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  • 14/03, verdadero día de la soberanía nacional

    » Elterritorio

    Fecha: 27/11/2025 17:22

    miércoles 26 de noviembre de 2025 | 6:00hs. Los diarios señalaron que el jueves 20 de noviembre se recuerda el Día de la Soberanía Nacional, implementada por la ley 20.770 del año 1974, a iniciativa del historiador revisionista José María Rosa (1906-1991) en tiempo que la presidencia de la Nación ejercía doña María Estela Martínez. Esa fecha para los misioneros, correntinos y entrerrianos es un mito, pues, en la época de La Vuelta de Obligado (1845) gobernaba Juan Manuel de Rosas y la Confederación no tenía soberanía, por eso existían aduanas internas. Es sabido que el Restaurador de las Leyes defendió los intereses portuarios de Buenos Aires, inclusive los de Inglaterra misma, como explica el Profesor e historiador socialista Emilio Jorge Corbiére (1943-2004) en su libro Masonería y Política, “Rosas se enfrentó contra ingleses y franceses, pero todo el comercio inglés lo dejó intacto en Buenos Aires, no lo expropió ni perjudicó de modo alguno. Toda la estructura inglesa establecida en la ciudad se mantuvo y como se ha dicho, defendió los intereses de esa ciudad y sus socios ingleses. En su Confederación, todo lo que fuera importación y exportación de productos de ultramar y regionales quedaba en una sola provincia por derechos aduaneros. Parafraseando a Alberdi: “El trabajo de catorce provincias quedaba usufructuado por una sola de ellas”. Según el escritor y periodista Gastón Buet, “es la primera vez en la historia que una derrota se toma como un acontecimiento histórico positivo”. Para quienes vivimos en esta región de la antigua República de los Jesuitas, el 11 de marzo es la verdadera fecha de la Soberanía Nacional. En aquel lunes del año 1641, pasado el mediodía, se libró la batalla anfibia más cruenta de la época sobre el río Uruguay, el río de los Pájaros. Al estruendo del cañón fue la señal de ataque, siguieron el silbido de miles de flechas surcando el cielo desde ambas orillas, y los disparos de arcabuces y mosquetes llenaron de ruido a pura espoleta, difuminando en el ambiente el humo de la pólvora. Mortíferas bolas de fuego escupían las catapultas reafirmando el poder de ataque del ejército misionero. En menos tiempo de lo que se esperaba la contienda dio fin a las 5 de la tarde. La horda bandeirante de ocho mil soldados fuertemente armados quedó destrozada debido al doble ataque fluvial y terrestre. Cientos de cadáveres flotando y solitarias embarcaciones vacías se deslizaban blandamente río abajo, y los negros comensales del aire comenzaron lóbregos a revolotear en lo alto del cielo. Ensordeció el grito de triunfo de los 4 mil guerreros misioneros atronando el espacio, pues vencieron con ingenio y estrategia al atacante mejor armado que le doblaba en número y armamentos. Derrotada la marabunta bandeirante, se desvaneció el propósito de esclavizar a miles de indígenas y anexar al imperio lusitano las tierras conquistadas: la Mesopotamia, la Banda Oriental, el Paraguay y el Alto Perú que, de aquí en más, quedarían libres de todo asedio. Los curas guerreros, ex militares al servicio de su majestad el rey de España en decenas de combates, conocían muy bien los principios de la guerra y de antemano el tremendo poderío del rival. Por esa razón, adiestraron tras meses de cuerpo a tierra y tiro al blanco a los hermanos guaraníes, y armaron la defensa en estratégico lugar. Colocaron el cañón enviado ex profeso por el rey en lo alto del cerro Mbororé en dirección al río, donde el Uruguay dibuja un estrecho recodo que dificulta y vuelve lento el desplazamiento de embarcaciones pesadas. Cuando el enemigo llegara a ese punto caerían en la emboscada planificada de antemano y así ocurrió. Al final, la lucha resultó fatalmente despareja con el triunfo justiciero del misionero y la masacre del invasor. Esta confrontación similar a la librada por los griegos en el 480 a.C: permitió sentar las bases, tras el triunfo de la flota griega sobre el poderío naval de los persas, del florecimiento de Grecia y Europa. Fue el resultado de la convicción de hombres de fe, dispuestos a vencer el poderoso rey Jerjes en el estrecho de Salamina. Lugar donde no pudieron movilizar su gran flota marina, aniquilada por las movedizas y ágiles embarcaciones de Temístocles. Historiadores afirman que una victoria persa en tal estrecho hubiera eliminado la evolución de la Grecia antigua y del mundo occidental, motivo por el cual esa batalla es considerada de los combates más importantes en la historia de la humanidad. Del mismo modo, si la batalla de Mbororé se perdía, el imperio lusitano se hubiera apoderado definitivamente de la Mesopotamia, la Banda Oriental, de Paraguay y del Potosí. Y en ucronía pura, ¿qué hubiera pasado en este pedazo del continente? Porque la ucronía es la reconstrucción histórica basada en hechos posibles, pero que no ha sucedido realmente. Como tal, la palabra significa ‘el tiempo que no existe’. La expresión fue utilizada en la novela ‘Ucronía: la utopía en la historia’. ¿Qué es la Historia? Según los entendidos la historia versa no sobre las cosas o personas en sí mismas, sino sobre sus acciones y los resultados de éstas. Describe los hechos, los sucesos y los acontecimientos en un contexto y época determinada. Y en esta ucronía aquí expuesta, en la no ocurrencia de la parte real de la historia que especula sobre realidades alternativas, el imperio lusitano se hubiera apoderado de los ríos Paraná y Uruguay hasta la desembocadura del Río de la Plata, construyendo su gran puerto en el actual Montevideo. Por estos lares, no hubieran nacido San Martín, Juan Bautista Cabral, Genero Berón de Astrada y el General Madariaga. Tampoco Gervasio Artigas ni nuestro Andrés Guacurarí. No se habrían librado las batallas de Vences Rincón, Pago Largo, Caá Catí donde triunfó Andrés Guacurarí en su avance hacia Corrientes, ni la batalla de Asunción del Cambay, el lugar que Sití venció a Artigas y lo obligó a su ostracismo definitivo. Tampoco hubiesen aparecido las figuras de Justo José de Urquiza y del Mariscal Solano López, por ende, no habría ocurrido la sangrienta guerra de la Triple Alianza y las consecuencias nefastas de Paraguay. Tampoco el Combate de la Vuelta de Obligado el 20 de noviembre de 1845 ni se recordaría esa fecha como el día de Soberanía Nacional. Fecha que en la realidad impusieron los historiadores porteños en 1974, ignorando por completo que la verdadera emancipación se produjo el 11 de marzo de 1641 en Mbororé. El día de la verdadera soberanía nacional. v.gr. En 2014, la Cámara de Diputados de la Provincia de Misiones, presidida por Carlos Rovira, sanciona la ley 174 que instituye el 11 de marzo como día del Combate de Mbororé. En homenaje a los héroes de la nación misionera y guaraní.

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