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  • Lo dirigió Bianchi en Boca, fue compañero de Riquelme y se reinventó como vendedor de autos: “Vi otro camino”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 01/12/2025 06:43

    Mauro Dalla Costa fue entrenado por Carlos Bianchi en su última etapa como DT de Boca Juniors (Crédito: Mauro Dalla Costa) “Mis sueños se cumplieron todos: jugar en Boca y que me vea mi papá, jugar en Europa y tener mi propia empresa, vivir y depender solamente de mí. Lo único que me queda por cumplir es poder levantarme a la mañana contento de no tener dolores. Hoy en día, es lo que más quiero”. Corrían los minutos finales del último partido de Boca Juniors en el Torneo Final 2014. El equipo de Carlos Bianchi fue al Bosque para medirse con Gimnasia con la certeza de que ya no podía alcanzar a River Plate, campeón de aquel certamen, pero su victoria 1-0 lo dejó como subcampeón. En los minutos finales, el Virrey le dio la posibilidad de estrenarse en la Primera a un jovencito que la rompía en la Reserva: Mauro Dalla Costa. Sin saberlo, ese sería su único partido oficial con esta camiseta y, a más de una década de ese momento, el ex delantero de 32 años atendió a Infobae en un momento libre de su trabajo en MAFE Automotores, su negocio de compra y venta de autos. El hombre, oriundo de Santa Fe, se marchó de su casa a los 12 años en busca de un sueño rumbo a la academia de Jorge Griffa. El Atlético de Madrid tocó a su puerta, pero esa opción nunca avanzó y el Xeneize apareció en su horizonte. Antes de marcharse a préstamo a San Martín de San Juan, sumó dos amistosos en su haber con el cuadro de la Ribera, uno de ellos con tintes históricos porque tuvo el privilegio de disputar uno de los seis Superclásicos que se jugaron fuera de Argentina. Ocurrió en México, en mayo de 2014, con victoria por penales del Millonario en una sede que se sumó a Montevideo (3), Miami (1) y Madrid (1), según detalló el estadígrafo Silvio Maverino en una consulta de este medio. Jugó en el ascenso de Grecia con las camisetas del Thesprotos, OF Ierapetras y Aias Salaminas (Crédito: Mauro Dalla Costa) El ex compañero de Riquelme en su última etapa en Boca Juniors se fue al Santo sanjuanino en busca de minutos, pero el Virrey le transmitió un pedido: “Sí, me parece bien que vayas, que agarres rodaje, pero en seis meses te volvés”. San Martín fue uno de los 10 equipos ascendidos a la máxima categoría en ese segundo semestre que empezó a configurar el campeonato de 30 equipos. Efectivamente, volvió, pero nunca pudo afirmarse en el plantel profesional. Tuvo pasos a préstamo por el Freamunde de Portugal y Colón de Santa Fe. Bajó al Federal A para ponerse la camiseta de Sportivo Belgrano y el mejor momento de su carrera lo tuvo a fines de 2019, un momento temporal que coincidió con su viaje a Europa para desempeñarse en el ascenso de Grecia, la muerte de su padre y un inesperado diagnóstico. “Había detectado que algo andaba mal. Yo salía a correr en pandemia y llegó un momento en donde empecé a tener mucho dolor. Cuando me hago una resonancia, el médico me dice mano a mano: ‘Mirá, vos no podés jugar más al fútbol como tenés la espalda, no sé cómo estás jugando, vos no podés jugar más‘. Tenía tres hernias, deshidratación de los discos, un poco de artrosis en las vértebras y tengo apretado el sacro. Me ponía una crema para la artrosis de la rodilla en la cintura hasta el punto de que me quemó la piel. Yo dormía en la noche con una bolsa de agua caliente entre la cintura y la cola para calentar la zona. Vivía para mi cintura”, confesó en una conversación que se extendió por más de 57 minutos. El especialista le indicó que buscara una psicóloga para manejar la situación: “Me voy a una psicóloga, y lo primero que le digo con lágrimas en los ojos, llorando, es: ‘Escuchame, yo no sé hacer otra cosa que jugar al fútbol. No sé qué hacer‘. Y mi psicóloga me miró, se empezó a reír y me dice: ‘¿Cómo que no sabés hacer otra cosa? Sabés hacer mil cosas‘“. Su último paso por las canchas de manera profesional finalizó a mitad de 2023 en suelo griego, dónde había tenido su primera experiencia en 2019 y su estadía en ese país se prolongó hasta ese