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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/11/2025 16:32
El empresario Guillermo Suárez En medio de la necesidad y el miedo al fracaso, Guillermo Suárez y su familia dieron vida a El Hornito Santiagueño; empezaron su negocio de empanadas con pocos recursos pero con el objetivo claro de salir adelante. Guiados por la receta de su abuela, comercializan en la actualidad entre 900.000 y 1 millón de empanadas cada mes. Sin estudios formales ni grandes capitales, pero con trabajo incansable y creatividad, lograron transformar un pequeño emprendimiento para sobrevivir en una empresa que llega a distintos puntos del país y continúa expandiéndose. La historia de El Hornito Santiagueño se remonta a una etapa difícil en la vida de Suárez. “Todo lo que yo hice en mi vida fue a través de la necesidad y el miedo al fracaso”, sostuvo el empresario en diálogo con La Fábrica Podcast. Y consideró: “Siempre digo que los mejores negocios se hacen sin plata. Hay formas. Tienes que pensar, siempre hay una salida”, enfatizó. En la actualidad, tienen 90 locales y se están abriendo 10 más, entre CABA, San Juan, Rosario y Neuquén. El emprendimiento comenzó con la construcción artesanal de un horno de barro montado sobre un eje viejo. El equipo improvisado permitió que Suárez inaugurara más tarde su primera planta de producción. La historia de cómo desembarcó en Buenos Aires El Hornito Santiagueño Sucede que un día, él le propuso a su esposa buscar una forma de generar ingresos utilizando ingredientes económicos como agua y harina. Ella y su madre solían preparar empanadas los fines de semana, siguiendo la receta de la abuela, por lo que consideraron que ésa podía ser una alternativa. No estaban preparados para un crecimiento tan rápido como finalmente ocurrió. Él solo había completado el séptimo grado y no se consideraba empresario, ni había estudiado para desempeñar ese rol. Su esposa no finalizó el nivel terciario. La fábrica dispone hoy de una capacidad instalada que estima en “dos o tres millones de unidades”, aunque la producción mensual ronda el millón de empanadas por mes. En la planta de Córdoba se lleva a cabo tanto la elaboración como la logística, elementos clave para abastecer a los distintos puntos de venta. “Distribuimos a todos los lugares, la logística es nuestra, es propia”, explicó Suárez. También remarcó: “El Hornito creció sin deudas. Yo no sé lo que es un crédito en un banco”. Desembarco en Buenos Aires El desembarco en Buenos Aires fue complejo por la alta competencia gastronómica y los escasos recursos. La estrategia de marketing elegida fue diseñada por su hijo Franco y buscó llamar la atención del público: la marca organizó una gran intervención en el centro porteño, con “100 personas disfrazadas de empanada en el Obelisco”. La marca organizó una gran intervención en el centro porteño, con 100 personas disfrazadas de empanada en el Obelisco “Los locales que armó Franco en Buenos Aires tienen un formato similar al de cadenas como Burger King o McDonald’s. No se parecen a una casa de empanadas tradicional: son espacios modernos, con mucha tecnología, pensados para una experiencia distinta. La inversión fue muy grande. Sabemos que la Ciudad de Buenos Aires es un mercado exigente, pero por suerte ingresamos bien y la recepción del público fue muy buena”, detalló. Pero el boom de ventas llegó tras la difusión mediática de un ticket de compra presentado por el periodista Luis Majul en televisión. El conductor mostró en pantalla el comprobante de compra de una docena de empanadas para comparar con el precio dicho por Ricardo Darín en mayo pasado ($48.000). “Desde ahí nos subieron las ventas un 200%”, reconoció Suárez, quien destacó el impacto de la cobertura mediática y la reacción ágil del equipo, que decidió enviar empanadas a distintos canales de televisión. Suárez también atribuye parte del éxito de la empresa a valores personales. “La humildad es lo que te va a llevar y que te va a convertir en un grande, y vas a tener puertas abiertas por todos lados”, sostuvo el fundador sobre la importancia de mantener los pies en la tierra incluso en los momentos de mayor bonanza. Además, recomendó a sus hijos y colaboradores “abrir las manos y aprender a compartir”, como parte fundamental de la filosofía con la que maneja el negocio. Suárez destacó que ni en los peores momentos de crisis dejaron de vender empanadas.
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