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Parana » El Once Digital
Fecha: 26/11/2025 20:32
La Niña podría generar un pulso seco. Con la llegada del verano, el período más determinante para la producción agrícola argentina, crece la atención sobre lo que ocurrirá con el clima. Entre diciembre y marzo, la soja y el maíz, los cultivos de mayor impacto económico, definen rindes y dependen de la disponibilidad de agua para sostener su crecimiento. Si bien las lluvias recientes aportaron alivio, el avance de un episodio de La Niña genera incertidumbre en el sector. El climatólogo Germán Heinzenknecht analizó el panorama climático y detalló qué podría suceder con las precipitaciones, identificando los momentos de mayor riesgo para los cultivos. Según remarcó, el interrogante central es si el enfriamiento oceánico logrará acoplarse a la atmósfera y modificar la circulación regional, condición clave para que el fenómeno afecte a la región pampeana. Indicador de riesgo: el Pacífico se enfría Heinzenknecht explicó que el enfriamiento en el Pacífico Ecuatorial Central “está plenamente instalado”. Según describió a La Nación, el evento oceánico se afianzó durante octubre y continuó consolidándose en noviembre. “El tema, así como evento oceánico, está muy desarrollado, está afianzándose justamente el enfriamiento en la cuenca del Pacífico Ecuatorial Central. Eso se ha venido dando ya durante octubre; en lo que va de noviembre no cambió, se viene afianzando, o sea que el enfriamiento está”, señaló el especialista. Sin embargo, aclaró que este tipo de señal se vuelve problemática solo cuando logra impactar en la atmósfera. “Eso se vuelve un indicador de riesgo para el sudeste de Sudamérica y para la región pampeana en particular, cuando se acopla a la atmósfera y afecta la circulación. Eso por el momento no se ha visto”, detalló. Un noviembre favorable Según el análisis del climatólogo, noviembre mostró un comportamiento razonable en términos de lluvias. “En lo que va de noviembre viene lloviendo relativamente bien, algunas zonas un poco más salteadas, otras mejores provistas, pero en general la oferta de agua viene bien; el mes de noviembre va a cerrar sin afectación”, indicó. Este escenario permitió un buen avance del desarrollo inicial de los cultivos, que llegaron al tramo decisivo con adecuada humedad en los suelos en gran parte del país. Lo que viene: el momento crítico Los modelos climáticos coinciden en ubicar el mayor riesgo en el pasaje entre diciembre y enero. Heinzenknecht alertó que ese período podría registrar una merma temporal en las precipitaciones. “Los pronósticos marcan que posiblemente el momento de emparejamiento o de acople sea en la segunda parte de diciembre y la primera parte de enero. Ese podría ser un momento de mayor riesgo de algún pulso seco”, adelantó. El especialista diferenció este posible episodio de campañas recientes con sequías severas. “Para mí no se van a dar condiciones como para que se establezca una sequía de consideración de alto impacto generalizada. A mí me parece que podemos tener faltantes de lluvia en ese periodo, entre mediados de diciembre y mediados de enero, muy similar a lo que pasó el año pasado”, explicó. Un evento breve y débil Según Heinzenknecht, las características previstas del fenómeno moderan los temores: sería de corta duración y de baja intensidad. “Hay que aclarar que el fenómeno de La Niña que se puede dar va a tener dos características importantes. Va a ser breve y va a ser débil. Y esas son dos cosas que juegan a favor”, afirmó. El especialista sostuvo que la circulación regional podría amortiguar efectos negativos. “Podría llegar a ser perfectamente compensado por la circulación de escala regional que mitigue el efecto negativo de esa niña”, señaló a La Nación. ¿Habrá un pulso seco? Pese a la moderación del riesgo, Heinzenknecht advirtió que no puede descartarse un período corto de falta de lluvias. “Nunca es bueno que el fenómeno de La Niña se desarrolle. Nadie quiere eso. Si lo tenés como indicador, a nadie le va a gustar. Pero una vez que se va instalando lo mejor es que sea por un corto periodo de tiempo y, sobre todo, con un débil efecto”, explicó. “Si eso se da, la posibilidad de que tenga una afectación sobre la lluvia marcada disminuye significativamente. Pero no se puede quitar que haya algún pulso seco en ese periodo”, agregó. La campaña en expectativa El tramo crítico, según el climatólogo, será el pasaje entre mediados de diciembre y mediados de enero, cuando coinciden la mayor demanda atmosférica de los cultivos y la señal oceánica de enfriamiento. “En general ese es el momento para mí, el momento álgido de la campaña”, concluyó. Mientras el agro apuesta a consolidar una campaña recuperada tras años de estrés hídrico, la atención permanecerá centrada en cómo evoluciona La Niña y si finalmente, impacta en las lluvias del corazón productivo argentino. (Con información de La Nación)
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