adiós. Una de las imágenes publicadas por Dalla Costa durante un viaje a Cuba (Crédito: @dallacosta93/Instagram) Ella y su -ahora- ex pareja, Sofía Savoy, lo fueron guiando para la nueva vida que se le avecinaba. Hoy, tiene su propia empresa junto a Fernando, su socio y puede vivir en un ámbito diametralmente opuesto al fútbol, mientras lidia con cada una de sus mañanas: “Me levanto y me tengo que doblar una toalla y ponerla en la bacha para apoyar los brazos y lavarme la cara. Me tengo que sentar para ponerme el pantalón porque parado no puedo. Si me quedo mucho tiempo sentado, me duele. Tengo treinta y dos años. No se puede vivir así”. Por esto, se someterá a una operación en 2026 para mejorar su calidad de vida. - ¿Te costó esa adaptación del fútbol al home office? - Sí, creo que para cualquier jugador de fútbol profesional o de cualquier ámbito, después de dejar de hacer lo que a uno le gusta con tanta pasión, le cuesta. Cuesta mucho y hay que trabajarlo, pero la vida sigue y después del fútbol, en mi caso, empecé a vivir y a experimentar cosas que antes no podía hacer, quizás el disfrutar de la familia, de los amigos, de alguna que otra salida, viajes. Le empezás a encontrar la vuelta por ahí. - Pasaste de estar en constante movimiento a un trabajo de oficina... - Sí, eso creo que es lo que más me cuesta hoy en día. Si bien no extraño mucho la competencia, es lo que siempre hablo con mis amigos, la competencia no es lo que se extraña, porque por ahí uno no tiene todos los días ganas de entrenar, las ganas de dar el máximo, está cansado, el cuerpo te va pasando factura, pero nos gusta y nos apasiona, entonces lo terminás haciendo. Pero lo que más se extraña en mi caso personal es el previo al entrenamiento: el vestuario, los compañeros, el grupo, los viajes, de ir un día o de un fin de semana a un lado, otro fin de semana a otro lado, el cariño, la popularidad que también que te da el fútbol. Es algo de lo que más se extraña. Yo lo siento de esa manera. Y sí, hoy en día estoy totalmente en otro rol en donde me encuentro prácticamente... No solo, pero, hago las cosas solo, digamos. Antes era un grupo todo el tiempo, íbamos allá, íbamos acá, entrenábamos, después de entrenar salíamos, tomábamos mate, vamos a comer allá, íbamos a tomar un café. Estás todo el tiempo con gente. Ahora es más personal. Si no lo hacés vos, no lo hace nadie. Está a cargo de las redes sociales de MAFE Automores (Crédito: Mauro Dalla Costa) ¿Y cómo se reemplaza eso? ¿Cómo te adaptás? - Hace casi tres años que dejé de jugar profesionalmente. Después intenté seguir jugando en ligas amateur, acá cerca de mi casa, pero dejé de jugar por problemas personales y físicos. Creo que lo reemplacé entrenando. Tengo una rutina que no puedo faltar, que es el entrenamiento, que no es al alto rendimiento como hacía, pero sí tengo una rutina, voy al gimnasio, entreno, me cuido, sigo manteniendo la misma vida de antes, como bien, me levanto temprano. Obviamente tengo que cumplir mis horarios de laborales, pero sigo haciendo más o menos la misma vida de antes, sin tener esa competencia diaria. - ¿Vos te retirás en Grecia? - El último contrato profesional fue en Grecia. Después vuelvo a la Argentina porque mi último año y medio no lo pasé muy bien. Sí, deportivamente me fue muy bien, fue una de las mejores partes de mi carrera, pero físicamente no la pasé muy bien porque empecé con muchos problemas de cintura, de espalda, de columna. Entonces, ahí empezaron a aparecer muchos medicamentos, inyecciones, infiltraciones. Yo siempre fui un jugador más del lado físico que técnico, entonces mi físico se vio muy afectado y empecé a no ser el mismo de siempre. Pasé de jugar de nueve a que empiecen a tirarme un poquito más para el costado, después empecé a tirarme un poquito más para atrás, tipo enganche, y como que ya no tenía ese roce, no tenía ese giro, no tenía mis características que me llevaron a mi mejor momento. El último año y medio fue sufrido físicamente y, cuando vuelvo a la Argentina, que empiezo a hacerme estudios, ahí aparece todo y tuve que tomar una decisión. Era operarme, estar más de seis meses parado y ver qué pasaba después. O intentar llevarla de esa manera, probar de