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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/11/2025 14:47
Las huellas atribuidas ornitópodos y dinosaurios acorazados muestran una diversidad inesperada en un territorio considerado inadecuado para fósiles (Freepik) Durante décadas, la imagen de la Amazonía como una región incapaz de preservar su historia dominó la perspectiva científica. Todo parecía indicar que aquel ambiente húmedo, dinámico y biológicamente activo no podía guardar registros fósiles de dinosaurios durante millones de años. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad Federal de Roraima (UFRR) comprobó que esa percepción no representaba toda la verdad. Lo que ocurrió en la cuenca del Tacutu abrió un vacío nuevo en la línea de tiempo sudamericana. Las huellas se identificaron en el municipio de Bonfim, en el extremo norte de Brasil, cerca de la frontera con Guyana. Eran más de diez marcaciones en una secuencia de rocas que pertenecían al Jurásico-Cretácico. Tenían más de 103 millones de años y ofrecían una constatación inédita: los dinosaurios también caminaron por la Amazonía. Este registro nunca existió antes, aunque se conocían fósiles de estos animales en otras regiones del país. El hallazgo de huellas de más de 103 millones de años en la cuenca del Tacutu revela que la Amazonía conservó rastros prehistóricos pese a su ambiente hostil ( adolfo-atm - X) El hallazgo documentado se construyó a partir de una observación que sorprendió al equipo. Las marcas revelaban la presencia de distintos grupos, lo que mostraba un ecosistema mucho más diverso de lo que se imaginaba. Algunos rastros correspondían a rapaces, predadores ágiles que dominaron varios ambientes del planeta. Otros pertenecían a ornitópodos, herbívoros bípedos que convivían en grandes manadas. También aparecían señales de xireóforos, un linaje acorazado que desarrolló placas óseas en la parte superior del cuerpo. Ningún registro permitía determinar especies exactas, pero el conjunto mostraba un mosaico inesperado. La aparición de estas huellas provocó un movimiento inmediato en la comunidad paleontológica. Por primera vez, existía evidencia directa de que esos animales habitaron un sector del continente que siempre se consideró desfavorable para preservar registros. Se estima que la cuenca del Tacutu podría albergar cientos de huellas más lo que convertiría a la región en un sitio icnológico clave de Sudamérica (Agencia Brasil) El descubrimiento generó una respuesta rápida entre especialistas que buscaban comprender cómo este rincón amazónico resistió la erosión, los cambios de nivel del agua y la intensa dinámica geológica. En la región de Tacutu, la historia geológica operó de manera diferente. El investigador Lucas Barros explicó que en aquel tiempo el área funcionaba como un valle muy húmedo, rodeado de cauces fluviales y vegetación abundante. El lodo recibía las pisadas de los animales y, con el paso del tiempo, perdía humedad y se endurecía. Esa capa endurecida quedaba enterrada bajo nuevos sedimentos y se convertía en una roca capaz de resistir la erosión. Según Barros, “el Tacutu habría sido un valle con varios canales fluviales que corrían juntos. Era un lugar con abundante agua y vegetación”. En ese ambiente, las huellas dejaron impresiones profundas y estables que permanecieron ocultas durante millones de años. Investigadores de la UFRR identificaron por primera vez evidencia concreta de dinosaurios en la Amazonía lo que modifica la comprensión paleontológica regional ( Crédito: JPavani/Reproducción) La preservación también dependió de un detalle ecológico que parecía menor, pero que desempeñó un papel esencial: una franja de vegetación de sabana que aún existe en la cuenca. Esa área más abierta permitió que ciertos afloramientos rocosos quedaran expuestos sin que la selva los cubriera por completo. Gracias a esa ventana geológica, los investigadores encontraron no solo huellas, sino también fósiles de plantas, restos de invertebrados, troncos petrificados e impresiones de hojas. “Esta franja de sabana nos permite encontrar afloramientos en las rocas y verificar si contienen algún material fósil”, comentó Barros. La Amazonía, que siempre pareció borrar su historia, ofreció una excepción inesperada. El hallazgo que esperó once años La cuenca del Tacutu funcionaba como un valle húmedo donde el lodo endurecido permitió que las pisadas se transformaran en rocas