11/11/2025 14:16
11/11/2025 14:13
11/11/2025 14:12
11/11/2025 14:10
11/11/2025 14:09
11/11/2025 14:08
11/11/2025 14:07
11/11/2025 14:04
11/11/2025 14:04
11/11/2025 14:03
» Diario Cordoba
Fecha: 11/11/2025 11:02
¿Cómo nació la idea de una celebración como esta, la de los 25 años de Azul? Nos lo pensamos mucho. Veníamos de la gira del 30 aniversario, que en lugar de durar un año, duró dos, porque afortunadamente fue muy bien recibida. Teníamos muchas ganas de grabar un nuevo álbum pero también nos dimos cuenta de que Azul era el disco que nos había abierto las puertas. Sentíamos que de alguna manera debíamos agradecerle a esas canciones, al público, a aquel momento, todo lo sucedido, y no queríamos pasar de puntillas. Así que pensamos: vamos a hacer una pequeña gira, doce conciertos de celebración, y ya entramos en el próximo disco con la sensación de haber hecho lo que creíamos que teníamos que hacer. Una gira pequeña pero muy intensa. Sí, esta es una gira de agradecimiento absoluto a unas canciones que nos cambiaron la vida, a un público que nos abrazó, un abrazo que continúa hasta el día de hoy, algo que no es fácil de tener, y también agradecimiento hacia nosotros, por mantener la ilusión, disfrutando, y sobre todo por poder seguir haciendo música. Intuyo que la emoción es la nota dominante en estos conciertos. Sí. La verdad es que estamos muy emocionados todo el tiempo, porque también nos llega la emoción del público. Es algo que se retroalimenta. Nosotros salimos emocionados a los conciertos, pero es que lo del público es una locura. Estos rituales no van solo sobre música, también van sobre el tiempo, ¡viajamos 25 años atrás! Y de repente suenan melodías que me recuerdan a mi abuela, que estaba viva en aquel momento, o a la pareja que tenía por entonces. No va solo sobre música, va sobre sensaciones. Y al estar nosotros ahí en medio, manejando toda esa energía, pues evidentemente nos contagia y nos lleva por delante. Están siendo conciertos muy emocionantes. ¿Cómo ha sido el reencuentro con esas viejas canciones? Hay canciones que hacía 25 años que no nos acercábamos a ellas. Y nos ha sorprendido lo bien que han aguantado el paso del tiempo, porque también podía ser que de repente nos enfrentáramos a ellas y sintiéramos que ya no tienen nuestra talla. Y no, no, al contrario, las disfrutamos y sentimos que eran buenas canciones, buenas composiciones. Nosotros siempre hemos hecho letras muy abiertas, en las que cada uno las puede interpretar un poco a su manera, con lo cual el paso del tiempo les suma, no les resta, porque todas las experiencias vividas tú las puedes verter en esa canción y adquieren otro significado, que creo que también es una de las partes muy bonitas de la música o de la cultura, el tiempo les aporta más poso, más sabor todavía. Me ha dicho que Azul fue el disco que les abrió las puertas. Sí, Azul fue un disco que nos cambió la vida, porque cada uno tenía sus trabajos y sus cosas y de repente pudimos dedicarnos únicamente a hacer música. Y a nivel personal y emocional, de alguna manera sentimos que algo nos daba la razón. Para nosotros la música no era un pasatiempo, sino una forma de entender la vida, y de repente había gente que entendía lo que nosotros contábamos. Fue una satisfacción muy importante, al ver que íbamos por el camino adecuado. Dijimos: la elección que yo he hecho en la vida se está alineando. Esto nos dio mucha fuerza creativa, y económicamente, cuando a un grupo le va bien, te permite poder hacer aquello que tienes en la cabeza musicalmente hablando. Nosotros veníamos de la trinchera más absoluta, como todos los grupos que empiezan, pero además es verdad que en aquella época o ibas a grabar a un estudio o no hacías nada, no existía el protul o los ordenadores en casa, todo eso era inviable, y los estudios eran carísimos, así que teníamos muchas limitaciones. Azul nos permitió crecer artísticamente, fue un disco