vuelta y corría riesgo de que pasados los treinta y cinco, treinta y siete años no iba a poder ni caminar de lo mal que estaba. Palabras de mi médico de cabecera. Él me dijo: “Yo te puedo preparar para que sigas jugando, pero date una idea que a los 35, 37 no vas a poder ni caminar”. Porque había varias cosas en la columna. De hecho, hace una semana tuve una reunión también con mi médico, porque ahora ya estamos en plan de operación, porque imagínate que yo hoy en día no tengo la exigencia que tenía antes y sigo sufriendo un montón de mi espalda. Y ahora ya llegó el momento de tomar una decisión de operarme y sacarme ese dolor de encima, porque la verdad que es insoportable. - ¿Cuál era el cuadro médico diagnosticado? - En ese momento, tenía tres hernias, tenía deshidratación de los discos y tenía un poco de artrosis en las vértebras y tengo apretado el sacro. Es un dolor crónico que lo tengo durante todo el día y más si hago ejercicio fuerte o mucho impacto, eso después queda todo mal. Te doy un ejemplo: En Grecia, los últimos partidos, yo ahí convivía con mi ex mujer (Sofia Savoy) y terminaba los partidos, que jugaba los 90 minutos y llegaba un momento que ella me entraba a mi casa alzado, llevándome en los hombros y me ataba los cordones, me tenía que sacar las medias, a ese punto de estar sentado porque no me podía mover después de los partidos, con 27, 28 años. Era una locura. Así que ahí fue ya lo último, empecé a abrir un poco los ojos y decir: “A ver, che, me parece que hay que hacer otra cosa o empezar a ver otra cosa, porque así no se puede disfrutar”. Ya no lo disfrutaba lo último. Es oriundo de Santa Fe y tiene 32 años (Crédito: @dallacosta93/Instagram) - ¿Cuál fue el clic para abrir los ojos? - Ese último año fue muy fuerte para la cabeza mía. Venía de muchos viajes, muchas mudanzas. Veníamos, en realidad, porque casi toda mi carrera profesional me acompañó Sofía. Entonces, también pensaba mucho en ella para ver si estaba cómoda y si estaba bien. Ella me mantuvo a mí para seguir jugando y estando bien después de la muerte de mi papá, que falleció antes de la pandemia. Ella se bancó un montón de cosas... Entonces, de un lado para el otro, viajando, mudándonos, también teníamos nuestra perrita. Volvimos a la Argentina. Yo tuve la oportunidad de irme a Italia, me voy con la intención de hacerme el pasaporte y no la pasé bien ahí. Retrocedí todo lo que había generado, todo lo que había hecho en mi carrera, retrocedí un montón y dije: “No, hasta acá llegué”. Entonces, me volví a Argentina a los cuatro meses. - ¿Qué pasó en Italia? - Era otra vez todo lo mismo, porque el trasfondo del jugador de fútbol no lo ve mucha gente, no lo sabe mucha gente. Yo en ese momento, iba a cobrar buena plata, iba a hacer otra vez un contrato profesional con un club de la Serie D, pero me habían dado una casa compartida, no tenía agua caliente, me tuve que bañar con agua podrida fría afuera, no tenía cama, me tuve que dormir en un colchón en el suelo, lejos de mi familia, de mi mujer. Era pasar otra vez por todo lo mismo, pasar por todas esas cosas, que el jugador de fútbol las pasa a temprana edad, hasta que si te mantenés y te va bien y tenés suerte, vas acomodando todo eso. - ¿Qué recuerdos tenés de tu paso por Boca? - Hermosos. Son momentos vividos que caes ahora, cuando sos más grande, por todo lo que pasaste, por dónde estuviste, por la gente que conociste, los lugares que fuiste. Recién ahora, me empiezo a dar cuenta. Son hermosos recuerdos. Si no es el mejor del mundo, es uno de los mejores clubes del mundo, que tuve la suerte y el privilegio de poder ser uno más y vivir la experiencia. Es algo increíble, que lo viven pocos, te da orgullo y te deja tranquilo que lo cumpliste. - Aparte coincidiste en un momento bastante particular, porque en el mismo plantel estaban Riquelme y Bianchi también. ¿Llegaste a coincidir con Riquelme en los entrenamientos? - Sí, coincidimos en su última etapa, que fue antes de irse a Argentinos Juniors. No alcancé a jugar dentro de la cancha en un partido oficial. Sí hemos compartido entrenamientos. Disputó tres partidos en la Primera de Boca Juniors, uno de ellos fue oficial y los dos restantes se trataron de