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  • Descubren que una práctica simple puede mejorar sin medicamentos el dolor crónico en la mandíbula

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 27/11/2025 12:49

    El dolor mandibular crónico compromete el sueño y el estado de ánimo incrementando la sensibilidad a estímulos dolorosos (Imagen Ilustrativa Infobae) Los trastornos temporomandibulares son un grupo de más de 30 afecciones que causan dolor y disfunción en la articulación de la mandíbula y en los músculos que controlan su movimiento, según explica el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial de Estados Unidos. En la mayoría de los casos, los médicos utilizan un enfoque de tratamiento integral que abarca gestión del estilo de vida, dispositivos bucales y medicamentos. La novedad es que el abordaje del dolor crónico en la mandíbula mediante técnicas de meditación ha demostrado resultados alentadores en un grupo de mujeres brasileñas, según un estudio realizado en la Universidad de São Paulo. La investigación, publicada en el Journal of Oral Rehabilitation, evaluó el impacto de la práctica regular de mindfulness en pacientes con disfunción temporomandibular (DTM), una condición que afecta la articulación responsable de abrir y cerrar la boca y que puede generar dolores persistentes en la mandíbula, las sienes, el rostro y la zona cercana al oído y afectar la salud mental. Los trastornos temporomandibulares son un grupo de más de 30 afecciones que causan dolor y disfunción en la articulación de la mandíbula y en los músculos que controlan su movimiento (Imagen Ilustrativa Infobae) El equipo liderado por la enfermera y profesora titular Edilaine Gherardi Donato, de la Escuela de Enfermería de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (EERP-USP), diseñó un ensayo clínico aleatorizado en el que participaron cincuenta y tres mujeres de entre 18 y 61 años, todas diagnosticadas con DTM crónica. Las participantes fueron reclutadas tanto en el servicio especializado de la Facultad de Odontología de Ribeirão Preto (Forp-USP) como a través de centros de salud y redes sociales. La mitad de ellas integró un programa de mindfulness de ocho semanas, que incluyó encuentros presenciales semanales de dos horas, una sesión de inmersión de cuatro horas en contacto con la naturaleza y la práctica diaria en el hogar guiada por audios. El grupo de control no recibió intervención alguna durante el mismo periodo y fue monitoreado para asegurar que no iniciara otros tratamientos. La DTM, según explicó Gherardi Donato, es de dos a tres veces más frecuente en mujeres que en hombres y puede evolucionar hacia un cuadro de dolor crónico cuando los síntomas persisten entre tres y seis meses, incluso en reposo y tras tratamientos conservadores. Esta condición no solo compromete la función mandibular, sino que también afecta el sueño, el estado de ánimo y puede provocar hiperalgesia, es decir, una respuesta exagerada ante estímulos dolorosos. Los trastornos temporomandibulares afectan la articulación de la mandíbula y pueden derivar en dolor persistente lo que afecta el sueño y la calidad de vida (Imagen ilustrativa Infobae) En estos casos, el sistema nervioso entra en un estado de alerta permanente, amplificando la percepción del dolor y extendiéndola a otras regiones del cuerpo. “Estos indicadores muestran que el dolor dejó de ser únicamente un problema articular y se convirtió en un fenómeno de modulación del sistema nervioso central, lo que exige un abordaje multidimensional”, afirmó la investigadora. El programa de mindfulness fue adaptado a la cultura brasileña y comenzó con prácticas breves de cinco minutos, que se extendieron progresivamente hasta alcanzar treinta minutos diarios de atención plena. Las actividades incluyeron ejercicios formales, como la concentración en la respiración, el cuerpo, los pensamientos y las emociones, así como diferentes posturas: meditación sentada, acostada, en movimiento y caminando. También se incorporaron prácticas informales orientadas a llevar la consciencia plena a tareas cotidianas, como cepillarse los dientes, comer, vestirse o lavar los platos. “No se puede exigir que alguien que nunca practicó mindfulness logre, de inmediato, meditar durante media hora. La progresión es fundamental para que la persona aprenda lo que significa estar presente en el cuerpo y en las emociones, sin juzgar. La práctica debe ser cómoda, fácil, simple y natural”, explicó Gherardi Donato. La meditación permitió reducir el número de puntos dolorosos y la percepción negativa del dolor en las pacientes (Imagen Ilustrativa Infobae) Al cabo de las ocho semanas de intervención, las mujeres que participaron en el programa mostraron mejoras significativas en el umbral de dolor a la presión, es decir, toleraban más estímulos antes de experimentar dolor. Además, se observó una reducción de los puntos dolorosos distribuidos por el cuerpo, así como una disminución del estrés y de la tendencia a la “catastrofización del dolor”, fenómeno en el que la persona se enfoca exclusivamente en el dolor, amplificando su percepción negativa. “Estas mujeres reportaron una disminución del dolor y se mostraron menos sensibles a estímulos dolorosos leves que antes de la intervención les resultaban molestos. Hubo una reducción de los puntos de dolor orofaciales y de dolor a la presión en las regiones faciales y corporales”, relató la investigadora. “Además, desarrollaron un mayor control de la atención, logrando poner el dolor en perspectiva. El dolor seguía presente, pero dejó de ocupar el 100 % de la atención, abriendo espacio para el autocuidado y para enfrentar de manera más consciente las emociones y pensamientos negativos que la acompañan e intensifican”, añadió. El odontólogo puede tratar este trastorno mediante recomendaciones de estilo de vida, placa y medicamentos (Imagen Ilustrativa Infobae) El estudio también destacó la mejora en la conciencia corporal y la regulación emocional. Según Gherardi Donato, la práctica de mindfulness ayudó a las participantes a gestionar de manera más equilibrada las sensaciones desafiantes. “La mente de quien siente dolor crónico tiende a rumiar, alimentando el miedo de que el dolor solo empeorará. Eso aumenta el estrés y el riesgo de ansiedad y depresión. Con la práctica del mindfulness, la mujer pasa a reconocer el dolor como algo impermanente, que no necesita dominar su vida”, señaló la investigadora. Y añadió: “El mindfulness, por ser un tipo de meditación, ya está contemplado en la Política Nacional de Prácticas Integrativas y Complementarias del SUS desde 2017 [portaria n.º 849]. Esto significa que puede y debe ofrecerse como una forma de cuidado accesible para la población, representando una ampliación del modelo de atención”, subrayó. Para Gherardi Donato, el impacto del mindfulness trasciende el alivio físico, ya que promueve un cambio de actitud ante la vida. “El programa recupera habilidades cognitivas y emocionales esenciales, mejora el autoconocimiento y el autocuidado. La persona aprende a sostener la atención por más tiempo y a acceder a ese estado de presencia también en las actividades cotidianas. No se trata solo de sentarse a meditar, sino de contemplar compasivamente el amplio conjunto de nuestras experiencias, tomar decisiones más conscientes y vivir con más atención plena en el día a día, momento a momento”, concluyó.

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