24/11/2025 11:28
24/11/2025 11:27
24/11/2025 11:27
24/11/2025 11:26
24/11/2025 11:24
24/11/2025 11:23
24/11/2025 11:22
24/11/2025 11:21
24/11/2025 11:21
24/11/2025 11:21
Lucas Gonzalez » FMsensacion887
Fecha: 24/11/2025 08:42
Pie de foto, Keira recuerda que lloró desconsoladamente cuando le quitaron a su bebé.Información del artículoAutor, Sofia Bettiza Título del autor, BBC Global Health Autor, Woody MorrisTítulo del autor, BBC World ServiceInforma desde Denmark20 minutosCuando la hija de Keira nació en noviembre del año pasado, le permitieron pasar dos horas con ella antes de que la bebé fuera puesta bajo custodia.»En cuanto nació, empecé a contar los minutos», recuerda Keira, de 39 años.Y agrega: «No dejaba de mirar el reloj para ver cuánto tiempo nos quedaba».Cuando llegó el momento de quitarle a Zammi de los brazos, Keira relata que sollozó desconsoladamente, susurrándole a su bebé «lo siento».»Sentí como si una parte de mi alma muriera».Keira es hoy una de las muchas groenlandesas que viven en Dinamarca continental y luchan por recuperar a sus hijos después de que los servicios sociales se los llevaran.En estos casos, los bebés y los niños eran separados de sus familias tras pruebas de aptitud parental -conocidas en Dinamarca como FKU- que evaluaban si eran aptos para ser padres.En mayo de este año, el gobierno danés prohibió el uso de estas pruebas en familias groenlandesas tras décadas de críticas.Sin embargo, se siguen utilizando en familias danesas.Las evaluaciones, que suelen llevar meses, se utilizan en casos complejos de bienestar infantil donde las autoridades creen que los niños corren riesgo de negligencia o maltrato.Pie de foto, Keira explica que estuvo «contando los minutos» desde el momento en que nació Zammi, sabiendo que solo tenía dos horas con su hija.Las pruebas incluyen entrevistas con padres e hijos, una serie de tareas cognitivas, como recordar una secuencia de números al revés, cuestionarios de cultura general y pruebas de personalidad y emocionales.Quienes defienden estas pruebas afirman que ofrecen un método de evaluación más objetivo que la evidencia potencialmente anecdótica y subjetiva de los trabajadores sociales y otros expertos.Sin embargo, los críticos sostienen que no pueden predecir con certeza si alguien será un buen padre o madre.Los detractores también han argumentado durante mucho tiempo que están diseñadas en torno a las normas culturales danesas y señalan que se administran en danés en lugar de en kalaallisut, la lengua materna de la mayoría de los groenlandeses.Esto puede dar lugar a malentendidos, afirman.Según el Centro Danés de Investigación Social, un instituto de investigación financiado por el gobierno, los padres groenlandeses en Dinamarca tienen entre 5 y 6 veces más probabilidades de que sus hijos sean puestos bajo tutela que los padres daneses.En mayo, el gobierno anunció que esperaba revisar unos 300 casos -incluido el de Keira- en los que niños groenlandeses fueron separados a la fuerza de sus familias tras someterse a pruebas.Sin embargo, en octubre la BBC descubrió que el gobierno solo había revisado 10 casos en los que se utilizaron pruebas de aptitud parental y ningún niño groenlandés había regresado con su familia.La evaluación de Keira en 2024, realizada durante su embarazo, concluyó que no poseía las «competencias parentales suficientes para cuidar al recién nacido de forma independiente».Keira afirma que, entre las preguntas que le hicieron, figuraban: «¿Quién es la Madre Teresa?» y «¿Cuánto tardan los rayos del sol en llegar a la Tierra?».Pie de foto, Keira todavía guarda una cuna junto a su cama y otra en el salón de su apartamento, junto con ropa de bebé y pañales.Los psicólogos que defienden las pruebas argumentan que este tipo de preguntas tienen como objetivo evaluar el conocimiento general de los padres y su comprensión de conceptos que podrían ser útiles en la sociedad.Keira añade: «Me hicieron jugar con una muñeca y me criticaron por no mirarla a los ojos lo suficiente».Ella alega que, cuando preguntó por qué la estaban evaluando de esa manera, la psicóloga le respondió: «Para ver si eres lo suficientemente civilizada; si puedes comportarte como un ser humano».La autoridad local en el caso de Keira declaró que no podía hacer comentarios sobre familias individuales, añadiendo que las decisiones de internar a un menor se tomaban cuando existía una seria preocupación por la «salud, el desarrollo y el bienestar del niño».En 2014, los otros dos hijos