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» El Ciudadano
Fecha: 20/11/2025 23:41
Miguel Passarini Mientras la obra transcurre, como solía hacerlo Tadeusz Kantor, Aldo El-Jatib ocupa un lugar en escena, que es un lugar del poder y del testigo. Lejos de intentar ser un personaje, está allí, como lo ha hecho en estos treinta años, con su overol, para recordar/nos que los monstruos que estaban agazapados en las sombras, como lo dijo hasta el cansancio en todas sus obras, hoy son títeres del poder real, y que una vez más, la máquina que pone a funcionar con sus actores en escena, en un guiño al absurdo, tiene por objetivo reconstruir los despojos de un pasado de imágenes sobre las que decanta el discurso repetido del horror y del fracaso que una y otra vez vuelve a comenzar. Así, como un loop interminable, Todo terminará para Navidad, al mismo tiempo que encierra un concepto del pasado y de la guerra, expresa la lógico poético-política de un equipo de trabajo donde la disciplina, el uso de las metáforas y un sinnúmero de imágenes que van de la conmoción al espanto definen un rompecabezas. Volviendo a Kantor, que tan bien convive con las propuestas de El Rayo Misterioso, lo que pasa en escena se vuelve una rémora, una abstracción del mundo real, un poderoso acontecimiento que inquieta y provoca y del que nadie sale ileso, quizás esta vez como nunca antes. “Sesenta y seis minutos antes de Nochebuena”. En ese preciso momento, el equipo de El Rayo Misterioso instala su nuevo espectáculo, en el que vuelven sobre sus temas basales donde, entre más, aparece fuertemente la búsqueda del origen de la violencia y la incomprensión de la sociedad contemporánea, diezmada por la estupidez de una falsa idea de libertad, algo que está muy lejos de romantizar ese momento del año donde la gente brinda y festeja, aquí tomando como disparador una predicción errónea del comienzo de la Primera Guerra Mundial, de 1914, que es fácilmente trasladable al presente. Luces y un universo sonoro con la habitual efectividad, la puerta de MUZ reaparece y vuelve abrirse en su conmocionante provocación de cuerpos y palabras con una belleza y precisión insoslayables. Pero también están allí los recortes de la pobreza de Cirujas y RAM, el juego con el lenguaje y la inmigración de Macchina Napoli, el poder de los conjuros de La consagración de las furias, los fantasmas personales de El fabuloso mundo de la Tía Betty y del suicidio cercano y doloroso al suicidio colectivo con la ultraderecha gobernando en una democracia desconcertada por el poder de los medios hegemónicos. Y más acá en el tiempo, también dice presente lo más fagocitante de la última dictadura cívico-militar de La orden del dragón, como tantas otras imágenes que entre todas edificaron y edifican un imaginario propio, distópico, por momentos incómodo pero nunca ficcional o artificial, acaso uno de los fundamentos de la búsqueda antropológica que El-Jatib y su equipo transitan en cada proceso de creación y montaje de una obra. En escena se multiplican en un sinfín de personajes casi espectrales, Sebastián Arriete (Enrico), Exequiel Orteu (Mario), Leticia Beux (La Nonna), Josefina Valdés (Pasquala), Marcelo Lavatelli (Pippo) y el propio El-Jatib (Mortcinder, en un homenaje a la historieta con guion de Héctor Germán Oesterheld y dibujos de Alberto Breccia), quien tiene además a su cargo texto, dramaturgia y dirección general, con operación técnica de Maywa Vargas, registro audiovisual de Juan Mollo, prensa y comunicación de Mariel Cortez Piñero y producción general de El Rayo Misterioso. Ese teatro fantasmal que tan bien construye El-Jatib es aún más político que otras veces. Vertiginoso en las acciones, que lejos de perderse en el mensaje lo potencian en su pulsión dramática, incluso en medio del horror abriendo una puerta al humor de la mueca, la parodia y los payasos, el individualismo del presente, entre textos, imágenes y sonidos donde la historia propia y la colectiva se las ingenian para irrumpir, la tragedia se vuelve inevitable, la bandera blanca flamea, y las estrofas de la icónica “Bella Ciao”, clásico popular italiano identificado con la resistencia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial, empieza a impregnar a las y los espectadores en un final donde, al menos por esta vez, el aplauso se vuelve algo imprescindible e irremplazable. Para agendar Todo terminará para Navidad se presenta los viernes, a partir de las 21, en el Teatro del Rayo (Salta 2991). Las entradas anticipadas se reservan a través del WhatsApp +549-341-584-2730. IG: @teatrodelrayo
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