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» La Capital
Fecha: 26/11/2025 16:47
Reinaldo Rubén Aranda está preso por matar en Villa Gobernador Gálvez a uno de sus cuatro hermanos, Ramón Rodolfo; y herir a otro, Roberto Rogelio. Según sus allegados, tenía ideas delirantes y decía que lo perseguía la mafia La historia de los hermanos Aranda transcurrió puertas adentro de su casa, al fondo de una cortada de Villa Gobernador Gálvez, hasta que una serie de incidentes violentos terminó con uno de ellos herido a puñaladas, otro asesinado, otro preso y el cuarto como único testigo . El relato sobre conductas extrañas en las que incurría en los últimos años Reinaldo, imputado por los ataques, motivó que un juez ordene un urgente abordaje de la situación psicológica de este hombre de 45 años. Este miércoles se hará una pericia psiquiátrica forense y luego una junta especial en salud mental determinará si comprende sus actos. Desde que la causa penal posó la mirada sobre esta familia, a sus protagonistas los llaman “los hermanos R. R.” . Es que los nombres de los cuatro comienzan con esa inicial. Para más confusión, se llaman entre ellos de manera indistinta por el primero o el segundo nombre. Reinaldo Rubén fue detenido el 18 de noviembre en la misma casa donde convivía con Ramón Rodolfo, asesinado ese día, y Roberto Rogelio, herido cinco días antes . Raúl Ricardo no residía con ellos pero iba con frecuencia a visitarlos. El cuadro familiar, atravesado por dolencias de salud mental, fue descripto por el defensor público Daniel Kantor el viernes pasado, en la audiencia imputativa a Reinaldo Rubén que se realizó en el Centro de Justicia Penal ante el juez Florentino Malaponte. Se expuso entonces que Ramón, víctima del crimen, padecía esquizofrenia y estaba medicado. El acusado no estaba diagnosticado, pero en los últimos años había desarrollado signos aparentes de paranoia: decía que lo perseguía la mafia y creía que había micrófonos ocultos en su casa. Primera alarma Los incidentes comenzaron el jueves 13 de noviembre en la casa de Lisandro de la Torre al 600 de Villa Gobernador Gálvez, en el barrio La Paloma, donde la calle se topa con un muro. Ese día Raúl llevó a un control médico a Ramón y al regresar a las 16.30 encontró a Roberto herido en el piso. “Lo encontré ensangrentado en la parte de atrás. Estaba consciente. Pensé que había tenido un derrame cerebral”, contó Raúl, que dejó a sus dos hermanos en la casa y salió a buscar ayuda. Reinaldo no estaba. Como se había quedado sin batería en el auto, tomó un remís hasta el Hospital Gamen. No quiso subir al vehículo a Roberto porque estaba “todo ensangrentado”. En el centro de salud le dijeron que no había ambulancia y que llamara al 107. Pasó por la comisaría 29ª y regresó a la casa. Al volver, “Roberto estaba despierto”, relató. Cuando él le preguntó qué había pasado, dio a entender que lo había atacado “uno parecido a Rubén” pero de unos 20 veinte años y que no le robó nada. “Así le decimos a Reinaldo, que se llama Reinaldo Rubén”, aclaró Raúl en referencia al ahora detenido. Luego llegó la policía y gestionó el traslado de Roberto con heridas en los brazos, los dedos y el lado derecho del cuello hasta el Hospital Centenario, donde permanecía internado al momento de la audiencia. El día del crimen Cinco días después, la tarde del martes 18, ocurrió una situación idéntica con Ramón, de 50 años. Sufrió una profunda herida cortante en la región en el cuello y otros cortes en el maxilar. La lesión cervical le produjo una hemorragia profunda y murió en el lugar. Cuando la policía llegó alrededor de las 20 estaba sólo con Reinaldo, quien quedó detenido. Personal del Sies que ya estaba en la casa constató que la víctima había fallecido debido a esa lesión en el cuello. Una vecina contó que no había entrado otra persona esa tarde a la casa de la cortada: “Soy vecina de los cuatro hermanos. Ninguno tiene hijos. Ahí viven todos menos Raúl. En veinte años nunca tuvieron trato con un vecino ni presencié una pelea entre ellos. A la casa no entra nadie. Nunca vi entrar a una persona que no fuera alguno de ellos cuatro”, reveló. “Nos dijeron que había sangre por todos lados, pero no supe qué le pasó ni quién lo hizo”, añadió. Historia de vida El fiscal Patricio Saldutti imputó a Reinaldo Aranda como autor de un homicidio simple consumado y otro en grado de tentativa. El juez le dio curso, advirtió las similitudes entre los dos hechos y dictó la prisión preventiva. Pero también se hizo eco del pedido de la Defensa Pública y dispuso que el Servicio Penitenciario aborde de inmediato la situación de salud mental del acusado, de quien se reportaron antecedentes psiquiátricos y de violencia. Ordenó uba junta psiquiátrica forense prevista para este miércoles y que se realice una Junta Especial en Salud Mental. >> Leer más: Un hombre fue apuñalado en Villa Gobernador Gálvez y quedó internado en grave estado De la historia de vida de Reinaldo se pudo reconstruir que siempre trabajó en empresas como Yomo o Swift pero en el último tiempo vivía de changas y de la pensión por discapacidad del hermano fallecido. “Con Reinaldo no se podía hablar. Su último trabajo estable fue en una fábrica de aberturas y después de eso quedó muy mal. A partir de 2014 empezó a hablar de la mafia, de la muerte, hacía comentarios de cosas extrañas”, reveló Raúl. Así, apuntó que una vez le llevó una bicicleta de regalo pero la rechazó porque “tenía calcomanías y él decía que eran de la mafia”. Raúl le regaló otra y Reinaldo la lijó porque le gustaba el color de abajo: “Hacía relaciones con colores y con nombres, como encontrando pistas en todo lo que pasaba. Yo le decía que terminara con esas cosas y él contestaba que este año se iba a morir. El último año me había dejado de hablar y me escribía en un papel porque decía que en la casa había micrófonos y lo escuchaban”. El defensor público expuso el contenido de una primera entrevista con un psiquiatra forense que, dos días después del arresto, encontró al acusado verborrágico y con el ánimo expansivo, con "ideas sobrevaloradas hasta llegar al delirio, ideas de influencia persecutoria sobre un pacto, la mafia y los mensajes en redes sociales”. En ese contexto, Kantor solicitó que se determine si el acusado es inimputable: “Se constataron ideas delirantes que impregnan todo su relato y su pensamiento. Sin entrar en la discusión de los hechos, es necesario esperar un informe final para verificar si comprendía sus actos”, planteó.
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