de Keira -que entonces tenían 9 años y 8 meses respectivamente- fueron internados después de que una evaluación de menores concluyera que sus habilidades parentales no se estaban desarrollando lo suficientemente rápido como para satisfacer sus necesidades.Su hija mayor, Zoe, que ahora tiene 21 años, regresó a casa a los 18 y actualmente vive en su propio apartamento y ve a su madre con regularidad.Keira espera reunirse pronto con Zammi de forma permanente.El gobierno danés ha anunciado que en su revisión se examinará si se cometieron errores en la administración de las evaluaciones de menores a personas de Groenlandia.Mientras tanto, Keira puede ver a Zammi, que está en acogida, una vez por semana durante una hora.Cada vez que la visita, le lleva flores y a veces comida groenlandesa, como sopa de corazones de pollo.»Solo para que una pequeña parte de su cultura esté con ella», explica.»Sentí que se me rompía el corazón»Pie de foto, Ulrik y Johanne esperan que el gobierno danés reconsidere la revisión de casos como el suyo, en los que un niño ha sido adoptado.Pero no todos los padres groenlandeses cuyos hijos fueron puestos bajo tutela estatal tras completar el programa FKU verán revisados sus casos.El hijo de Johanne y Ulrik fue adoptado en 2020, y el gobierno danés ha declarado que no revisará los casos de niños adoptados.Johanne, de 43 años, quien creció en un hogar marcado por el trauma y la negligencia, fue sometida a pruebas en 2019 durante su embarazo.Al igual que Zammi, su hijo debía haber sido retirado de su hogar inmediatamente después de nacer.Pero, como nació prematuramente el día después de Navidad y los trabajadores sociales estaban de vacaciones, ella y su esposo, Ulrik, pudieron tenerlo durante 17 días.»Fue la época más feliz de mi vida como padre», asegura Ulrik, de 57 años.»Estar con mi hijo, abrazarlo, cambiarle el pañal, asegurarme de que Johanne se extrajera leche antes de acostarse por la noche», agrega.Un día, dos trabajadores sociales y dos policías llegaron a la casa de Johanne y Ulrik para llevarse a su hijo.La pareja afirma que les suplicaron que no se lo llevaran. Johanne preguntó si podía amamantarlo una última vez.»Mientras vestía a mi hijo para entregarlo a sus padres adoptivos, que ya venían, sentí que se me rompía el corazón», lamenta Ulrik.Es el tercer hijo que le quitan a Johanne tras obligarla a completar un Informe de Cuidado Familiar (FKU). Dos hijos de una relación anterior, de 6 y 5 años, fueron puestos bajo tutela en 2010.Su evaluación de 2019 la describe como «narcisista» y con «retraso mental», una categorización basada en las clasificaciones desarrolladas por la OMS que estaban en uso en ese momento.Ella rechaza ambas descripciones.Fuente de la imagen, Getty ImagesPie de foto, Un manifestante porta una pancarta que dice: «¡Nuestros hijos nos están viendo! ¡Los prejuicios son contagiosos!», durante una manifestación en Nuuk, la capital de Groenlandia, a principios de este año.En teoría no hay una calificación de aprobado o suspenso para un FKU, y este es solo uno de los factores que las autoridades locales tienen en cuenta al decidir si un niño debe ser puesto bajo tutela.Pero el psicólogo Isak Nellemann, quien solía administrar las pruebas, afirma que en la práctica son «muy importantes, porque cuando las pruebas fallan, en aproximadamente el 90% de los casos pierden la custodia de sus hijos».Nellemann argumenta que las pruebas carecen de validez científica y fueron desarrolladas para estudiar rasgos de personalidad, no para predecir la capacidad parental.Sin embargo, Turi Frederiksen, psicóloga sénior cuyo equipo actualmente administra las pruebas, las defiende, afirmando que, si bien no son perfectas, «son herramientas psicológicas valiosas y exhaustivas».También afirma que no cree que estén sesgadas contra los groenlandeses.Cuando a Johanne le preguntaron en 2019 qué veía durante una prueba de Rorschach -una prueba psicológica en la que se pide a las personas que interpreten imágenes de manchas de tinta- respondió que veía a una mujer destripando una foca, una escena común en la cultura de caza de Groenlandia.Johanne alega que, al escuchar esta respuesta, el psicólogo la llamó «bárbara».El gobierno local que realizó la evaluación de la pareja en 2019 no abordó directamente la reclamación de Johanne.Afirmaron que su evaluación «indicaba una preocupación significativa respecto a las capacidades parentales generales de los padres», así como «preocupaciones sobre su estilo de