amistosos contra River Plate y Boca Unidos (Crédito: Mauro Dalla Costa) - ¿Te aconsejaba de alguna manera? - No tenía tanta cercanía con él. Yo era muy chico, casi ni hablaba, entonces pasaba muy desapercibido. Como compañero, no tengo nada para decir. En los momentos que estuve nunca tuvimos problemas con mis otros compañeros y siempre fue un líder. Tengo amigos más grandes que estaban con él mucho más tiempo que yo y me contaban que él siempre aconsejaba a los más chicos y hablando siempre de fútbol. Muy buena persona, pero compartí con otros jugadores que me han aconsejado un poco más como (Agustín) Orión, que nos hablaba bastante a todos. Estaba Fernando Gago, el Puma Gigliotti, Clemente Rodríguez, Pablito Ledesma, con quien somos amigos. - ¿Hubo algún consejo o recomendación, puede ser de tu paso por Boca o de otro jugador con el que hayas compartido que te haya marcado tu carrera de alguna manera? - Siempre fui un chico tranquilo, prolijo. Me dedicaba mucho al entrenamiento, al estar bien físicamente, descansar, comer bien, era muy prolijo en ese sentido. Por ahí, era un poquito malhablado (risas), era un poco cascarrabias... Una vez, hicimos un viaje cuando yo jugaba para San Martín de San Juan. Estaba subiendo al avión y no sé qué dije, una mala palabra. Me frenó (Rubén Darío) Forestello, mi técnico y me dijo: “Escuchame, vos acá estás con un escudo en el pecho y no podés estar hablando y diciendo esas cosas. Entonces, desde acá en adelante quiero que respetes y si tenés que hablar o decir algo, decilo de otra manera”. Ahí entendí dónde estaba. - Vos jugaste tres partidos con la Primera de Boca Juniors, pero solo uno de ellos de manera oficial ante Gimnasia, cuando entraste en los últimos segundos. ¿Qué te dijo Bianchi antes de entrar a la cancha, siendo tu debut profesional? - Recuerdo casi todo. El vestuario... Carlos no me había dicho que entraría, pero me tenía muy en cuenta. Venía muy bien en Reserva, venía haciendo muchos goles, estaba jugando muy bien y cada vez que me tocaba entrenar con ellos, lo estaba haciendo bien. Entonces, en ese momento, el Puma (Gigliotti) era el titular. Se lesiona y me dejó un hueco a mí para ir al banco de suplentes porque yo estaba en Reserva, no era parte del plantel ahí. Fui directamente de Reserva a concentrar con ellos. Y me acuerdo todo, me acuerdo cuando entramos al vestuario, mi camiseta colgada con el número 29 y mi apellido. Son cosas que en ese momento vos no te das cuenta, todo es automático, pero es una locura. Estaba con gente muy importante en el vestuario. Carlos estaba dando la charla. Un tipo simple, normal, diciendo las cosas justas y necesarias. La cancha estaba explotada, llenísima de gente porque encima era la última fecha. Y cuando me toca entrar, no me acuerdo mucho qué me dijo, pero él era muy de alentarte y dejarte tranquilo. “Entrá, disfrutá y hace las cosas que sabés que venías haciendo y nada más. Y bueno, fue así. Entré y casi meto un gol porque justo vino una contra y Sánchez Miño la tenía que haber tirado, me la tira después y me la sacan en la línea. Hubiese sido un sueño. El ex futbolista de Boca concedió una entrevista con Infobae sobre su nueva vida alejado del fútbol - ¿Seguís teniendo la camiseta? - Sí, sí la tengo. Tengo cuatro, tengo dos de cada color de ese día. Después tengo un montón de otras camisetas, pero esas son las cuatro más importantes que tengo. - Recién me decías que el Virrey era un tipo simple. ¿Qué enseñanzas te dejó en esos primeros años de carrera? - El trato del plantel, cómo manejaba a los jugadores grandes. No era mucho de hablar, era de decirte las cosas de frente. De hecho, cuando a mí me toca irme a San Martín de San Juan, a mí me llama Darío (Forestello), para decirme si yo quería ser parte del plantel. En ese momento, estaba en el plantel de Primera, pero era como el quinto delantero y tenía la ilusión de jugar. Fui directamente a hablar con él (Carlos Bianchi) y le dije que tenía una oportunidad para ir a jugar para ascender a Primera División y me fue totalmente sincero. Me dijo: “Sí, me parece bien que vayas, que agarres rodaje, pero en seis meses te volvés. Quiero que vayas, juegues, pero que te vuelvas para acá”. Siempre me