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    » Elterritorio

    Fecha: 16/11/2025 10:21

    Entre cambios estéticos y giros ideológicos, la sociedad avanza en círculos donde lo "nuevo" es apenas una versión reciclada de lo anterior. domingo 16 de noviembre de 2025 | 6:00hs. Imagen referencial. Si usted ha vivido lo suficiente (en cantidad de años, no importa lo cualitativo en este caso), habrá visto que en las calles la cintura de los pantalones sube y baja cíclicamente. Uno podría hacer una línea de tiempo y sería similar a esas tan bonitas que nos permiten las nuevas tecnologías cuando, por ejemplo, dejan una cámara fija a lo largo de un año y en cuestión de minutos vemos las plantas perder sus hojas y recuperarlas, el sol salir cada vez más tarde y de nuevo temprano en primavera-verano, la nieve acumularse al costado de la calle y luego derretirse (en Misiones no, pero use la imaginación, ¿quiere? Colabóreme un poquito con la comparación). Es la moda, estúpido, como lo fue (y lo seguirá siendo eternamente) la economía, desde el principio de los tiempos y, institucionalizada, desde la campaña de Clinton en 1992. ¿No estamos aquí para hablar de pantalones, verdad? No, pero puede ayudarnos. Dedíquele un rato a mirar fotos de las décadas precedentes (las del porvenir no las tenemos todavía). ¿Qué opina de esa ropa, esos peinados? En algunos casos le guardará cariño, en otros dirá que nunca debió irse y en muchos saldrá espantado. No se preocupe, que así como todo pasa, (casi) todo vuelve. Remeras largas, remeras cortas. Trajes entallados, trajes sueltos. Pelo corto, largo, rapado, a medias, batido, lacio a más no poder... Barba sí, barba no. ¿El bigote? Un espanto típico de viejo… ah, pero ahora vuelve… y se va otra vez. Riñonera, típica de viejo, de contrabandista, producto ultra fashion top en las pasarelas… por un tiempo. Tantas y tantas formas, porque, claro, si yo tengo una empresa que vende ropa (o si soy peluquero, supongo), cada tanto tengo que ofrecer algo distinto, que si no la gente no me va a comprar más. Simple lógica comercial, que con matices se aplica también a otros ámbitos. ¿Por qué todos los electrodomésticos de los 80 se parecían entre sí? ¿Por qué los de ahora también se parecen? ¿Por qué las casas, los autos y tantas otras cosas siguen las mismas tendencias (o un reducido número de ellas) en determinados momentos de la historia? La respuesta no lo va a sorprender. Y yo no se la pienso dar, ya la habrá intuido a esta altura. Veamos ahora qué pasaba (ya que hablamos de historia) allá por los 60. El auge de los hippies en plena guerra de Vietnam no es casual. El Mayo Francés no es casual. Si el poder, el gobierno, la tendencia es el imperio de la fuerza militar, de resolver los problemas a puro garrotazo, que alguien hable de paz y amor, de un estado de bienestar, de escapar del consumismo para lograr una sociedad más justa y fraterna es revolucionario. Pues bien, la revolución en tiempos de reivindicación de minorías, de derechos adquiridos, de respeto por el medioambiente, de tolerancia a las diferencias y rechazo de la intolerancia no podía venir sino de quienes postulan, sostienen, defienden lo contrario. ‘Rebelarse vende’, pusieron en evidencia Joseph Heath y Andrew Potter en 2004. Explicaban por entonces que la izquierda había centrado demasiados esfuerzos en asuntos de escasa importancia y descuidado “las grandes cuestiones que sí tienen efecto en la vida de la gente”. No es lo único, claro, y me contradiría si lo simplifico como el principal motivo detrás de los resultados electorales (en Argentina y en muchas partes del mundo), del clima de época, del pensamiento de la mayoría, pero no hay que subestimar el efecto de la moda. Mis abuelos usaban la ropa de una forma, yo me la compro de otra. Mis padres votaban a unos, yo elijo a los de enfrente. Sin olvidar que muchos de los hippies de ayer son los conservadores de hoy. ‘Rebelarse vende’. Y se paga bastante bien.

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