no tuve ese inconveniente de que me dijeran: no, eso no... Sí me dijeron: sé prudente, siempre tratá bien, nunca hagas algo que ofenda, ese tipo de cosas. Pero creo que sí, que una mujer puede hacer todo. Por lo menos yo he trabajado sin problemas. — La mayor parte del personal es masculino, imagino. — Sí, y he tenido gente muy buena, capataces que me han enseñado muchísimo, que se han jubilado en casa y han sido grandes maestros en cómo manejar un rodeo, cómo manejarme con los caballos, buenos domadores. Nunca tuve problemas. Obviamente hay que tener carácter. Una vez le dije a un veterinario, hablando de otra persona, “pero qué difícil es este tipo”. Y él me contestó: “Pero no más difícil que vos, ¿eh?” (risas). — Se sinceró. — Era la única forma de hacerme respetar. Si uno no pone límites… Imaginate una chica joven, de veintitantos, en el campo, sola, porque papá tenía mucho trabajo y otras administraciones. Tenía la sensación de que el que venía, pensaba: “Yo a ésta la requete fumo en pipa”. (Ríe) Esa era la sensación que yo tenía, a lo mejor equivocada. Ya no me pasa ahora, pero en aquel momento… — Me decías que ves más mujeres tomando las riendas de su campo? — Antes las mujeres delegaban, dejaban al hermano, al marido, al hijo, y las fundían. Terminaban sin nada. No sabés la cantidad de gente que sé, que por no hacerse cargo, por comodidad o yo que sé, heredaban un campo y preferían dejárselo a un administrador o al marido... y terminaban sin campo. En cambio ahora no, ahora agarran la manija, buscan quien las asesore, controlan las cuentas y se hacen cargo. Obviamente que sigue habiendo más hombres todavía. Pero conozco, tengo muchas amigas que se están haciendo cargo. Se lo ve bastante a diario, no me llama la atención. Con su familia, sobrinas y sobrinos nietos — Mencionaste la jubilación. ¿Cómo está ese tema en el campo? — Hasta hace un tiempo la jubilación era solo a los 65 años. Pero me ha pasado de varios jubilados que quisieron seguir trabajando. Y en casa la idea es que el que quiere seguir trabajando, sigue. Hasta por un tema afectivo. Han estado toda la vida ahí y no quieren irse al pueblo... Pero ahora en el campo te podés jubilar a los 57, pero tenés que cambiar de rubro. Tenés que irte a trabajar de otra cosa. Yo se los explico: “Miren que no van a poder seguir en el campo”. No pueden seguir haciendo lo que saben hacer. En realidad es una jubilación anticipada. Lo han hecho pensando en gente que por lesiones no puede seguir andando a caballo o en tractor. Pero por lo general todos se quedan. Yo he tenido mucha gente que se ha jubilado y ha seguido trabajando. — Si viene una persona, de 50 años o más, y te dice “quiero largar todo esto que hago, no sé, ingeniería, docencia, lo que sea, y me quiero ir al campo”, ¿qué le dirías? — Que sí, porque es mucho más responsable la gente grande. Es llamativo, porque los que te piden trabajo van de los dieciocho a los veintipico, los que están arrancando. Después hay un bache, hablo del campo, no sé en otro lado. Y luego aparecen de vuelta de cuarenta y ocho a cincuenta. Y vos decís: Pero ¿qué pasó con los que tendrían entre treinta y cincuenta? ¿Qué pasó con esas generaciones? Y a los de veintipico los podés tener, siempre que haya uno grande que los dirija, porque no tienen experiencia y la experiencia te la da la práctica, no hay nada que hacer. Entonces, si hay una persona calificada al frente, y si los más jóvenes tienen ganas de aprender, seguro que van a aprender. — ¿Te ha pasado de contratar gente ya grande? — Sí, sí, claro que sí. No me molesta, al revés, me da confianza. — Una cosa es irse a trabajar al campo como empleado. ¿Pero qué pasa con el que quiere emprender? — Tenés que tener un asesor, claro. O sea, al campo no podés llegar diciendo a ver qué hago, porque hay tanta cosa que aprender. En el campo realmente todo es práctica, aprendés en el día a día y de alguien que está a la par tuya trabajando. — ¿Quién te puede asesorar? ¿El INTA? — Sí, hay INTAs que funcionan bien y hay INTAs más politizados. Depende de la región. Yo nunca he estado muy relacionada