corregía los errores con los controles, correr con la pelota, pegarle y posicionarte en la cancha. - Y vos después de ese partido con Gimnasia, también jugás un Superclásico ante River. - Venía de Reserva, me suben a Primera, debuto, volvemos y me hacen contrato. Ya arranco la pretemporada con el plantel en Buenos Aires. Y fue un amistoso de pretemporada internacional que hicimos en México. También eso fue otro de los sueños cumplidos de mi parte. Jugamos en el estadio Azteca. Todo lo que fue ir, la previa, la gente, los viajes, todas esas cosas fueron algo increíble. Y después, la entrada a esa cancha llena de gente para jugar un Superclásico. Fue algo hermoso tengo recuerdos muy lindos. Y me tocó jugar muchos minutos más ahí, jugué casi treinta y casi hago el gol encima porque le pego yo y viene Claudio (Riaño) atrás y lo mete. Fue una participación muy linda en esa etapa. - ¿Cuándo dejaste Santa Fe? - A los doce años, me lleva Jorge Griffa a su academia en Rosario. En su momento se decía que me iba a ir al Atlético de Madrid, pero quedó en el aire y después al final terminé yendo a Boca. MAFE Automores es una empresa creada por Mauro y Fernando, su socio, en Santa Fe (Crédito: Mauro Dalla Costa) - ¿Por qué se frenó eso del Atlético de Madrid? - No sé, en su momento había tenido una charla con Diego, que era el hijo, en su oficina y me había dicho que me estaban siguiendo y que espere, que siga así como venía, que me iba a ir a España, al Atlético de Madrid. Era lo que ellos buscaban, llevarme para allá. Después, no nos habló más y terminé yendo a prueba a Boca y quedé. - Vos te fuiste al Freamunde de la Segunda División de Portugal, volviste y ¿qué pasó? - Desde que me fui de mi casa habían pasado doce años y voy a préstamo a Colón de Santa Fe. De ahí, vuelvo a Boca y empiezo a tomar malas decisiones. Quedé tres meses sin jugar porque no me convencían las propuestas que tenía. No me convencía la categoría y los clubes. Entonces, esperaba otra cosa. Había representantes que me hablaban y me seducían. Llegó un momento que no cerré en ningún lado, cerró el libro de pases y me quedé sin jugar. Son cosas que todos las pasan si no sabés manejarlas. Me sirvió como experiencia. Me fui a Sportivo Belgrano, al Federal A, por un año y medio y después me sale la oportunidad para irme a Grecia a un equipo profesional de Tercera División. Cuando voy, me va muy bien. Salgo goleador del torneo, y ahí ya me llaman a otro equipo, a Segunda División. - Te quedaste cuatro años en Grecia. ¿Qué te gustó del país para quedarte ese tiempo? - Me gustó mucho el país. Es un paraíso, barato, cómodo, chico. Estábamos muy cómodos con mi pareja en ese momento y nos apadrinó mucho mi técnico, que era un técnico argentino, que tenía su mujer también argentina y entonces nos sentíamos cómodos con ellos y con mis compañeros. Fue una experiencia muy linda, nos trataron muy bien y es muy lindo el país, la gastronomía es muy similar a la nuestra, son cálidos como nosotros. Me encantó. A mí Grecia fue uno de los países más lindos que me tocó visitar. Volvería a ir. - ¿Quién era el técnico que te tocó? - Juan Ramón Rocha, fue un excelente jugador, que jugó con la N° 10 de Boca, lo compró el Panathinaikos e hizo una carrera enorme ahí. Es como Riquelme, como Maradona en Boca. Bueno, él era eso en Panathinaikos, un equipo enorme de Grecia. Su último paso profesional por el fútbol finalizó a mitad de 2023 (Crédito: Mauro Dalla Costa) - Vos jugás en el Ierapetras y en el Salaminas antes de volver para... - Yo juego en Thesprotos, que era el equipo de Tercera División, juego en OF Ierapetras de Segunda División, que está en la ciudad de Creta. Después me voy a Salamina, que es una isla cerquita de Atenas. Iba a jugar otra vez tercera, pero me volví por problemas de documentación. - ¿El diagnóstico te lo detectan en Grecia o Argentina? - En Grecia. En ese año que me va muy bien en Thesprotos, me llama un equipo muy grande de Segunda División de Grecia, me hago una resonancia sin que se enteren y, cuando me voy a hacer la resonancia, en plena mudanza, estaba mi pareja fuera, mi perra, con el auto lleno de cosas. Paso por el médico pensando que era una boludez, pensando que era algo