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  • Vinos entrerrianos: una producción que se consolida

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 25/11/2025 00:45

    La recuperación de la tradición vitivinícola entrerriana sigue en marcha. Actualmente, la provincia cuenta con unos 50 productores, viñedos experimentales y bodegas que buscan combinar producción, enoturismo y la recuperación de una tradición histórica que se remonta a 1863, con el impulso dado por Justo José de Urquiza, supo AIM. La vitivinicultura entrerriana tuvo su auge a fines del siglo XIX y principios del XX, y su resurgimiento desde 1993 cuando se deroga la ley de prohibición de cultivos. Cabernet, Pinot noir, Malbec, Semillón, Gamay, Chateanu Margot, Sauter y, fundamentalmente Lorda, eran las cepas de los viñedos que se extendieron por el campo de Entre Ríos. Esta provincia logró un amplio desarrollo en la industria vitivinícola entre finales del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX, convirtiéndose en la cuarta provincia productora de vinos del país. Hacia 1928, en Entre Ríos había 115 bodegas, 2500 hectáreas de viñas y una cultura profundamente arraigada en el hacer del vino. Para entonces, Concordia, Federación y Colonia San José era los bastiones de esta actividad, aunque también había bodegas en Concepción del Uruguay y Paraná. La tradición del vino llegó de la mano de los colonos: suizos del cantón de Valais, franceses de la Alta Saboya e italianos del Piamonte vinieron a poblar la provincia hacia finales de 1850 y trajeron en su acervo las diferentes modalidades de elaborar el vino propio. El general Justo José de Urquiza tenía en el Palacio San José unas veinte cepas a modo de experimentación y cedió a esos primeros colonos, los sarmientos de Filadelfia, una variedad francesa aclimatada en Eeuu, que funcionó muy bien en estas tierras. Luego se sumaron otras cepas que los inmigrantes trajeron de su Europa natal, entre ellas Lorda, rebautizada en el Río de la Plata como Tannat. Fue una historia rica en emprendimientos, hasta la llegada de la gran crisis a mediados de la década del ‘30. El consumo de vino había descendido brutalmente con la consecuente baja de los precios, pero con una producción que se mantenía más o menos constante. En 1930, una ley nacional prohibió el cultivo de vid en la provincia, lo que obligó a erradicar los viñedos. Las provincias cuyanas que habían recibido grandes incentivos para el cultivo de vid presentaban un excedente en las cosechas, que ya se registra en los primeros años del siglo XX. Las provincias cordilleranas, que en esa época tenían una economía de monocultivo, presionaban desde tiempo atrás a fin de restringir a sus territorios la plantación de uva para vinificación. La crisis fue la gota que colmó el vaso. La ley 12.137, sancionada en 1935, que promovió la creación de la Junta Reguladora del Vino, fue la solución que el gobierno de Agustín P. Justo encontró a esta delicada problemática. La aplicación de la norma en Entre Ríos fue muy drástica, una bofetada al productor, llegaban los personas a romper alambiques y toneles para que no se produjera más, derramaban el vino, el trabajo se perdía, tiraban la producción. Todas las grandes bodegas cerraron y la actividad quedó circunscripta a la elaboración de vino para consumo familiar. La prohibición de cultivo de uva para vinificar se mantuvo para Entre Ríos hasta 1993, cuando se aprobó la ley 24.037 que estableció la liberación territorial para la plantación de viñedos. De ahí en adelante, fue posible producir y comercializar vino en toda la Argentina. Actualmente, la provincia cuenta con alrededor de 50 productores y se estima que hay cerca de 100 hectáreas en producción. La actividad se complementa con bodegas industriales y artesanales, algunas de las cuales se están expandiendo para cerrar el ciclo productivo. Además, se busca integrar la actividad a través del enoturismo, donde los visitantes conocen el proceso de producción y pueden degustar los vinos entrerrianos. En Entre Ríos abunda la diversidad de suelos, climas y microclimas, que impactan en las características del vino. Tienen una amplia gama de aromas y sabores por la particularidad de nuestro terruño. Los viñedos se encuentran en distintos suelos y esto hace que un mismo varietal pueda expresar diferencias entre un viñedo y otro.

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