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  • Cinco años sin el Pelusa

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 27/11/2025 02:52

    Hace cinco años partía el Diego. Sí; ya cinco años sin el Pelusa. Ocurrió en 2020. Cantó las hurras del último partido de la vida y se piantó, de vuelo en palomita, sin parar hasta tocar la primera nube. Tenía derecho, además… ¿Y cómo?… Allá estaba el Barbeta esperándolo con los brazos abiertos. Y él lo sabía. También estaban Don Diego y Doña Tota. ¿Qué más? Pero como decíamos con la partida del Diego también se fue el Pelusa; aquél chiquilín que maravillaba a todos con su habilidad, su inteligencia, su picardía y su atrevimiento ante quien se le cruce en la cancha. Ese Pelusa que era posible ver y disfrutar en fríos domingos, en la vieja cancha de La Paternal con antiguas tribunas de madera que parecía no soportar una jornada más. Pero nada importaba; nada. El pibe la rompía. Nadie hacía lo que él era capaz de hacer. ¡Pobre Newton!, pensé más de una vez, porque este chiquilín se burlaba de las reglas de la gravedad, y no se le caía la número cinco como le sucedió con la manzana al respetado físico inglés del siglo XVII. A mediados de los 70 estaba en Primera. Aún no había cumplido 16 años. Para el Mundial del 78 el Flaco Menotti lo concentró, pero finalmente lo dejó fuera del plantel. Pero su carrera siguió y de qué manera. Fue goleador del Metropolitano 1978, Metropolitano y Nacional 1979, Metropolitano y Nacional 1980… Nadie lo había logrado antes ni lo logró después. En el 79 llegó a Tokio y fue campeón con la Selección Juvenil. Además fue destacado como el mejor jugador. Por supuesto que Don Diego y Doña Tota estaban felices, tan felices como los amantes del buen fútbol, que por eso nos quedábamos a la madrugada para ver los partidos en la tele en blanco y negro. Es que ¿quién tenía un televisor a color en esa época?. Pocos; muy pocos. Después pasó a Boca y ya era “el Diego”, el ídolo, el mejor de todos. Llegó el Mundial de España, después su pase al Barcelona y tras ello al Nápoles donde se ganó la hinchada de una manera notable, al punto que hasta el día de hoy poco menos que lo adoran. Más tarde fue campeón en el Mundial de México, sumando “la mano de Dios” y ese golazo monumental que hizo historia. Argentina campeón y la figura de Maradona llegaba al cielo. Subcampeón en el Mundial del 90, su paso por el Sevilla, el regreso a Argentina jugando para Newell´s Old Boys, llegó el Mundial del 94 y su positivo en el control antidoping. Duro momento. Lo que vino después lo vivió desde fuera de la cancha. Fue DT de varios equipos y también de la Selección. Finalmente dirigió Gimnasia hasta los últimos días. En tanto, su salud se deterioraba en forma evidente. Durante años peleó contra adicciones, y aquel miércoles 25 de noviembre de hace ya cinco años, sobre el mediodía, su corazón, que fue grande y generoso con muchos, no pudo más, así que el Diego cantó las hurras del último partido de la vida y se piantó, de vuelo en palomita, sin parar hasta tocar la primera nube. El mundo entero lloraba su partida. Él era consciente que ya había hecho todo, e incluso por momentos y visto desde afuera, parecía que hacía lo posible para emprender ese viaje, y finalmente también ganó en esa partida. Tenía sólo 60 años recién cumplidos. Allá arriba estaba el Barbeta esperándolo con los brazos abiertos. Él lo sabía. También estaban Don Diego y Doña Tota. ¿Qué más? Volvió entonces a ser el Pelusa, ese pibe al que era posible aplaudir en la vieja cancha de La Paternal con antiguas tribunas de madera que parecía no soportar una jornada más. Lo recordamos siempre por todo lo que nos regaló. Por los caños, los sombreros, las gambetas en la zona caliente del área chica y los goles increíbles. Incluso por “la mano de Dios” y aquel golazo que ya es leyenda y que todos afirman fue el mejor en la historia de los Mundiales. Los que amamos el arte del fútbol lo vamos a recordar siempre y con aplausos. Si, lo recordamos siempre y hasta nos parece que sigue estando por allí cerca. Chau Pelusa. Un abrazo a Don Diego y a Doña Tota, y gracias por tantos buenos momentos que nos regalaste.

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