solucionable. - ¿Por qué te hiciste la resonancia? - Porque había detectado que algo andaba mal. Había arrancado la pandemia y yo salía a correr. Entrenaba por mi cuenta porque no podíamos entrenar y llega un momento en donde empecé a tener mucho dolor y quedarme duro de la cintura. Algo me pasaba. Entonces, hablé con mi representante y me dice: “Bueno, hacete una resonancia, vamos a ver qué tenés y vemos”. Yo ya había dado la palabra en el otro equipo, ya habíamos arreglado todo, estaba todo bien. Voy a hacerme la resonancia, yendo para allá y cuando me la hago me dice el médico: “Espérame un segundito”. Después me hace pasar a la oficina y me dice mano a mano con él: “Mirá, vos no podés jugar más al fútbol, como tenés la espalda, no sé cómo estás jugando, vos no podés jugar más”. Se lo dije a mi representante, fui a otro médico que estaba en otra ciudad, viajaba casi todos los días, me hacía rehabilitación ahí... - ¿Cómo reaccionaste vos? No, imagináte, estaba muy depresivo en ese momento. Estaba flaco porque no me la veía venir. Sin embargo, las cosas iban bien. Me habían presentado, me habían hecho una buena presentación. Ese equipo se llamaba Panserraikos, un equipo muy grande que está en Primera División de Grecia. Me habían pagado, me habían dado la casa, me habían dado auto, todo. Sofi estaba en ese momento chocha. Iba todo bárbaro. Hice la pretemporada de punta a punta. Pero bueno, surgió este inconveniente y en la última semana previa del campeonato me quedé duro. Ahí empezaron a dudar y a sospechar. Se enteran de lo que yo tenía y bueno... En Grecia cambiaron las reglas, ese equipo que iba a jugar Segunda División, ahora iba a jugar Tercera. Era uno de los mejores pagos y no me daban el cupo porque el cambio de categoría disminuyó de cinco a tres los lugares en el plantel. Nunca tuve pasaporte comunitario y ocupaba plaza de extranjero. Me dijeron que me quede sin jugar unos meses, pero hablé con mi representante y me fui a OF Ierapetras, donde me fue muy bien. Todo esto con problemas de cintura, con muchas inyecciones, infiltraciones... Me ponía una crema para la artrosis de la rodilla en la cintura hasta el punto de que me quemó la piel. Yo dormía en la noche con una bolsa de agua caliente entre la cintura y en la cola, digamos, para calentar la zona. Vivía para mi cintura. Cuenta con 11 mil seguidores en su cuenta oficial de Instagram (Crédito: @dallacosta93/Instagram) - ¿De qué manera se produce la transición entre el fútbol y los autos? - Volvimos a Argentina, mientras esperaba a ver qué hacía, me salían oportunidades y cosas que no me convencían, me tenía que volver a ir. Sofia había empezado a trabajar, y yo tenía amigos que en ese momento tenían una agencia de autos y yo para hacer algo los llamo y les digo: “Che, necesito hacer algo para mi cabeza, voy para allá”. Me dijeron: “Sí, venite, sin compromiso, venite a ver qué hacemos”. - ¿Te gustaban los autos? - Siempre me gustaron, pero no me veía como me veo hoy en día. Para mí, esto es una sorpresa. No pensé que tenía esa capacidad. Por eso también es un mensaje para los jugadores de fútbol, porque yo cuando llego a Argentina, que me pasa todo esto, que mi médico me dice eso, me dice: “Buscate una psicóloga, fijate a ver cómo lo vas a manejar”. Me voy a una psicóloga, y lo primero que le digo con lágrimas en los ojos, llorando, es: “Escuchame, yo no sé hacer otra cosa que jugar al fútbol. No sé qué hacer”. Y mi psicóloga me mira, la amo porque hoy en día me salvó de un montón de cosas, una genia, se empezó a reír y me dice: “¿Cómo que no sabés hacer otra cosa? Sí, sabés hacer mil cosas". Ahí empezamos a trabajar y fue la que me empujó a tomar decisiones también. Y junto con ella, con Sofi y yo, ahí empezamos. Y cuando empecé a trabajar con estos chicos, vi otro camino. Dije: “Se puede estar bien fuera del fútbol, se puede ganar guita fuera del fútbol”. Ahí nos mudamos a un departamento acá en Santa Fe. Me compré mi primera cama porque imaginate, yo no tenía cama, nunca tuve una cama propia, toda mi vida fue vivir en camas diferentes. Entonces, con casi treinta años me compro mi primera cama y dije: “Che, loco, la quiero disfrutar, quiero tener mis cosas, quiero