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  • Retrocultura Activa | Terry Cavanagh y la jugabilidad pura: un viaje por sus tres grandes juegos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 11/11/2025 13:08

    VVVVVV Nota anterior: - Retrocultura Activa | La leyenda sangrienta de Ninja Scroll: animación adulta en su máximo filo Terry Cavanagh y la jugabilidad pura: un viaje por sus tres grandes juegos Hubo un tiempo en que los videojuegos podían ser una experiencia minimalista, casi desnuda, donde la jugabilidad era la estrella, sin adornos innecesarios ni fanfarrias. Terry Cavanagh es uno de esos creadores que han hecho del desafío, el diseño austero y la precisión mecánica una marca indeleble. Si nunca escuchaste su nombre, seguramente conocés alguno de sus tres juegos que dejaron huella: Don’t Look Back, VVVVVV y Super Hexagon. Pero más allá del éxito, lo que importa es qué tienen para ofrecer en términos de juego, esa “jugabilidad pura” que atraviesa toda su obra. En esta nota, vamos a recorrer esos tres títulos, desmenuzando qué los hace tan especiales, para finalmente entender qué aporta Cavanagh a la escena indie y por qué deberías prestar atención a sus propuestas. Don’t Look Back Don’t Look Back: la tragedia en seis minutos Si alguna vez pensaste que los juegos cortos no podían tener peso emocional, Don’t Look Back llega para demostrar lo contrario. Con apenas unos gráficos en blanco y negro y una historia que evoca la mitología griega, este juego es un duelo intenso que dura lo que un café expreso. Pero ojo, no te dejes engañar por la simplicidad visual. La verdadera fuerza de Don’t Look Back está en su jugabilidad directa y su ritmo brutal. Controlás a un hombre que acaba de perderlo todo y que debe atravesar un mundo implacable para enfrentarse a su destino. Don’t Look Back La clave está en que cada salto, cada enemigo, cada obstáculo requiere precisión absoluta. No hay margen para el error ni ayudas modernas. El diseño de niveles es un tira y afloja constante, lleno de frustración y satisfacción al mismo tiempo, como esos días en que la vida parece un camino lleno de pinches. Lo interesante es cómo el juego articula su narrativa sin palabras, sin cinemáticas, ya todo sucede en la interacción. La historia es una sombra que se siente pero no se explica, y cada muerte o avance es parte del relato. Al terminarlo, uno no solo piensa en el desafío, sino en lo que se perdió y en la fugacidad del tiempo. Si querés un juego que te saque la paciencia, te haga sudar y te deje pensando en la tragedia humana en apenas seis minutos, este es tu título. VVVVVV VVVVVV: gravedad invertida y exploración obsesiva Con VVVVVV, Cavanagh saltó a otro nivel, tomando la simpleza como bandera y el desafío como motor. Aquí ya no es solo un paseo corto y amargo, sino una aventura de exploración en un mundo pixelado que se siente vivo. El concepto es tan ingenioso como sencillo. En lugar de saltar, cambiás la gravedad para avanzar por un planeta lleno de plataformas y peligros. Este giro mecánico transforma la jugabilidad en un ejercicio mental y de reflejos que desafía el esquema clásico de plataformas. Pero VVVVVV no es solo un juego de saltos y cambios gravitacionales; su diseño es una oda al metroidvania. Los niveles están interconectados, con secretos escondidos y rutas que se abren a medida que recuperás a tus compañeros perdidos. VVVVVV Lo que brilla aquí es la forma en que Cavanagh combina dificultad justa, precisión y exploración. Las muertes abundan, sí, pero nunca se sienten arbitrarias. Cada error es una oportunidad para aprender y afinar la técnica, y eso genera un compromiso intenso con el juego. Además, la música pegadiza, compuesta por Magnus Pålsson (aka Magnus “SoulEye”), acompaña perfectamente ese viaje entre la frustración y el triunfo. VVVVVV es un clásico indie no solo por sus gráficos retro, sino porque entiende qué hace que un juego sea realmente adictivo: la maestría del jugador. Super Hexagon Super Hexagon: el desafío vertiginoso y la música que hipnotiza Si Don’t Look Back es una tristeza concentrada y VVVVVV una aventura de exploración, Super Hexagon es el vértigo puro. Este juego te lanza a un mundo de geometrías minimalistas donde sobrevivir es cuestión de reflejos y concentración absoluta. La jugabilidad aquí es sencilla pero implacable, tomando el rol de un pequeño triángulo que gira alrededor de un hexágono central, esquivando paredes que se cierran a ritmo frenético. No hay historia, ni personajes, ni tutoriales. Solo estás vos contra la música y la velocidad creciente. Super Hexagon La genialidad de Cavanagh es haber creado un juego que es a la vez estresante y casi meditativo. Los niveles cortos, la música chip tune pulsante (gracias a Chipzel), y el diseño de sonido generan una experiencia sensorial donde perderse no es un castigo sino parte de la danza. Super Hexagon redefine el concepto de “dificultad” como algo disfrutable, un juego donde cada partida es un nuevo intento de domar el caos. Pocos juegos logran ese equilibrio entre frustración y satisfacción tan brillante y puro. Don’t Look Back Innovación y comunidad: el verdadero peso de Cavanagh Aunque estos tres títulos son la punta del iceberg, la obra de Terry Cavanagh incluye otros proyectos y colaboraciones que enriquecen su catálogo. Juegos como Tiny Heist o prototipos experimentales muestran su interés por la innovación y el minimalismo. Además, su participación en jams y el apoyo a la comunidad indie lo convierten en un referente para desarrolladores que buscan hacer juegos con alma y menos peso en las modas comerciales. Su legado no está en grandes producciones, sino en demostrar que la jugabilidad no necesita adornos para ser profunda, desafiante y emotiva. Super Hexagon ¿Por qué jugar a lo que hace Terry Cavanagh? Porque sus juegos son un recordatorio de lo que importa: la interacción honesta entre jugador y máquina. Son retos diseñados con precisión quirúrgica, donde cada segundo cuenta y la experiencia es intensa y directa. En un mundo saturado de gráficos hiperrealistas y mundos abiertos interminables, la obra de Cavanagh es un soplo de aire fresco. No te pide que te pierdas en historias complejas ni que inviertas decenas de horas; te invita a jugar, a probar, a equivocarte y a superarte. No importa si sos un veterano de mil batallas o un curioso que busca experiencias distintas. Hay que darle una oportunidad a Terry Cavanagh. Si querés sentir lo que significa “jugabilidad pura”, sin trucos ni ayudas, estos juegos son para vos. Porque, al final, lo que queda es eso, el placer de jugar bien, de entender la mecánica y de sentir que cada partida valió la pena.

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