capaces de resistir el clima (Agencia Brasil) La historia del descubrimiento no fue lineal. En realidad, empezó en 2014, cuando un grupo de estudiantes de geología de la UFRR participó en una salida de campo dirigida por el profesor Vladimir Souza. En aquel momento, la universidad no contaba con un especialista en paleoecología ni con los equipos necesarios para analizar las huellas. La ausencia de recursos y la preocupación por posibles intervenciones externas llevaron al equipo a tomar una decisión drástica: guardar silencio. Souza explicó que, si divulgaban el hallazgo demasiado pronto, otros grupos podrían apropiarse de la investigación y desplazar el trabajo local. El proyecto quedó archivado durante años, mientras las rocas esperaban a que una nueva generación retomara el desafío. Recién en 2021, Lucas Barros decidió revisar el material. Lo hizo con apoyo del paleontólogo Felipe Pinheiro, de la Universidad Federal de Pampa (Unipampa). Ambos desarrollaron una línea de estudio que combinó trabajo de campo, análisis detallado y técnicas modernas. El uso de fotogrametría permitió crear modelos 3D detallados que revelaron nuevos afloramientos y ampliaron el alcance científico del descubrimiento (Crédito: NHM/Reino Unido) La fotogrametría permitió crear modelos 3D de gran precisión, lo que ofreció una lectura completamente nueva del registro fósil. Con estas herramientas, Barros amplió la búsqueda y descubrió nuevos afloramientos que no estaban identificados en 2014. La revisión del sitio transformó lo que parecía un conjunto aislado en un yacimiento vasto y prometedor. Barros estima que la cuenca del Tacutu podría contener cientos de huellas aún sin analizar. Durante su investigación, detectó nuevas áreas en el Territorio Indígena Jabuti y encontró cuatro zonas con un potencial científico enorme. Los rastros no solo aumentaron en número, sino también en variedad. Las distintas profundidades, tamaños y orientaciones de las huellas sugieren dinámicas ecológicas que todavía no se comprenden por completo. El caso de Tacutu recuerda otros momentos en la paleontología sudamericana en los que pequeñas observaciones abrieron campos de investigación inmensos. En esta ocasión, las huellas no solo representan un avance científico, sino también un nuevo punto de partida. La presencia de distintos grupos de dinosaurios en la región plantea preguntas sobre las rutas migratorias, los ecosistemas amazónicos del pasado y las conexiones entre las faunas del norte y del centro de Brasil. Investigadores de la UFRR identificaron por primera vez evidencia concreta de dinosaurios en la Amazonía lo que modifica la comprensión paleontológica regional La lectura del paisaje geológico actual también ofrece pistas para futuras exploraciones. La región muestra una alternancia de áreas boscosas y zonas abiertas que permiten identificar afloramientos rocosos sin la interferencia inmediata de la vegetación tropical. Esta configuración, que no es común en la Amazonía, funcionó como una ventana natural a un pasado remoto. La erosión expuso rocas que permanecían enterradas desde el Cretácico, y esa exposición permitió la detección de huellas que, en cualquier otro sector de la selva, se habrían desintegrado. La investigación también enfrenta obstáculos sociales. Muchos de los sitios más prometedores se encuentran en propiedades privadas. Algunos ganaderos temen que la presencia de investigadores derive en disputas territoriales, demarcaciones de tierras o expropiaciones. El descubrimiento contradice la idea tradicional de que la Amazonía no preserva fósiles y abre nuevas preguntas sobre la fauna que habitó el Cretácico temprano ( Créditos: Jorge Blanco) Esos temores dificultan el acceso científico a zonas clave y frenan el análisis detallado de los registros. A pesar de esas dificultades, Barros y su equipo avanzan en acuerdos para continuar las exploraciones de manera responsable y transparente. El equipo cree que Tacutu podría convertirse en uno de los yacimientos icnológicos más importantes de Sudamérica. La posibilidad de que la Amazonía albergue un capítulo paleontológico tan extenso obliga a replantear el mapa fósil del país y del continente. La región, que siempre pareció borrar su propio pasado, mostró que conserva historias más profundas de lo que se imaginaba. Bajo la selva, late un registro prehistórico que recién empieza a revelarse.
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