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  • Autoservicio Joaquín: “gracias a nuestros clientes hoy seguimos de pie, algunos vienen desde la primera etapa y todavía mantienen su cuenta corriente”

    Concordia » Despertar Entrerriano

    Fecha: 11/11/2025 14:51

    En esta edición N° 96 de Conociendo a distintas empresas de Concordia , Despertar Entrerriano visitó ‘Autoservicio Joaquín’, un emprendimiento familiar con más de tres décadas de historia en Villa Zorraquín. Ubicados actualmente en Monseñor Rösch 4898, el local nació como kiosco regalaría en el año 1992 y hoy se consolidó como un supermercado referente para la zona. En diálogo con nuestro medio, Liliana Kazilari y Orlando Pizzini fundadores del negocio, junto a su hijo Joaquín Pizzini, repasaron los inicios, los desafíos, las transformaciones y la fidelidad de una clientela que los acompaña desde hace más de treinta años. -¿Cómo y cuándo comenzó la historia de Autoservicio Joaquín? “Comenzamos en el año 1992. En ese momento trabajaba en la fruta junto a mi marido, pero decidí dejarlo para abrir un kiosco regalaría” comentó Liliana, y siguió “El nombre lo elegí en honor a mi hijo, ‘Joaquín’, porque todo empezó pensando en él. Desde el principio el negocio fue creciendo gracias al esfuerzo y a los pedidos de los clientes. Si alguien pedía pan, teníamos pan; si pedía fiambre, conseguíamos fiambre; carne, verduras, ropa, ferretería, lo que fuera. Siempre trabajamos en función del cliente y tratando de mejorar”. Con el tiempo, el kiosco se transformó en despensa, y luego en autoservicio. “A los pocos meses, por la cantidad de rubros que fuimos incorporando, ya no entrábamos en la categoría de kiosco, así que nos convertimos en despensa. Empezamos en Perú 4848, esquina Facundo Quiroga, y hace 24 años que estamos en este local de Monseñor Rösch y Chacho Peñaloza. Todo lo que logramos fue con mucho sacrificio. Tuvimos ayuda de familiares en la construcción, y también de proveedores como Blasco, Buraglia y Riggio, que confiaron en nosotros y nos dieron una mano para salir adelante”. -En todos estos años, ¿Cuál fue el mayor desafío? “El 2001 fue durísimo”, recuerda Liliana. “Teníamos el Federal y la situación económica era muy complicada. Tuvimos que hacer una carta para cada cliente explicando la situación, porque comprábamos mercadería fuera de la provincia y eso nos perjudicaba mucho. Pero los clientes entendieron, fueron comprensivos y pudimos salir adelante. Fue una época de mucho esfuerzo, pero también de aprendizaje y unidad”. -Joaquín, hoy sos parte activa de la empresa familiar, ¿Cómo fue tu proceso? “Sí, yo terminé el secundario y directamente me enfoqué en trabajar con mis padres”, contó Joaquín. “Fue una etapa de mucho aprendizaje, viendo todo el esfuerzo que ellos pusieron desde los comienzos. Me tocó vivir el avance tecnológico de cerca: pasamos de no tener celular, de usar mensajes de texto, a manejar todo con redes sociales y sistemas unificados. Antes teníamos la caja registradora y las cuentas en libretas. Me crié viendo a mi mamá anotar todo en esas libretas y hoy tenemos un sistema que hace todo mucho más ágil y eficiente. Los cambios de precios, las cuentas corrientes, todo es más rápido y ordenado”. -Contanos cómo funcionaban esas libretas que mencionás “Eran las famosas cuentas corrientes de papel. Yo era chico y me hacían sumar las libretas” recuerda entre risas. Liliana agregó: “Muchos de esos clientes siguen estando hoy, algunos con sus hijos o nietos. Es hermoso ver esa continuidad. Tenemos clientes que vienen desde el kiosco, desde la primera etapa, y que todavía mantienen su cuenta corriente. Es algo que habla de confianza, de vínculos construidos con los años”. -¿A qué atribuyen esa fidelidad de tantos años? Liliana no duda: “A la dedicación y la atención personalizada. Siempre tratamos de mirar las inquietudes de la gente y buscar soluciones. Nos gusta mejorar, escuchar al cliente y enseñar a nuestros empleados que el cliente es el patrón, porque sin ellos no seríamos lo que somos hoy. Los clientes son nuestra familia. Siempre les decimos a nuestros empleados que su trabajo empieza por atender con respeto y amabilidad. Eso se nota, y la gente lo valora”. -Hoy son un equipo mucho más grande… “Somos unas veinte personas”, detalló Joaquín. “Algunos son empleados fijos y otros trabajan por momentos específicos, cuando hay que descargar mercadería o limpiar los depósitos. Tenemos áreas como bebidas, carnicería, golosinas, cigarrillos, panadería… Es un grupo muy unido, y queremos destacarlo porque sin ellos tampoco podríamos sostener el ritmo del trabajo diario”. Liliana agregó: “Los empleados son una parte fundamental. Tratamos de cumplir siempre, de solucionar cualquier problema que surja. Si hay un inconveniente, se da la cara y se busca resolver. También entendemos que si ellos están bien, el negocio funciona mejor. Es una relación de compromiso mutuo”. -¿Qué significa este negocio para ustedes como familia? Joaquín respondió con sinceridad: “Significa todo. Este lugar es el fruto del esfuerzo de mis padres, de mi mamá, de mi papá Orlando —que es el primero en llegar y el último en irse—, y de todos los que pusieron el cuerpo y el alma en esto. Es un proyecto familiar que representa sacrificio, constancia y amor por lo que hacemos. Orlando agregó “Yo mismo al principio no estaba convencido de comprar este local, pero Liliana insistió y hoy vemos que tuvo razón. Todo lo que tenemos es gracias al trabajo y a la confianza de los clientes”. Liliana cuenta emocionada: “Es nuestra vida. Pasamos por todo acá: crisis, logros, aprendizajes. Gracias a Dios y a nuestros clientes seguimos de pie. Lo más importante es eso: agradecer. Porque sin ellos, nada de esto tendría sentido”. Fuente: Despertar Entrerriano.

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