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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 19/11/2025 00:31
Para Daniela Lucena, socióloga experta en arte y diseño e investigadora del CONICET, el recorrido histórico local evidencia una transformación notable: se superaron periodos de homogeneidad estética para dar lugar a identidades plurales En una conversación sobre la evolución de la moda en la Argentina, Daniela Lucena, socióloga especializada en arte, moda y diseño e investigadora de CONICET, sostuvo que “la idea de la moda como un discurso único, autoritario y homogéneo se cayó definitivamente; hoy existen modas en plural, estilos fragmentados y cada persona construye su forma de vestir desde su subjetividad”. Para Lucena, la transformación no solo responde a cambios culturales y sociales, sino que marca “una apertura inédita de sentidos y discursos que circulan a través de la ropa”. Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la tarde. En este contexto, Lucena profundizó sobre los cruces entre moda, arte e identidad local, repasó los ciclos de auge y reinvención en la historia argentina y reflexionó sobre el impacto de fenómenos recientes como el fast fashion y la personalización en las formas de vestir actuales. El análisis de Lucena partió de una perspectiva histórica, al señalar cómo, desde los años sesenta, los límites entre arte y moda comenzaron a desdibujarse en la escena porteña. Citó casos emblemáticos de artistas vinculados al Instituto Di Tella que, al no poder vivir de la venta de obras plásticas, incursionaban en el diseño de textiles y prendas cotidianas. Entre los ejemplos más notables, mencionó la colaboración entre Dalila Puzzovio y la histórica zapatería Grimoldi: “Era toda una novedad que una artista saliera a buscar un auspiciante y convenciera a una zapatería para producir doble plataforma”, detalló Lucena. De aquel experimento quedó tanto una pieza exhibida como obra en el Di Tella como zapatos comerciales en vidrieras porteñas, un punto de inflexión en la circulación del arte. A criterio de Daniela Lucena, socióloga e investigadora del CONICET, la evolución en las expresiones estéticas nacionales puede observarse en la transición de reglas estrictas y repetidas a propuestas más flexibles, creativas y personales Para la experta, la historia de la moda local muestra una permanente tensión entre la importación de tendencias extranjeras y la búsqueda de una voz propia. “En ese sentido, sí hay una moda argentina, sobre todo cuando ciertos diseñadores deciden pensar en un discurso local frente a lo que llega de afuera”, afirmó. Y puso el foco en el surgimiento, a partir de la crisis de 2001, del diseño de autor como fenómeno identitario: “Paradójicamente, en ese momento tan difícil para la industria textil, emergió una camada de egresados de la Universidad de Buenos Aires que apostaron fuerte por el diseño de indumentaria nacional”. Entre ellos, destacó la figura de Pablo Ramírez, a quien describió como “un artista total” por conjugar una estética teatral, el uso recurrente del negro y el control integral de los procesos creativos, desde la prenda hasta la escenografía de pasarela. Lucena repasó otras escenas relevantes en la formación de la identidad local: “En los ochenta y noventa hubo una movida muy under, más experimental, con fuertes cruces entre artistas y arquitectos”. Recordó, por ejemplo, a Federico Mora, figura central de la banda Virus, quien antes de la música tuvo un local de ropa influyente por su curaduría y diseño propio. Además, se detuvo en la experiencia de Sergio Delloffe y su círculo de Los Genios Pobres, marcado por la innovación desde la precariedad en espacios míticos como Bar Bolivia: “Lo de Delloffe era una alta costura de la periferia, con trajes realizados íntegramente en papel, y bautizó su bar como Bolivia a modo de reivindicación de lo marginal”. Consultada sobre la percepción de la moda en la calle, Lucena fue categórica: “Antes existía una ilusión de homogeneidad, la moda como ese gran relato donde te decían cómo tenías que vestirte para encajar. Hoy eso se desmoronó: hay pluralidad, tendencias superpuestas y las personas crean su propio estilo a partir de preferencias, representación e identidades diversas”. Para la socióloga, la nostalgia por los años sesenta —época de coloridos minifaldas, plataformas y pop— se explica por la fuerza de imaginarios colectivos más cohesionados, en contraste con la contemporaneidad, donde reina “la diversidad absoluta y la velocidad”. La evolución de la moda argentina revela una transformación hacia la personalización y pluralidad La conversación, enriquecida por múltiples ejemplos y anécdotas, permitió delinear las causas y consecuencias de la actual fragmentación. El cambio central, indicó la entrevistada, radica en el fin del “gran relato autoritario” de la moda, que dictaba patrones de cuerpo, conducta y consumo: “La moda es hoy cada vez menos prescriptiva; se ha vuelto un fenómeno mucho más flexible. Las tendencias existen, pero lo dominante es la personalización, el uno a uno. Cada microgeneración o incluso cada usuario de redes sociales puede armar su propio feed, su propio universo visual, sin depender más de grandes casas o editoriales”. Sobre el rápido recambio de estilos, la experta aludió a la irrupción del fast fashion, fenómeno que aceleró la obsolescencia y multiplicó la oferta: “Lo que antes era una década de tendencias, ahora lo ves en un año; todo se quema más rápido y deja una huella más pequeña. La moda se volvió fast food”. Según la especialista, esto redujo el peso identitario de cada ciclo y complejizó la tarea de rastrear signos distintivos a nivel nacional: “Quizás nos falte distancia crítica para analizar qué será lo propio del presente; necesitamos dejar pasar tiempo para comprender los rasgos de estos primeros veinte años del siglo”. Al ser invitada a enumerar los mensajes predominantes de la moda contemporánea, Lucena priorizó los discursos disruptivos: “Hoy me interesan los mensajes ligados a la diversidad corporal, la sustentabilidad y el consumo responsable. Hay una fuerte ola de segunda mano, preocupación por los materiales, por las condiciones de producción. Y, sobre todo, una reivindicación del bienestar y la autenticidad; deja de ser importante seguir un estilo para adecuarse a la norma y pasa a primer plano aquello que nos haga sentir cómodos y representados”. El impacto del fast fashion aceleró los ciclos y profundizó el eclecticismo en la moda argentina Sin embargo, reconoció que siguen presentes algunos lugares comunes: “En las redes todavía aparecen imágenes hegemónicas que reivindican la delgadez extrema —mucho de los años noventa—, pero por otra parte se abren discursos superpotentes y alternativos”. La función de las supermodelos, por ejemplo, se diluyó en beneficio de influencers y figuras múltiples y efímeras: “No existen más las supermodelos. Ahora es una multiplicidad, todo es mucho más efímero y segmentado”. El recorrido por las décadas permitió a Lucena desmenuzar cómo la moda argentina ha sido históricamente un laboratorio de cruces, mestizajes y apropiaciones: “Una y otra vez, diseñadores y artistas han reinventado lo local, tomando algo de afuera y transformándolo; nunca hubo un corte total con las tendencias globales, pero siempre existió la voluntad de contar una narrativa propia desde el vestir”. Entre los desafíos actuales, la socióloga remarcó la necesidad de dar valor a la experimentación y a las identidades periféricas: “Experiencias como las de los ochenta, con desfiles de papel y oficios reinventa desde la carencia, son lecciones de creatividad que siguen vigentes”. En este sentido, subrayó la importancia de seguir pensando a la moda como un campo de debate cultural, incómodo y a la vez vital para entender los lenguajes sociales y políticos de cada época. Por último, la investigadora subrayó que “dejar atrás la noción de moda única implica abrir el juego a múltiples voces, prácticas y reivindicaciones; el futuro será, seguramente, aún más fragmentado, pero también más libre y creativo”.
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