que nos aportó muchas cosas, a todos los niveles. ¿Qué relación ha mantenido Elefantes con la industria? La que hemos podido, porque nosotros hemos vivido muchos cambios. Nuestro primer disco se grabó en analógico. ¡Imagínate! Y de repente ahora es toda una transformación absoluta. Al final, nosotros pensamos que nuestra profesión real es la de escribir la mejor canción que seamos capaces. Luego hay otra historia, que es la de hacérsela llegar al público, cómo se la haces llegar, de qué manera... En ese sentido nos amoldamos a lo que haya, entre otras cosas porque no hay otro remedio. Pero tampoco nos importa tanto, eso. Que es a través de internet, pues fantástico; que es a través de un vinilo, bien; que es a través de un CD o un casete, lo que quieras. Lo que importa es la canción, no el medio. El cantante de Elefantes, Shuarma / Ferran Sendra Dicen que Elefantes fue un grupo al que le costó llegar. Estuvimos cinco años picando piedra, pero es que las cosas cuestan mucho. De hecho nosotros fuimos una banda muy afortunada, porque llegamos. ¿Cuántas bandas hay ahí trabajando, muy duro, con talento, con ganas, con fuerza, y que no consiguen llegar? Que los inicios sean duros me parece bien, para entender dónde estás, dónde te metes y cuál es el proceso, porque al final, en la vida, todo es duro. Elefantes tuvo su padrino, Enrique Bunbury. Enrique es el que nos cambió la carrera, nos dijo: “Creo en vosotros, y os voy a ayudar”. Eso es lo que nos permitió llegar a un gran sello discográfico, a una oficina de management buena, salir de gira con Bunbury por España, México, Estados Unidos... Él nos dio a conocer. Lo que nosotros hicimos gustó, tuvimos la suerte, pero gustó porque alguien lo puso ahí y ese alguien fue Enrique. Le debemos muchísimo a Enrique. Yo creo que sobre todo nos enseñó quién éramos de alguna manera. Porque nosotros teníamos muchas limitaciones, y gracias a Enrique empezamos a jugar un poco en otra liga en la que teníamos más medios. Y eso nos permitió que podíamos levantar la mirada y había más horizonte, y que podíamos ir hacia allí también. Bunbury tiene fama de ser alguien muy exigente. Sí, y nosotros también lo somos, y muchísimo. Se creó un equipo muy potente, con muchas ganas de trabajar. Todos éramos muy cabezones, y hubo muchas discusiones, muchas peleas por un acorde, por una nota, pero luego, cuando acabábamos, todo eran abrazos y felicitaciones, porque peleábamos por un bien común, el disco. Cuando uno se pelea para llegar al mejor puerto, eso es muy bonito. Sin la amistad un grupo nunca podrá llegar a celebrar 30 años. ¿Ese es el secreto? No tengo ni idea. Es que yo soy el primer sorprendido de que llevemos 30 años juntos, porque sí, claro que hay mucha amistad, pero también ha habido muchos enfados, muchos roces, muchas cosas, como en la vida misma. Las cosas no son solo de una manera y hemos transitado muchos estados de ánimos muy distintos, nos separamos durante un tiempo también, y nos volvimos a juntar, pero no sé cuáles son las claves. También te diré que hemos tenido la suerte de haber pasado los momentos más difíciles de un grupo, y creo que lo que nos viene ahora, por cómo estamos colocados, es ya, no sé, envejecer con el grupo y si seguimos teniendo el favor del público, pues moriré en los escenarios. ‘Me gustaría poder hacerte feliz’, se titulaba una de las canciones de aquel disco. ¿A Shuarma la música le da la felicidad? Absolutamente, a mí la música me da la vida. Yo entiendo la vida a través de la música. Ha habido canciones, yo que sé, de Bob Dylan, Antonio Vega o Jacques Brel, que tras escucharlas me he dicho a mí mismo: “Cómo puede ser que este tío me haya escrito una canción a mí”. Son canciones que me cambiaban, que me salvaban, que me ayudaban a entenderme, y eso es lo que nosotros hemos intentado y seguimos intentando como músicos, llegarle a la gente, tocar el corazón de la gente.
Ver noticia original