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    Paraná » Entreriosactual

    Fecha: 19/11/2025 19:06

    UCR Y PJ: DOS PARTIDOS QUE LOS DEVORA LOS INTERESES PERSONALES, EL INDIVIDUALISMO, Y LA TRAICIÓN. ALEM, IRIGOYEN Y PERÓN, QUEDARON EN EL OLVIDO Editorial: “Historias perdidas, memorias traicionadas: la política entrerriana entre el silencio y la conveniencia” En Entre Ríos, la política se juega tanto en los despachos como en la historia. En los últimos años, silenciosamente, se han ido borrando registros, desapareciendo notas, y apagando rastros digitales que formaban parte de lo reciente del PJ y de la UCR. No se trata solo de negligencia tecnológica: hay en ese borrado una disputa por el control del relato, por quién cuenta la historia y quién la entierra. El peronismo sin espejo El Partido Justicialista entrerriano, que alguna vez fue un engranaje de poder aceitado y territorial, atraviesa una de sus etapas más confusas. Adán Bahl, el exintendente de Paraná y excandidato a gobernador, terminó atrapado en una red de internas donde los liderazgos se diluyen entre acusaciones y lealtades en fuga. A su alrededor, el “bahtlismo” intenta sostener su peso territorial mientras figuras como Carolina Gaillard se mueven con autonomía, buscando reposicionarse entre un justicialismo fragmentado y un progresismo que ya no confía del todo en el sello PJ. El problema no es solo de nombres, sino de memoria partidaria. Archivos internos, publicaciones digitales, notas críticas o documentos de gestión —todo lo que podría servir para reconstruir la coherencia ideológica de un movimiento— empieza a desaparecer. Y donde se borra la historia, crece la impunidad política: nadie recuerda quién traicionó a quién, quién pactó con quién, ni quién decidió entregar lo que alguna vez se llamó “proyecto entrerriano”. La UCR y sus espejos rotos Del otro lado, la UCR tampoco escapa al desconcierto. La vieja estructura radical se fragmenta entre tres nombres: Atilio Benedetti, Darío Schneider y Pedro Galimberti. Cada uno representa un estilo y una historia, pero ninguno logra consolidar una referencia unificadora. Benedetti mantiene su perfil empresario y negociador, Schneider se perfila con ambiciones de gestión y Galimberti intenta resistir con discurso federal, aunque todos giran alrededor de la alianza con el PRO Y LLA, donde el peso propio del radicalismo se ha ido diluyendo. Mientras tanto, los archivos de prensa y documentos internos que registraban debates, posturas, y contradicciones dentro del radicalismo también van desapareciendo. La historia reciente del partido se desarma, como si el olvido fuera más conveniente que la rendición de cuentas. Una política sin pasado ni vergüenza Tanto en el PJ como en la UCR, la desaparición de la historia, no es casual: es política. Borrar noticias, eliminar publicaciones, hacer desaparecer registros de decisiones o enfrentamientos es una forma moderna de censura. Ya no hace falta quemar libros; alcanza con un clic, con una orden telefónica o con el cierre de una cuenta institucional. Así se reescribe la historia, no para aprender de ella, sino para ocultar responsabilidades. Entre Ríos, tierra de caudillos y memoria, parece hoy atrapada entre la desmemoria digital y las lealtades en oferta. Los nombres cambian, los sellos se reciclan, pero el problema es el mismo: cuando los partidos pierden sus archivos, pierden también su alma.

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