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  • Diego Maradona: el legado político y popular que define al ídolo

    CABA » Plazademayo

    Fecha: 25/11/2025 22:53

    A cinco años de su muerte, un especial de AM 530 conducido por Carlos Polimeni reunió voces como Víctor Hugo Morales y Fernando Signorini para analizar el legado dual de Diego y Maradona: el hombre humilde, sensible y político, y el genio futbolístico que se volvió mito popular. La figura de Diego Armando Maradona es la metáfora más pura de la argentinidad, sin filtros ni retoques. Su impacto trasciende el deporte al conjugar la vulnerabilidad del hombre de Villa Fiorito y la rebeldía del personaje público que desafió a las estructuras de poder global y se unió a las causas populares de América Latina. El programa especial de radio, dedicado a la memoria de Diego Armando Maradona a 5 años de su muerte, contó con la participación de varios entrevistados, entre ellos, Fernando Signorini, preparador físico de Diego Armando Maradona; Víctor Hugo Morales, reconocido relator y periodista que compartió con el astro no solo su carrera deportiva, sino también el trabajo en medios de comunicación, como el programa De Zurda; y Alejandro Apo, periodista que defendió la «causa maradoniana» desde sus inicios, tanto en el ámbito deportivo como en el político. Ellos coincidieron en que, para entender su figura, no alcanza con describirlo como futbolista extraordinario. Es necesario considerar dos planos complementarios y a veces dolorosamente enfrentados: Diego y Maradona. Diego: el hombre sensible, humilde y emocional Signorini, quien trabajó 11 años junto al astro, definió a Diego como el ser humano íntimo, lejos de las cámaras y del acoso del éxito. Era un joven sensible, creativo y emocional, que lloraba con la letra de una canción y se persignaba antes de entrar a un estudio de televisión, porque cada aparición lo desafiaba. Además, sentía profundamente su origen. Recordaba haber sido despreciado cuando era apenas “el negrito de Fiorito”, una experiencia que marcó su conciencia de clase. Esa raíz lo llevó a representar —incluso sin proponérselo— la ilusión de millones de chicos humildes que encontraban en cada gambeta una esperanza de que la vida podía cambiar. Maradona: el personaje público y la carga del genio Sin embargo, para sobrevivir a la presión, debió construir otra figura: Maradona. Ese personaje se levantaba para soportar el peso de la fama mundial, el rendimiento sin margen de error y la tiranía de un poder que también lo usó. Su capacidad dentro de la cancha rozaba lo sobrenatural. Médicos deportivos como Antonio Dalmonte llegaron a señalar que Maradona tenía una “inusual capacidad del campo visual”, como si tuviera “ojos en la nuca”, condición que lo habría convertido —dijeron— en un gran piloto de pruebas de aviación militar. Pero el genio también era una carga. “Le hacía crujir la espalda”, recordó Signorini, porque Maradona era mucho más que el mejor jugador de su generación: era una referencia continental. El ídolo que se volvió sujeto político A diferencia de otros deportistas consagrados, Maradona usó su fama para enfrentar estructuras de poder global. Denunció públicamente a la FIFA, cuestionó el negocio del fútbol, las condiciones laborales de los jugadores y la “dictadura de la televisión” que obligaba a disputar partidos bajo un sol insoportable. Siempre eligió “pegar hacia arriba”. Su progresiva politización lo llevó a establecer fuertes lazos con figuras latinoamericanas como Fidel Castro, Hugo Chávez y Cristina Fernández de Kirchner, mientras mantenía abierta confrontación con sectores poderosos del deporte y la comunicación. No era neutro: se asumía como parte del pueblo trabajador y hablaba desde allí. Un espejo de la identidad argentina Maradona se volvió más que un deportista. Como explicó Víctor Hugo Morales, se transformó en una metáfora del país: “La Argentina sin retoque, sin Photoshop: brillante, desprolija, emocional, torpe e inmensa”. Su éxito no generó rechazo entre quienes compartían su origen: al contrario, su lujo se sentía como propio. Millones vieron en él al “uno de nosotros que llegó más lejos que cualquiera”. Logró lo impensado: unir por un momento a un país acostumbrado a fragmentarse. Para muchos argentinos, la vida se puede contar en mundiales, goles y días de gloria asociados a su camiseta. Nápoles: un santuario fuera de la Argentina Si en Buenos Aires está el Obelisco como punto de emoción popular, en Nápoles se encuentra el mayor lugar de culto a Maradona. El altar ubicado en el barrio español es hoy una atracción turística mundial. En fechas significativas, como el aniversario de su muerte o su cumpleaños, es uno de los sitios más visitados de Italia, solo detrás del Coliseo romano. Allí sigue vivo el símbolo del sur humilde que le ganó al norte rico, el jugador que convirtió a un club modesto en potencia y que dejó una marca imborrable en la identidad napolitana. Diego y Maradona: una herencia infinita Cinco años después de su partida, el legado dual se mantiene intacto. El hombre vulnerable y dulce, y el genio sobrehumano, siguen fusionados en la memoria colectiva. Para millones, Diego y Maradona no solo cambiaron su propia vida: cambiaron la vida de quienes los miraban. Y por eso su historia continúa abierta. Maradona no tiene final.

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