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» Diario Cordoba
Fecha: 11/11/2025 11:04
Estuve hace un mes en Ceuta, en una reunión de la Sección Andaluza de la Asociación Colegial de Escritores que preside mi admirado Manuel Gahete. Viajar exorciza muchos prejuicios, y más si acarreas las vivencias personales. No visitaba la Ciudad Autónoma desde hacía 48 años, cuando los peninsulares cruzábamos el Estrecho en busca de cartones de tabaco, relojes Casio y radiocasetes. Pero por encima de bazares y comerciantes hindúes, mi memoria de adolescente guardaba más la suciedad de sus calles, potenciada por aquel infranqueable aseo de una cafetería. Nada queda de aquello. Ceuta es hoy una ciudad límpida, en la que puedes recrearte en muchas de sus fachadas modernistas y en esas cristalinas aguas turquesas que serpentean el foso de la antigua muralla. Desde el mirador de San Antón escudriñas el continente europeo y la arrogancia del Peñón, donde los ingleses quieren plagiar una de las columnas de Hércules levantando unos rascacielos sisados a aguas españolas. Pero sobre todo contemplas que Ceuta es un pespunte del poblamiento norteafricano, pues sin solución de continuidad se divisa Castellanos, casi pegado a la frontera española. Esta redescubierta ciudad, cuya agitación cultural encabeza el Instituto de Estudios Ceutíes, no oculta las entibaciones del Estado para garantizar, a la par que Melilla, estas plazas de soberanía; y que, junto a una armoniosa convivencia, pende la inquietud de las aspiraciones marroquíes. La difícil alquimia del entendimiento con el reino alauí pasa por la combinación de firmeza y colaboración y profundizar en los tantísimos nexos comunes existentes entre ambas naciones. Uno de los elementos más emotivos de aquel encuentro de la Asociación de Escritores fue la vindicación de aquellos escritores marroquíes que han desarrollado su trayectoria literaria en castellano; que narran o componen versos en la lengua de Cervantes; sosteniendo que, por encima de las nacionalidades, expresarse en este bendito idioma es también una forma de sentir la vida, de concebir el mundo. Es el caso de Ahmed El Gamoun o de Aziz Amahjour, miembros de pleno derecho de esta Asociación de Escritores. Han pasado 50 años de la Marcha Verde; una jugada maestra de Hassan II apoyada con sordina por la diplomacia francesa y el maquiavelismo de Kissinger. Lo que debió ser nuestro particular 98 se difuminó por muchas razones. Aparte de un jalón tardío de esta época de descolonizaciones propiciadas tras la II Guerra Mundial, fue la debilidad del Régimen y el eufórico oreo de unas recuperadas libertades lo que anestesió nuestras responsabilidades respecto al precipitado abandono del Sáhara. Este país, que aún carece de una ley para desclasificar secretos oficiales, lo tiene más difícil para conocer el viraje del Gobierno Sánchez en la posición oficial de España respecto a ese Sáhara que fue su provincia 53. Marruecos ha interpretado bien los vientos del trumpismo y consiguió una resolución histórica del Consejo de Seguridad de la ONU favorable a sus intereses. Pero la autonomía que se le ofrece al pueblo saharaui pasa por reconocer sus singularidades, como aquel castellano que se hablaba en El Aaiún. Hoy, el voluntarista esfuerzo de familias y organizaciones españolas no puede aliviar el descorazonado anhelo de los refugiados saharauis; y aquella lengua común mutará en leyenda, como el ladino de los sefardíes. Cánticos y sentimientos que se perderán en la arena. *Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor
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