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Concordia » Hora Digital
Fecha: 12/11/2025 20:02
Entre enero y mayo de 2025 se vendieron más de 1,5 millones de unidades de fármacos para dormir, mientras el 60% de la población reporta dificultades para conciliar el sueño. El consumo de medicamentos para dormir, especialmente hipnóticos y sedantes, muestra un aumento sostenido en Argentina, según datos recientes. Expertos advierten sobre los riesgos asociados a la automedicación y al uso sin control médico de estos fármacos. La Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) informó que las ventas de hipnóticos y sedantes crecieron un 6,9% en los primeros cinco meses de 2025 en comparación con el mismo período del año anterior. En total, entre enero y mayo se comercializaron 1.525.985 unidades de estos medicamentos, superando las cifras registradas en 2024. Por otro lado, los tranquilizantes, otro grupo importante de psicofármacos, mostraron una leve disminución del 4% en ventas, aunque su volumen sigue siendo considerablemente mayor. El informe de COFA señala que mientras productos como clonazepam y alprazolam redujeron sus ventas, otros como zolpidem y sertralina están entre los de mayor crecimiento, lo que indica cambios en las prácticas de consumo y prescripción. Argentina enfrenta una crisis del sueño. Según datos del Observatorio de Psicología Social de la Universidad de Buenos Aires (UBA) difundidos por Infobae, el 60% de la población declara tener dificultades para dormir, una cifra que ha aumentado de forma sostenida desde la pandemia. Las causas principales del insomnio y la falta de descanso están vinculadas al estrés económico, el temor a la inseguridad y otros desafíos sociales que afectan la calidad del sueño. El doctor en filosofía y psicólogo Cristian Garay, coautor del relevamiento de la UBA, explicó en diálogo con este medio: “Por un lado, están quienes sufren insomnio o trastornos del sueño. Por otro, el grupo que creció mucho es el de quienes duermen menos horas”. Para Garay, esta reducción en las horas de descanso es el fenómeno más preocupante debido a su impacto directo en la salud integral. El impacto del contexto económico y social se refleja no solo en la prevalencia de trastornos del sueño, sino también en los grupos más afectados, como mujeres, adultos mayores y sectores con menores ingresos. El neumonólogo Facundo Nogueira, jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas, señaló que “la alteración de la cantidad y calidad del sueño no solo aumenta el riesgo de enfermedades, sino que también disminuye la calidad de vida”. El aumento en el consumo de hipnóticos y sedantes no siempre responde a indicaciones médicas adecuadas. Un segmento importante de la población accede a estos fármacos por recomendación de terceros o mediante automedicación, una práctica que implica riesgos significativos como tolerancia, dependencia y otros efectos adversos. El médico clínico Ramiro Heredia, del Hospital de Clínicas José de San Martín, advirtió que “la automedicación se instaló como un hábito preocupante en los últimos años, y muchas personas recurren a fármacos para dormir sin un diagnóstico certero”. Heredia recomendó que los problemas de sueño deben ser abordados inicialmente con el médico de cabecera y que la prescripción de psicofármacos debe realizarse tras una evaluación detallada y personalizada. Informes de COFA y especialistas en neuropsiquiatría coinciden en que el uso prolongado y sin control médico de psicofármacos incrementa el riesgo de desarrollar adicciones. Además, la prescripción inadecuada —como recetar ansiolíticos para insomnio leve cuando la evidencia internacional prioriza antidepresivos en esos casos— contribuye al abuso de ciertos medicamentos. El aumento en la venta de fármacos para dormir plantea un desafío sanitario importante. Los expertos coinciden en la necesidad de promover campañas de concientización para evitar la automedicación y facilitar el acceso a consultas médicas especializadas, con el fin de que las soluciones farmacológicas se utilicen solo cuando sean estrictamente necesarias. El problema del sueño en Argentina está vinculado a otros indicadores de calidad de vida, malestar social y vulnerabilidad emocional. Mientras tanto, la vigilancia sobre el uso de psicofármacos debe mantenerse, y diversas organizaciones destacan la importancia de “mejorar las condiciones habitacionales y promover el control de la ansiedad y la angustia como herramientas fundamentales para mejorar el descanso”.
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