con el INTA. Tengo asesores, desde hace muchos años el mismo ingeniero agrónomo, nos conocemos bien. Son difíciles los cambios, a veces por el retiro de alguien, hay que hacerlo. Una amiga de mamá decía: “Es enseñar todo de vuelta, Mercedes. Tengo que explicar todo de vuelta”. Pese a que en el campo el servicio se da de tal mes a tal mes, la vaca se preña de tal forma, tiene que tener pasto para preñarse, ya sabés las vacunas… — Está todo pautado. — Las vacunas que tenés que dar, cuándo las tenés que dar, cuándo se hace el tacto, cuándo se hace el destete. Y que las aprendés de la vivencia, no están en un libro... Muchas veces te anticipás a lo que va a pasar, porque ya te pasó. En mi zona, cuando viene la tormenta ya sabés que los árboles se caen de oeste a este y entonces no tenés que poner el auto de este lado. Pero sí, yo tomo gente grande, no tengo ningún problema. No hay ninguna tarea de campo quer una mujer no pueda hacer, asegura Lalor — ¿Y es un buen momento para emprender? ¿para producir? — Sí, sí, siempre hay espacio. Cada vez se está produciendo más, cada vez los rindes son más altos. En ganadería hay que darle más kilos a la hacienda, cosa de que con la misma cantidad de cabezas, puedas tener más cantidad de carne. Después, mejores índices de preñez, para tener por cada vaca más cantidad de terneros. Cada vez hay mejores híbridos, que dan rindes mucho más altos, y se van ajustando las fechas de siembra y las máquinas que se usan... Ahora, hay que diversificar. Si te dedicas a una sola cosa y te va mal, ¿cómo salís adelante? En cambio, si diversificaste… por ejemplo, sembrás una cosa pero también incursionás un poco en aves y en producir huevos. O lechón, que tiene un periodo de gestación y un engorde más cortos. El ciclo de la carne vacuna es muy largo. — ¿Se está produciendo más? — Tenemos que producir más para exportar más. Creo que igual se está produciendo más. No aumentó el stock, pero sí el rendimiento. No estamos aumentando la exportación, tenemos que mejorar los números. Pero hace falta previsibilidad. Que lo que se dice hoy dentro de diez años se siga cumpliendo, que no te cambien las reglas de juego cada vez... Porque uno hace una inversión grande. Acá el criador, el que tiene vacas, creo que es muy difícil que se deshaga de las madres. Aunque el número no le cierre, él ya viene del papá, del abuelo, del bisabuelo, que le dijo: “Vos las vacas tenelas siempre, porque es un seguro”. Por eso es que hay vacas, si no, yo no sé si habría. — Menos mal, porque con el poco incentivo que hay... — Cuando se cerró de repente la exportación, mandaban al frigorífico las vacas preñadas o recién paridas. Se me caían las lágrimas porque yo tengo alma de criadora. A veces se toman decisiones políticas que generan un disturbio tan grande. Y esas decisiones no las toma el que es criador de toda la vida, sino alguien que recién entró al negocio y que dice: “Ah, ahora da más la soja, vendo las vacas y chau”. En cambio, el que es criador de alma, viene una seca terrible, y a las vacas las subsidia. Les da de comer como sea, pero no las vende. No te deshacés de... porque es la fábrica. — ¿Cómo está la situación actualmente? ¿Hay decepción o expectativa? — Expectativa, diría. Sería una buena medida que sacaran las retenciones. Es muy injusto que el mundo entero produzca sin retenciones y algunos con subsidios mientras nosotros tenemos que seguir trabajando con retenciones a todo, porque ha bajado en algunas producciones, pero igual siguen estando, tanto cuando ganás como cuando perdés. O sea, si ganás más, te sacan más. Pero si te viene una inundación, de ese poquito que te queda para subsistir, igual te sacan la parte de la retención. No hay impuesto más justo que ganancias, porque si ganás, pagás, si no ganás, no pagás. Y además es coparticipable. — En proporción a las retenciones, hubo poca inversión en infraestructura para el campo y la agroindustria. Por caso, la ruta a Mendoza, a la altura de Junín, una de las zonas más ricas, la ruta es un carril de ida y uno de vuelta. Es peligrosísima. — Esa es la que tomo yo. Además, la