quedarme en un lugar quieto, dejar de viajar, de estar por todos lados”. Y fue así que dije “listo, no juego más”. Me seguían llamando de Italia, Grecia, Argentina, pero dije basta. - Y ahora sos vendedor... - Pero me costó un montonazo porque yo no era vendedor, les iba a dar una mano, entonces por ahí me ponía a lavar autos, por ahí les hacía los mandados hasta que me dijeron: “Che, fijate si querés vender un par de autos, te damos una comisión”, empecé a vender los autos y bueno, empecé a ganar plata por ahí. Después pasó que me di cuenta que no servía para cumplir horarios y estar trabajando todo el tiempo para los otros. Gracias a ellos, que hoy en día les agradezco siempre... Ellos se llaman Facundo y Facundo, FyF Automotores, se llama la agencia. Ellos fueron los que me abrieron los ojos, los que me dieron la oportunidad, los que me enseñaron y les agradezco toda la vida porque gracias a ellos hoy en día yo puedo tener mi agencia de autos y me va muy bien. Se especializan en la venta de autos usados - ¿Y cómo surgió MAFE Automotores? - Hablo con ellos, dejo de trabajar en la agencia y me pongo a vender autos desde mi casa. Eso fue aumentando. Fue una bola de nieve, empecé a vender uno, dos, tres y ya empezaba a necesitar más espacio, necesitaba más autos. - ¿Financiaste todo con los ahorros del fútbol? - Sí, pero arranque con muy poca plata. Por ahí algunos dicen: “Ah, este tiene plata del fútbol y compró el auto con la plata del fútbol”, porque me ha pasado. No, yo arranqué con un auto. Con un auto arranqué vendiendo y hoy tengo mi agencia. Entonces, si vos querés, podés y si vos confiás en lo que hacés, vas a poder también. Siempre, por suerte, tuve la capacidad de saber administrarme y no gastar de más, saber lo que puedo gastar, hasta dónde puedo gastar. Eso me ayudó muchísimo. - ¿A qué se dedica la empresa? - Nosotros nos dedicamos a compra y venta de autos usados y cero kilómetro. Se llama MAFE por Mauro y Fernando, mi socio. Tenemos una capacidad de agencia de diez vehículos, tenemos vehículos por fuera, en consignaciones, hacemos de todo un poco. Más que nada en eso se basa, en autos usados, cero kilómetro vendemos, pero no tanto, no es nuestro fuerte, el fuerte nuestro es más el usado. Y surgió porque empecé a necesitar espacio, empecé a necesitar gente y yo estaba en ese momento en Buenos Aires porque me había mudado de vuelta a Buenos Aires para hacerle el aguante a mi ex pareja. Hablé con Fernando, le digo: “Che, Fer, me vuelvo y pongamos algo” y justo se desocupó un salón que me gustaba y armé la agencia. Creé la agencia y hoy ya tiene un año y vendemos entre ocho a nueve autos por mes, es nuestro promedio. - ¿Qué funciones ocupás dentro de MAFE? - Nosotros con Fernando nos repartimos, hacemos de todo un poco. La agencia tiene recién un año, estamos creciendo un montón. Los dos vendemos y yo me encargo más que nada de la parte estética de la agencia. Yo manejo las redes sociales, temas cara a cara con la gente, el que termina hablando siempre soy yo, y Fer se encarga más de papeles, arreglos de motos, de autos, de mandados. También habla mucho con la gente, pero nos repartimos en ese sentido, tenemos tareas diferentes. - ¿Y qué es más difícil: tomar la decisión de lanzarse con un emprendimiento o tener las personas adecuadas para respaldarse en eso? - Me parece que para un jugador de fútbol es tomar la decisión. Hablo de un jugador de fútbol porque yo lo fui, pero para cualquier deportista de alto rendimiento que lo hace con amor y pasión, es tomar la decisión de decir: “Hasta acá llegué, necesito hacer otra cosa”. Tuve suerte de que me fue bien con lo primero que hice, pero hay gente que intenta y prueba. Después está también en hacerlo con algo que a vos te guste y algo que te llene también. Ni hablar de rodearte con gente que te impulse a hacerlo. Pero me parece que cuesta más tomar la decisión, animarte a hacerlo y dejar de pensar en el qué dirán. A mí me importó todo un huevo y yo le di para adelante con lo que yo confiaba. Jugó en Boca, San Martín de San Juan, Colón de Santa Fe y Sportivo Belgrano en la Argentina (Crédito: @dallacosta93/Instagram) - ¿Qué aspectos de tu carrera futbolística crees que te ayudaron en