15/11/2025 14:45
15/11/2025 14:45
15/11/2025 14:41
15/11/2025 14:40
15/11/2025 14:39
15/11/2025 14:38
15/11/2025 14:37
15/11/2025 14:36
15/11/2025 14:35
15/11/2025 14:34
» Data Chaco
Fecha: 15/11/2025 11:34
Juan Carlos Tuyaré. El término seguidores se puso nuevamente de moda con la llegada de las redes sociales. Todo el mundo quiere tener seguidores, y cuantos más sean, mejor. Ahora bien, la palabra seguidores no es nueva, ya fue utilizada para el contenido del texto bíblico, hace más de 500 años. Una de las primeras veces que aparece, es en el relato del evangelio según San Mateo, en el contexto de una conversación entre Jesús y ciertos pescadores, a quienes les dijo: "Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres" y el relato continúa diciendo: "Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron". Hubo otros seguidores Sin bien es cierto que muchos líderes tuvieron seguidores -aún antes de Cristo- los escritores bíblicos acuñaron esa palabra para mencionar específicamente a quienes luego se convirtieron en los discípulos de Jesús. También es cierto que una persona puede transformarse en seguidor de otra por distintos motivos; puede ser por un genuino interés en acompañar ideas, o también por buscar conseguir determinados intereses personales. Respondiendo a este tipo de pretensiones, Jesús se dio cuenta que había quienes le seguían, pero no creían en lo que enseñaba, y él les reprochó esa actitud. Porque la mayoría de los seguidores estaban entusiasmados, ya que a esa altura de los acontecimientos había realizado muchos milagros, y ellos tenían también interés en conseguir algo. Como se suele decir: lo seguían por los panes y los peces. Ya no andaban con El Como resultado de ello, ocurrió que después de aquel reproche, el texto bíblico del evangelio según San Juan, señala que: "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él"; incluso, viendo el abandono de sus recientes seguidores, Jesús les dijo también a sus 12 discípulos: "¿Ustedes también se quieren ir?" Aquí -hablando metafóricamente- aparece la otra cara de la moneda, ya que la relación de los seres humanos con Jesús tiene por lo menos dos caras, aceptar su amor, pero también sus exigencias. Una cara es la que muestra a un Jesús que todo te da; pero la otra, muestra todo lo que te pide. Tiene un precio Y existen creyentes que no están dispuestos a la segunda parte, porque nunca les enseñaron que ser seguidor o discípulo de Cristo; tiene un precio: la obediencia a sus enseñanzas. A tal punto es así, que alcanza a la misma salvación del alma. Nunca deberíamos olvidar, que el mismo dijo, que en aquel día serán abiertos los libros en el cielo, y el que no se halle inscripto en el libro de la vida, será arrojado al lago de fuego. Existen por lo menos dos tipos de situaciones: la primera, la gente que está fuera de la iglesia; la segunda, quienes están dentro de la iglesia. A los primeros no le podemos pedir que cambien, porque sin el poder transformador de Cristo no lo podrán hacer; pero a los segundos, a los que están dentro de la iglesia, es nuestra responsabilidad recordarles la necesidad de cambiar lo viejo por lo nuevo. Responsabilidades del cristiano El apóstol Pablo, dijo a los cristianos colosenses: "Hagan morir lo terrenal en ustedes: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría". Esta enseñanza es parte de un llamado más amplio a los creyentes para que se despojen de su vieja naturaleza ("el viejo hombre") y se revistan de una nueva vida en Cristo, lo que implica un esfuerzo intencional por parte de la persona para abandonar las conductas que no convienen. En conclusión, nada ganamos pidiéndoles que cambien a quienes no podrán hacerlo por no estar en Cristo; pero para quienes estamos en Cristo, es un mandamiento mejorar nuestras conductas cada día. No somos perfectos, pero debemos buscar la perfección. No es que lo hayamos logrado ya, pero una cosa hacemos: vamos en busca de la meta. No volvamos atrás.
Ver noticia original