producción tan rica de esa zona tiene que salir del campo y sale por esa ruta donde se mata tanta gente. Y es la ruta que va a Chile, debería ser toda autopista. Hay otra ruta que es peor, que es la 33, que une Rosario con Bahía Blanca, dos puertos productivos importantísimos y está hecha torta. Entre los productores hay expectativa. Sobre todo de que se eliminen las retenciones — ¿A dónde fue la plata de las retenciones? — Se la llevaron. Hay que decir las cosas como son. Es una lástima porque la producción hay que sacarla. Y los caminos de tierra... Por ahí tiene que transitar el camionero, el veterinario, el que saca la leche, el que va a la escuela, todos. Y hay partidos de la provincia de Buenos Aires que están totalmente inundados. Vos ves en el Instagram los reels que suben y... Villegas ha estado muchas veces inundado porque nos entra agua de La Pampa, de Córdoba y de Santa Fe. Y no tenemos canales. Están en el plan maestro del Salado, desde hace veinte años. Ahora está llegando a Bragado, pero falta hacer el bypass de Bragado y un tramo entre Ernestina y, y Roque Pérez, entonces todavía no está funcionando para el oeste. Y hemos estado dos años bajo el agua. Saliendo como podés en tractor. En todo el mundo hay inundaciones, hay que ser realistas. Pero duran poco, cuando hay canales. Acá se te queda y se te queda. — Y no hay mantenimiento de las rutas. — Espero que pronto empiecen con las privatizaciones de las rutas nacionales. Si no las va a arreglar Vialidad, que nos cobren peaje, pero que privaticen. — ¿El campo está unido hoy como lo estuvo en 2008? — Esa fue una etapa maravillosa. Una unidad, impresionante. Pero hoy, no. Desgraciadamente, con toda la tristeza del alma lo tengo que decir: no, no está unido. Es como que cada uno, desde las entidades que nos representan, hace su... no sé cómo llamarlo, porque empiezan a aparecer certificaciones, trazabilidades, o sea, kioscos. — El otro día hubo un debate en Infobae en vivo entre la legisladora que quiere poner un impuesto al metano que generan las vacas y un joven de Carbap. — Sí, Ignacio Kovarsky, es brillante, es veterinario, es el presidente de Carbap. Es de Trenque Lauquen. Sabe de lo que habla. — Joven. — Sí, es un muchacho joven, tiene tambo y Carbap está trabajando muy bien. Ellos están siguiendo este tema del plan maestro de la cuenca del Salado, son ellos los que están negociando y peticionando. Ignacio Kovarsky, presidente de Carbap — Me llamó la atención cuando la diputada le dijo: “Si sos un productor responsable no vas a pagar el impuesto”. Como dando por sentado que no lo es. — Tiene un desconocimiento muy grande del tema. Porque están por ejemplo los bonos de carbono. Hay países que contaminan menos y otros muchísimo. Argentina no es un país que contamina. Primero porque no andamos con muchos aviones ni muchos autos. Durante la pandemia, cuando se paró todo, las vacas siguieron estando en el campo, se siguió sembrando, el campo siguió trabajando. Sin embargo, los agujeros de ozono se cerraron. Eso demostró que el eructo de la vaca no le hace mal a nadie (ríe). Pero además está demostrado que las plantas absorben el carbono, como si fueran un secante, lo necesitan. Es más, el pasto que se produce supera lo que las vacas puedan llegar a hacer. Las pasturas y siembras que hacemos consumen carbono. O sea, que Argentina es un país que… — …¿está equilibrado? — No, qué equilibrado, tiene a favor. Podría vender bonos a países que los necesitaran porque sí contaminan mucho. — Por la forma de la producción. — Sí, porque es extensiva. — Pero nos aplican un criterio que corresponde a países como los europeos, donde la vaca está encerrada. — Claro, acá es extensiva y además hay un montón de espacios sin vacas... — ¿Hay mucho feedlot actualmente? — Hay de todo. La cría se hace extensiva en general. El engorde se hace en feedlot. Se trata de hacer todos los kilos posibles a pasto, que es el engorde más barato. Y recién en el final, cuando ya lo tenés grande, le das los kilos para engorde en el feedlot. — Estábamos con lo de los bonos de carbono. — Y ahora con el ViSeC [N. de la R: una plataforma que certifica la soja y carne argentina como libres de deforestación]. O sea, que vas a tener que anotarte en una plataforma, porque Europa no quiere comprar ni soja, ni carne producida donde se ha desmontado. — Es una pose o una excusa más bien… — ¿A vos te parece que Argentina, la llanura pampeana, donde había algún ombú, algún tala, pero poquísimos árboles, tiene que demostrar que no desmontó? Mercedes Lalor denuncia lo absurdo de exigirle a la Argentina una certificación de no desforestación para la carne y la soja — Esto siempre me hace acordar que los ingleses arrasaron con casi todo el Bosque … — … de Sherwood. — Claro, el de Robin Hood, no existe más que en la novela. — Me parece que ellos están más preocupados por Brasil, porque ahí sí se ha desmontado. — Sí, pero el Amazonas es de Brasil y de varios otros países, no es el pulmón de mundo. — Bueno, pero cada vez hay más habitantes en el mundo y hay que darles de comer. Entonces hay que buscar el equilibrio. Si el mundo no quiere que Brasil destruya la selva amazónica tiene que pagarle, hacer una propuesta de mercado, razonable. No decir “no te compro porque estás desmontando”. — Cuando ingresaste a la comisión directiva de la Rural, dijiste que la problemática de género no tenía sentido en el siglo XXI, cosa que comparto. Hoy las mujeres tienen acceso a todas las profesiones y si no las eligen es por inclinación. — Mi sobrina, que estudió veterinaria, me decía: “¿Sabés que somos más mujeres que hombres?” Mi otra sobrina estudió Medicina, pero no le he preguntado. — Debe ser parejo. ¿Y en agronomía? — Hay muchas mujeres. Sí, sí, eso lo veo. Cuando yo empecé a ocuparme del campo, de pronto iba a reuniones, donde te hablaban de cría, iba a cursos, cosas así. Y a veces llegaba y eran todos hombres. Estoy hablando de los 70. — ¿Resultaba incómodo? — No, no, para nada. Nunca me sentí mal. Intercambiaba opiniones con todos, me respetaban. Está en la actitud de uno también, ¿no? — ¿Cómo ves tu futuro? ¿Hasta cuándo seguir en esto? — Voy a trabajar mientras el cuerpo me lo permita. ¿Retirarme? Nooo. Primero, porque esto es lo que he hecho toda mi vida. Después, es difícil dejar... O sea, a lo mejor si tuviera alguien, pero mis sobrinas tienen hijos chicos. Quizás cuando ellas tengan más tiempo disponible. — ¿O sea que no tenés un sucesor o sucesora a mano como para ir delegando hoy. — No, hoy no. Espero que cuando desteten (ríe), empiecen a aparecer o tal vez los chicos. — Los sobrinos nietos. — Mientras tanto, yo estoy bien. "Voy a trabajar hasta que el cuerpo me lo permita" — ¿Y hay mucha gente grande que sigue al frente de sus emprendimientos? — Sí. Y te diría que uno de los problemas que a veces hay es que, estando el hijo, teniendo hijos, les cuesta largar la manija. — Delegar. — Cuesta mucho delegar, sí. Eso lo veo. Y a veces el hijo se va haciendo viejo también. Además quiere que le dejen un poco de independencia, entonces a veces se abre y empieza otro emprendimiento, porque el padre no le afloja. Se da más en los hombres eso. A veces incluso compiten con el hijo. Y el encargado viene con chimentos. — ¿Cómo es eso? — En serio, el encargado le viene con chimentos. Hay dos personas que pesan mucho en el campo. Uno es el encargado y otro es la cocinera. — Sorprendente. — La cocinera, que te da de comer, te prepara el desayuno. Y mientras tanto habla. Sobre todo al hombre, que se sienta a que lirvan, le lleven el mate; esa pava que va y viene de la cocina genera mucha conversación. Y la cocinera termina teniendo mucho predicamento, viene con todos los chismes y... — Su hijo hizo esto, lo otro. O cambió tal cosa. — Sí, sí. Y el encargado al que el cambio de generación no le cae bien. Porque el padre ya está más grande, vigila menos… — No quiere un patrón más joven. — Y más dinámico. Los cambios cuestan. — Qué interesante. Es para una novela o para un cuento de Borges. — Había un señor, Pedro Saubidet, que escribía estas pequeñas historias en Facebook, con el nombre “Sucedidos”, y luego hizo un libro. FOTOS: gentileza Mercedes Lalor
Ver noticia original