tu rol empresarial? - El trato con las personas. No tener problemas de sentarte a charlar, a ser frontal, o también vivir con la presión, porque nosotros vivimos con presión todo el tiempo de vender, necesitas llegar a fin de mes, cumplir los objetivos o los proyectos. Entonces, eso que yo lo tenía en el fútbol lo sigo sintiendo, es lo mismo que yo hacía antes, pero de diferente manera. Entonces como que me desenvuelvo muy bien en ese sentido y también un poco la presencia, ser educado, estar siempre bien presentable, todo eso para mantener una imagen también lo sigo haciendo para mi empresa. - Es el consejo que te dio Forestello... - Claro, algo así. Sí, sí, sí. Hoy en día yo defiendo a MAFE, entonces hago lo mejor y lo posible para que eso funcione. - ¿Alguno sabe o te llegó a reconocer por ser jugador de Boca? - Sí, sí, bastantes, bastantes. Más que en Boca, en Colón. Porque acá en Santa Fe son re fanáticos. Han ido a la agencia, me han preguntado, hemos charlado, pero sí, generalmente bastantes, bastantes van y me preguntan. - Recién decías que a través de este lado encontraste una manera de vivir y llegar a fin de mes. ¿Querés seguir ligado al fútbol de alguna manera? - Casi que ni miro fútbol (risas). No sé, no, no. No miro porque ya me aburre el fútbol un poco. Sí me gusta la parte formativa, siempre me gustó, y me encantaría, me hubiese encantado y quizá lo haga en algún momento, la captación de jugadores. Siempre me gustó ver el jugador cómo es, si tiene futuro o no. Me gustaría aprender para poder ayudar en eso. Es lo único que me gusta. Logró el ascenso a Primera División con San Martín de San Juan (Crédito: @dallacosta93/Instagram) - No mirás fútbol, ¿pero jugás al fútbol? - Tampoco (risas). Tampoco porque no puedo. Me duele mucho el cuerpo después. Entonces, casi que ni juego, hago gimnasia nomás. No puedo jugar porque me hago mal. Me llaman todos los días para jugar, incluso me anotaron en Nautico El Quilla, un equipo de la liga santafesina, pero no puedo rendir, no estoy para eso. - ¿Qué dolores tenés en el día a día? - Bastantes. A la mañana es donde más me duele, donde me levanto con mucho más dolor y después se me va pasando porque eso va entrando en calor, va oxigenando la columna y va pasando, pero prácticamente tengo dolor todo el día. La semana pasada tuve la entrevista con mi médico y decidimos que me voy a infiltrar de vuelta ahora a fin de año para por lo menos calmar un poco más los dolores y el año que viene sí me iba a operar. - ¿El principal problema es en la columna o tenés dolores en otras zonas del cuerpo? - No, en la columna. En la cintura, en realidad, en la parte lumbar. Pero eso me ha llevado a tener problemas de pubis, problemas de desgarros, todas esas cosas me han llevado a todo lo mismo. - ¿Cuándo te vas a operar? - A fin de año me hago una infiltración, me internan y me infiltran de vuelta. Es la tercera que me voy a hacer. Y el año que viene me van a operar. Me quitan toda la parte dañada, me ponen una placa con tornillos y me fijan la columna. - ¿Por qué te vas a operar? - Porque ya no la puedo estirar más, ya hicimos todo con mi grupo médico. Probamos de todas las maneras posibles para no llegar a operarme, pero ya es una cuestión de calidad de vida más que otra cosa. - ¿Cómo es un día tuyo? - A la mañana me levanto y me tengo que doblar una toalla y poner una toalla en la bacha para apoyar los brazos y lavarme la cara. A ese punto. Hago eso y me tengo que sentar para ponerme el pantalón, porque parado no puedo. Después, estoy todo el día elongando, todo el día moviéndome, porque si me quedo mucho tiempo sentado me duele, me hace mal. Mis mañanas son todas así, con muchísimo dolor. Tengo treinta y dos años. No se puede vivir así. ¿Qué sueños te quedan por cumplir? Mis sueños se cumplieron todos. Jugar en Boca y que me vea mi papá era un sueño que yo tenía por cumplir y lo cumplí. Mi otro sueño era jugar en Europa, lo hice, y mi otro sueño era tener mi propia empresa, vivir y depender solamente de mí. Y lo hice. Lo único que me queda por cumplir es poder levantarme a la mañana contento de no tener dolores. Hoy en día, es lo que más quiero.

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