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Parana » AIM Digital
Fecha: 21/11/2025 07:46
Hace hoy 180 años, el 20 de noviembre de 1845, se libró en la Vuelta de Obligado, en el rio Paraná, una batalla desigual entre una flota anglofrancesa y la resistencia criolla. Los buques franceses ya habían bloqueado el puerto de Buenos AiRes de 1838 al 40, pero en 1845 se sumaron los ingleses porque ambas potencias pretendían usar el Paraná como propio para comerciar con el norte. En uno de sus libros Arturo Jauretche se pregunta si los buques argentinos, con esa lógica, hubieran podido hacer lo mismo en el Támesis invocando como los ingleses la "libertad de los ríos" En la raíz del problema estaban las dificultades que para el comercio inglés y francés implicaba el sitio de Montevideo, que no podían romper. El interés de los imperios por el comercio en el Plata y el modo sesgado de presentarlo se ve con total claridad en el libro de Alejandro Dumas, escritor francés consagrado entonces en su país, "Montevideo o la Nueva Troya". Dumas nunca estuvo en el Uruguay, todo su conocimiento del caso era libresco. Montevideo, que era capital del Uruguay como país independiente desde 1830, aparece en la obra de Dumas como paralela a la Troya de Homero, sitiada por los aqueos. En el libro Artigas, Rosas, Facundo, Rivadavia y Garibaldi son personajes literarios. Rosas y Artigas son "bárbaros", y Montevideo es un faro de civilización; es decir, se repite el esquema de civilización contra barbarie, el mismo de Sarmiento en el “Facundo”. Montevideo estuvo sitiado por Oribe muchos años, como parte de la "Guerra Grande" oriental. En la plaza de la Independencia de Montevideo, a metros del monumento de Artigas, está emplazada la gran puerta de piedra de la ciudadela, donde Uribe mantuvo presos durante años a blancos y colorados. El brillo de la civilización era equivalente a la libertad de comercio, o "libertad de los ríos" para este caso, y se debía conseguir mediante los cañones de la flota. Las fuerzas bloqueadoras remontaron el Paraná. Los ingleses con los vapores Gorgón y Fireband; la corbeta Comus y los bergantines Philomel, Dolphin y Fanny, con 50 cañones. Los franceses con el vapor Fulton, los bergantines San Martín el Pandour y Prócida, y la corbeta Expeditive, con 49 cañones. El gobierno de Juan Manuel de Rosas designó a Lucio Mansilla para tratar de impedir el paso de la escuadra anglofrancesa de 90 navíos mercantes protegidos por 12 buques de guerra. En la vuelta de Obligado, entre San Pedro y Ramallo, el río era angosto y consecuentemente más profundo, con barrancas de 20 metros de altura. Protegidas por la vegetación Mansilla instaló allí la baterías “Manuelita”, con siete cañones; la “General Mansilla”, con 3 cañones de bajo calibre; la “General Brown”, con 5 cañones y la “Restaurador Rosas”, comandada por Alvaro Alzogaray, un ascendiente del célebre ministro del siglo XX, que entonces estaba en una tarea muy diferente de la de su descendiente del mismo nombre. Frente a la batería "“General Mansilla" se tendieron tres filas de cadenas apoyadas en barcazas, que llegaban hasta la otra orilla, con la intención de impedir el paso de los buques Al ver llegar la formación extranjera, Mansilla arengó a los suyos: ¡Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra república, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos!” Hubo un bombardeo intenso sobre las cuatro baterías, empezando por la "Restaurador Rosas" pero los buques que se habían acercado quizá demasiado se alejaron porque empezaron a sufrir daños. Cuando el bombardeo ya había hecho su efecto y las baterías costeras se habían quedado sin munición, los anglofranceses, que habían cortado las cadenas con herramientas apropiadas, desembarcaron y entablaron una lucha cuerpo a cuerpo contra los defensores de ls baterías Llegada la noche, había en el campo 250 argentinos muertos y 400 heridos; los atacantes contaron 26 muertos y 86 heridos. En el lugar, en la costa del río, Rafael Obligado, poeta porteño cuya familia era propietaria de los campos que daban nombre al lugar, colocó años después una cruz de madera sobre la fosa común, junto al río. El punto de vista de Obligado, muy diferente de los anglofranceses, está descripto en su poema "El Seíbo": Yo tengo mis recuerdos asidos a tus hojas, yo te amo como se ama la sombra del hogar, risueño compañero del alba de mi vida, seíbo esplendoroso del regio Paraná. Los buques permanecieron un mes en el lugar para reparar el daño a que habían sido sometidos. Pero en síntesis, la batalla de la Vuelta de Obligado fue una derrota, que por alguna razón se ha hecho coincidir con el día de la soberanía. La siguió una victoria, poco conocida, de la batalla de Punta Quebracho, en lo que hoy es el Puerto San Martín, en Rosario. Puerto Quebracho es el triunfo argentino sobre la flota anglofrancesa, que volvía del norte, de comerciar sobre todo con Corrientes, y debía pasar de nuevo aguas abajo. La batalla se libró el 4 de junio de 1846, ocho meses después de la Vuelta de Obligado El profesor de historia César Baudino, ex secretario general de Agmer, señala que las tropas de la Confederación Argentina a cargo de Lucio Mansilla, derrotaron esta vez en Punta Quebracho a la escuadra imperial en un batalla de tres horas. Resguardados por las barrancas, los argentinos esperaban a los anglofranceses con 17 cañones, 600 infantes, 150 carabineros y algunos patricios. Había defensores en suelo santafesino y en suelo entrerriano, el batallón Santa Coloma. A la vista de los buques extranjeros que venían río abajo comenzó el cañoneo. Las armas argentinas no eran visibles desde los barcos porque estaban detrás de la barranca. Los invasores no tuvieron respuesta adecuada y ante los daños que estaban sufriendo huyeron perseguidos por el nutrido fuego criollo. Hubo dos mercantes hundidos, cuatro incendiados y los buques de guerra Harpy y Gorgon dañados. El capitán inglés Hotham informó sobre las bajas del Quebracho: “Los buques han sufrido mucho. Escapar con la mayor velocidad posible fue el único objetivo”. El historiador José María Rosa dice que la armada invasora sobreviviente, logró alcanzar el puerto de Montevideo, pero en vista de los acontecimientos, los dos países más importantes del mundo (El Reino Unido y Francia) de aquella época decidieron no intentar una segunda expedición. A la vista del resultado negativo de su aventura "libertaria" los aliados europeos enviaron misiones conciliatorias. Finalmente, dice Baudino, los británicos decidieron negociar por separado y luego de levantar el bloqueo a Buenos Aires y de difíciles conversaciones, su enviado Southern firmó con el ministro argentino Arana en 1849 el tratado de paz. Al año siguiente, 1850, el francés Le Prédour y el ministro Arana lograron un acuerdo similar al suscripto con Inglaterra. El tratado satisfacía plenamente la posición argentina. Estableció que “se devolvía a la escuadra argentina la isla Martín García, la flota invasora saludaría al pabellón nacional como desagravio, con 21 disparos de cañón y se reconocía que la navegación de los ríos interiores era exclusivamente argentina”. Nuestra diplomacia obtuvo un definitivo y brillante triunfo que fue altamente valorado por todas las naciones del mundo”. (Fermín Chávez – José M. Rosa). El contrasentido de esta heroica Batalla de Punta Quebracho el 4 de Junio de 1846 es que en el mismísimo lugar del triunfo patriota hoy opera la multinacional cerealera Cargill. De la Redacción de AIM.
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