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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/11/2025 22:40
La pérdida de un sentido podría anticipar problemas cardíacos en adultos mayores (Imagen Ilustrativa Infobae) La percepción sensorial, más allá de su papel en la experiencia cotidiana, puede ofrecer señales tempranas sobre el estado general del organismo, ya que los sentidos no solo permiten interactuar con el entorno, sino que también se vinculan con la salud integral, en particular con el bienestar cardiovascular. En los últimos años, la comunidad científica ha comenzado a explorar cómo las alteraciones pueden anticipar o acompañar el desarrollo de enfermedades cardíacas y otras afecciones asociadas al envejecimiento. Esta perspectiva ha impulsado investigaciones que sugieren que podría ser una advertencia temprana de riesgos para el corazón y otras condiciones graves, especialmente en adultos mayores. El interés por la relación entre la salud sensorial y el sistema cardiovascular ha crecido de manera notable. Diversos estudios han demostrado que la disminución de capacidades como la audición o el olfato no solo afecta la calidad de vida, sino que también se asocia a un mayor riesgo de demencia, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia cardíaca. Así, los sentidos se perfilan como posibles indicadores de vulnerabilidad fisiológica, capaces de alertar sobre procesos patológicos antes de que se manifiesten síntomas evidentes. Investigaciones científicas vinculan la disminución sensorial con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares (Imagen Ilustrativa Infobae) Pérdida de olfato y repercusiones en la salud cardiovascular Recientes ensayos científicos han puesto el foco en el sentido del olfato y su vínculo con la salud cardíaca. Un estudio que analizó a más de 5000 adultos mayores concluyó que quienes presentaban uno deficiente tenían casi el doble de probabilidades de desarrollar enfermedades cardíacas en un periodo de dos a cuatro años, en comparación con quienes conservaban esta capacidad. Este riesgo adicional disminuía con el paso del tiempo y dejaba de ser estadísticamente relevante a los ocho o nueve años de seguimiento. La investigación, liderada por la doctora Keran Chamberlin de la Universidad Johns Hopkins, utilizó la prueba “Sniffin’ Sticks” para evaluar la capacidad de identificar olores cotidianos como café, rosa, plátano, limón, humo y canela. Los participantes, con una edad promedio de 75 años, se clasificaron según su desempeño: buen olfato, moderado y deficiente. El seguimiento a largo plazo permitió observar que la pérdida olfativa se asociaba no solo a enfermedades cardíacas, sino también a un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca y mortalidad. El deterioro del olfato se asocia a cambios en la nutrición, el estado de ánimo y la actividad física (Imagen Ilustrativa Infobae) El cardiólogo Neil Shah explicó: “Está parcialmente relacionado con el flujo sanguíneo hacia esas áreas de la nariz. Para que esos sentidos funcionen correctamente, es necesario un buen flujo sanguíneo y un suministro adecuado de sangre a esas áreas, de forma similar a las enfermedades que pueden afectar a las arterias coronarias o a las arterias del corazón”. Por su parte, el otorrinolaringólogo e investigador Nicholas Rowan destacó que estos hallazgos refuerzan la idea de que la función olfativa es mucho más que una simple molestia: “Es una posible señal de alerta temprana de un deterioro de la salud y una mayor vulnerabilidad a enfermedades relacionadas con la edad”, manifestó en diálogo con la revista Everyday Health. Asimismo, consideró especialmente relevante que la asociación entre el mal olfato y las enfermedades cardíacas fuera más fuerte en los primeros años y luego se debilitara, lo que sugiere que la pérdida olfativa podría ser un signo temprano de deterioro fisiológico, más que una causa directa. Adultos mayores con deficiencia sensorial duplican el riesgo de enfermedades cardíacas en los primeros años (Imagen Ilustrativa Infobae) Otro estudio, dirigido por el epidemiólogo Honglei Chen, analizó a más de 2500 adultos mayores. Los resultados mostraron que quienes tenían un olfato deficiente presentaban un riesgo aproximadamente un 30% mayor de desarrollar insuficiencia cardíaca congestiva, aunque no se observó una relación significativa con la cardiopatía coronaria o los accidentes cerebrovasculares. El experto señaló que “el deterioro podría estar relacionado con el envejecimiento acelerado”, y subrayó la necesidad de investigar más a fondo este fenómeno. Los especialistas plantean varias hipótesis, que van desde problemas compartidos en los vasos sanguíneos que afectan tanto al olfato como al corazón. Incluso, han notado cambios en el estilo de vida derivados de la disminución del placer al comer, lo que puede influir en la nutrición, el estado de ánimo y la actividad física. La fragilidad, entendida como una menor capacidad del organismo para soportar el estrés de enfermedades o lesiones, se ha vinculado tanto a la pérdida olfativa como a un mayor riesgo cardiovascular. Recomendaciones profesionales y advertencias sobre la interpretación de los hallazgos Frente a la evidencia acumulada, los especialistas insisten en que la pérdida de este sentido, aunque es frecuente en la vejez, no debe considerarse una consecuencia inevitable del envejecimiento. Si bien es común que la sensibilidad olfativa disminuya con los años, una pérdida repentina o significativa puede indicar problemas de salud subyacentes, como infecciones virales, enfermedades neurodegenerativas o, potencialmente, riesgo cardiovascular. Las pruebas sensoriales rutinarias podrían convertirse en una herramienta clave para detectar riesgos cardiovasculares (Imagen Ilustrativa Infobae) Rowan, en declaraciones con Everyday Health ha señalado que las pruebas de olfato rutinarias en adultos mayores podrían ser una herramienta útil y económica para identificar a personas con mayor riesgo de deterioro generalizado de la salud. A pesar de su sencillez y carácter no invasivo, estas pruebas rara vez se aplican fuera de los entornos de investigación. La cardióloga Khadijah Breathett, citada por la Asociación Americana del Corazón, expresó su interés en determinar si la pérdida sensorial es un biomarcador de otros procesos fisiológicos. De este modo, la experta remarcó: “No tiene mucho sentido que provoque insuficiencia cardíaca”, ya que el estudio no demostró causalidad, sino que abre nuevas preguntas para orientar futuras investigaciones. Chamberlin recomienda que los adultos mayores presten atención a cualquier cambio inexplicable y persistente en su sentido del olfato y consulten a su médico de cabecera para identificar posibles causas. Su consejo es trabajar junto al profesional para analizar las posibles causas y las formas de abordar los problemas de salud detectados. Shah, por su parte, advierte que los jóvenes no deben alarmarse si experimentan dificultades olfativas, ya que la investigación se centró en adultos mayores y la relación con la salud cardiovascular puede variar según la edad. “No queremos que la gente se entere de este estudio o lea sobre él y piense: ‘Estoy perdiendo el sentido del olfato. Estoy al borde de un ataque al corazón’”, puntualizó el cardiólogo.
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