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Concordia » Diario Del Sur Digital
Fecha: 26/11/2025 22:53
Por el Prof. Jorge Rolando Fernández – (Ex rector de la Escuela Secundaria N°5 “Salto Grande”) Recuerdos de una feliz experiencia La partida definitiva de alguien suele provocar en los que quedamos un diverso abanico de sentimientos; nos pone en situaciones en las que buscamos nuestra mejor actitud y nuestras mejores palabras para acompañar a sus seres queridos más cercanos y que son, en realidad, los que más lo sienten. Contamos también con la posibilidad de quedarnos con lo mejor de ellos, de recordar aquello que fue original en nuestros vínculos, de evocar todo lo que se puso en juego para llevar adelante la apasionante tarea de vivir y de relacionarnos. Parece extraño, pero no lo es: cuando alguien parte en medio de los mejores recuerdos las despedidas tienen otro carácter y las amistades se renuevan. La razón humana no encuentra explicaciones a ciertos misterios. El reciente fallecimiento de Francisco Feherenbacher me motivó a traer a mi memoria aquellos días del otoño del año 2011 en los que salió de un anonimato que llevaba casi treinta años. Había participado de la Guerra por Malvinas en 1982 como maquinista del destructor de la Armada “Comodoro Py” pero eran pocos los vecinos de La Criolla y de la colonia San Bonifacio que supieran esos datos precisos. Algunos miembros del Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas de Concordia se habían acercado a la Escuela Secundaria N° 5 “Salto Grande” para planificar actividades con el fin de continuar rescatando la memoria y narrar a los jóvenes, en primera persona, acerca de aquel conflicto bélico. Y fue en esa ocasión que Roxana Laner -vecina de Francisco que en aquel momento tenía a su cargo la concesión del kiosco de la Escuela- le expuso con mucha seguridad al veterano de Malvinas Martín Albornoz acerca de Francisco Feherenbacher. Pero debíamos contar con datos claros para ratificar con certeza que Francisco, el vecino de San Bonifacio que vivía en una quinta, también era veterano de guerra. Roxana realizó un entusiasta recorrido por varios lugares de La Criolla y volvió a la Escuela con datos de oro anotados en un pequeño papel: número de documento y apellido de Francisco correctamente escrito. Los ingresamos en la página del Ministerio de Defensa que nos había indicado Martín y la gran verdad vio la luz: Francisco Feherenbacher también había participado del conflicto. Este hallazgo ocurrió en la dirección de la Escuela y estábamos presentes Martín Albornoz, Roxana Laner y yo. A partir de esto se desarrolló una historia más conocida: los veteranos de Malvinas localizaron a su antiguo compañero en la quinta de San Bonifacio lo que significó que Francisco comenzara a gozar de los beneficios que le correspondían y también del reconocimiento de sus aportes a la Patria. Estos hechos causaron un importante impacto en medios de comunicación locales y nacionales. Francisco visitó la Escuela en algunas ocasiones. Recuerdo especialmente cuando celebramos nuestro XXV aniversario: se sentó en los primeros lugares junto a sus compañeros veteranos y se lo veía feliz. Posteriormente, a una de las aulas se le impuso su nombre. Qué significativo puede resultar la colaboración entre instituciones cuando hay fines nobles. La recuperación de la dignidad de Francisco y el reconocimiento a su empeño profesional por la Patria así lo demuestran. Vaya también mi evocación especial de lo hecho por Roxana Laner: su decidida valentía hizo posible que Francisco Feherenbacher tenga un lugar especial en la memoria de todos nosotros.
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