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» Diario Cordoba
Fecha: 24/11/2025 15:03
En 1882, el naturalista francés Camille Viguier fue uno de los primeros en proponer la existencia en los animales de un sentido “magnético”. Su teoría resultó acertada. Muchas especies, desde murciélagos hasta aves migratorias y tortugas marinas, utilizan realmente el campo magnético de la Tierra para orientarse. Sin embargo, a pesar de décadas de investigación, los científicos aún saben muy poco sobre esta sorprendente cualidad. ¿Cómo detectan los animales los campos magnéticos? ¿Qué circuitos cerebrales procesan esa información? ¿Y en qué parte del cuerpo se ubica este sistema sensorial? Viguier anticipó ya entonces que la percepción magnética podría tener lugar en el oído interno mediante la generación de pequeñas corrientes eléctricas. Esta idea fue acogida con escepticismo, luego ignorada y finalmente olvidada. Campos magnéticos de la Tierra / Agencias Sin embargo, ahora, más de un siglo después, esta explicación ha sido resucitada por neurocientíficos de la Universidad de Múnich (LMU) en un artículo publicado en Science. Células con sensores eléctricos en el oído Un equipo dirigido por el profesor David Keays empleó un método consistente en estudiar cerebros de palomas expuestos a campos magnéticos. La microscopía de vanguardia permitió identificar circuitos especializados que procesan información magnética. Además, proporcionó una pista crucial sobre la ubicación de los sensores magnéticos primarios. Los investigadores observaron que una región cerebral llamada núcleo vestibular, que está conectada al oído interno, se activaba de forma notable. Las palomas saben cómo volver a casa por su sentido magnético / Agencias El análisis genético del tejido del oído interno reveló la existencia de células con sensores eléctricos de alta sensibilidad, los mismos que utilizan los tiburones para detectar a sus presas. Un GPS natural Las células descubiertas “están perfectamente equipadas para detectar campos magnéticos mediante inducción electromagnética, lo que permite a las palomas encontrar el camino a casa utilizando el mismo principio físico que permite la carga inalámbrica de teléfonos. En ambos casos, un pulso magnético se convierte en una señal eléctrica. Para la paloma, esto alimenta su GPS natural”, explican los autores. Los investigadores enfatizan que probablemente no sea esta la única estrategia de detección magnética en la naturaleza. «Nuestros datos sugieren que existe una 'brújula oscura' en el oído interno, mientras que otros estudios apuntan a una brújula en el sistema visual, dependiente de la luz», explica Keays. «Con toda probabilidad, la magnetorrecepción ha evolucionado de forma convergente en diferentes organismos. Aún queda mucho por descubrir», añaden.
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