vida y su nivel de funcionamiento en la vida diaria».Pie de foto, La trabajadora social Tordis Jacobsen afirma que la decisión de poner a un niño bajo tutela en Dinamarca nunca se toma a la ligera.»Nunca vi sus primeros pasos»Tras la acogida del hijo de Johanne y Ulrik, se les permitió tener contacto con él durante breves visitas semanales hasta su adopción en 2020.Desde entonces, no lo han vuelto a ver.»Nunca vi sus primeros pasos, su primera palabra, su primer diente, su primer día de colegio», protesta Johanne.Sin embargo, pocos días después de su nacimiento lo bautizaron, creando un registro oficial con sus nombres y dirección.»Necesitábamos dejar constancia documental para que pudiera encontrar el camino de vuelta a casa», explica Johanne.Su abogada, Jeanette Gjørret, espera llevar su caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.La ministra de Asuntos Sociales de Dinamarca, Sophie Hæstorp Andersen, declaró a la BBC que el gobierno no reabrirá los casos de adopción, ya que cada uno de estos niños se encuentra ahora con una familia cariñosa y dedicada.Al preguntársele sobre el avance de la revisión, comentó: «Parece lento, pero ya hemos empezado».Añadió que las decisiones de retirar a un niño de su hogar o darlo en adopción forman parte de un proceso muy exhaustivo en el que se analiza la capacidad de la familia para cuidar del menor no solo durante uno o dos años, sino durante un largo periodo de tiempo.Tordis Jacobsen, jefa de equipo de trabajo social en el municipio de Aalborg, en el norte de Dinamarca, se hizo eco de estas palabras y afirmó que la retirada de un niño de su hogar nunca se toma a la ligera en el país nórdico.Explicó que las preocupaciones sobre la seguridad del menor suelen ser detectadas inicialmente por los centros educativos o los hospitales, y señaló que, en los casos de adopción permanente, la decisión de aprobarla la toma un juez.Pie de foto, La hija de Pilinguaq, de 6 años, le fue devuelta hace varios meses, más de cuatro años después de haber sido puesta bajo custodia.Pilinguaq es un caso excepcional de una madre groenlandesa que se ha reunido con su hija.Ella y su hija, que fue puesta bajo tutela al año de edad, se reencontraron hace unos meses. Su hija ahora tiene 6 años.Pilinguaq, de 39 años, cuenta que recibió la inesperada noticia en una llamada telefónica de los servicios sociales.»Empecé a llorar y a reír al mismo tiempo. No me lo podía creer. No dejaba de pensar: ‘¡Dios mío, vuelve a casa!'», afirma.Los tres hijos de Pilinguaq fueron puestos bajo tutela en 2021. Los otros dos tenían 6 y 9 años en ese momento.Ella afirma que aceptó que las autoridades locales pusieran a sus hijos bajo tutela temporal mientras encontraba un nuevo hogar adecuado para ellos.Pilinguaq creía que sus hijos pronto regresarían con ella, pero no fue así, y tuvo que someterse a una evaluación de aptitud parental.Esta concluyó que tenía un patrón de relaciones disfuncionales y que no era apta para ser madre.»Pueden llevársela en una hora»Unos meses después de que su hija de 6 años regresara a casa, las autoridades locales informaron a Pilinguaq de que sus otros dos hijos mayores volverían con ella en diciembre.La decisión de que los niños regresaran a la custodia de Pilinguaq fue tomada por las autoridades locales, no por recomendación del informe gubernamental.Las autoridades locales se negaron a hacer comentarios sobre su caso.Pasar más de cuatro años separadas ha dificultado a Pilinguaq reconstruir su relación con su hija.»Si voy al baño y cierro la puerta, le da un ataque de pánico y dice: ‘Mamá, no te encuentro'», asegura Pilinguaq.También confiesa que le aterra volver a perder a su hija: «Pueden llevársela en una hora. Pueden hacerlo otra vez».Pie de foto, Keira le ha fabricado a su hija Zammi un trineo de madera para su primer cumpleaños.Keira ahora se prepara para el primer cumpleaños de Zammi en su ausencia.Está construyendo a mano un trineo tradicional de Groenlandia con madera, con un oso polar dibujado en la parte delantera.A principios de este mes le comunicaron que su hija no volvería a casa, al menos por ahora, pero no ha perdido la esperanza.Keira aún conserva una cuna junto a su cama y otra en el salón, además de fotos enmarcadas de Zammi en las paredes, junto con ropa de bebé y pañales.»No dejaré de luchar por mis hijos. Si no gano esta lucha, será la lucha de mis hijos en el futuro», sentencia.Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas. Relacionado
Ver noticia original