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  • Usurpación, miedo y silencio en uno de los feudos más oscuros de Misiones – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 10/11/2025 18:33

    Lo que comenzó como una denuncia por usurpación de tierras familiares terminó por revelar uno de los entramados de poder más oscuros y persistentes del interior misionero. La historia de los hermanos Germán y Julio Llanos, dueños por tres generaciones de una chacra de 107 hectáreas en Colonia Polana, se convirtió en una radiografía del abuso institucional, el nepotismo y la impunidad en un municipio donde el poder político, judicial y policial parece concentrarse en una sola familia: los Núñez. A más de dos meses de que el caso tomara estado público, la justicia provincial avanza a paso lento, el Concejo Deliberante calla y los organismos de control miran hacia otro lado. Mientras tanto, los Llanos siguen sin poder ingresar a su propiedad, impedidos de pagar impuestos y amenazados cada vez que se acercan al lugar donde crecieron. Julio Llanos (izquierda), junto a su abogado (en el centro) contaron el grave caso el viernes 7 de noviembre en canal 4 Posadas “Nos usurparon y están cosechando nuestra yerba” En declaraciones a Canal 4 Posadas, el viernes 7 de noviembre, Julio Llanos volvió a relatar con precisión cómo comenzó el conflicto: “Esto arrancó cuando, después del fallecimiento de mi padre, iniciamos el trámite de sucesión. En ese ínterin se metieron los intrusos, o los metió el intendente actual de Polana, Raúl Núñez. Yo fui al municipio a pagar los impuestos y me encontré con que todo estaba abonado por Núñez, que decía tener la posesión por un boleto de compraventa. En ese momento él era concejal y su mamá, Antonia Medina, era la intendenta”. El propio Llanos explicó que una pericia caligráfica comprobó que la firma del supuesto boleto era falsa, es decir, “un documento apócrifo”. “Además de la usurpación, hay una denuncia por falsificación. Hoy están cosechando la yerba, sacan 150 mil kilos por temporada, una fortuna. Y lo hacen en nuestra tierra, la de mi abuelo y mi padre. Hace poco los encontramos cosechando con un camión municipal, llamamos a la Policía y secuestraron todo, pero al otro día no quedaba nada: ni el camión, ni el tractor, ni la yerba. Después volvieron a cosechar con custodia policial”, denunció. El productor también relató un episodio de hostigamiento policial: “Un día íbamos en la camioneta, hablando por teléfono, y nos cruzaron patrulleros. El comisario Skromeda había dado la orden de detenernos diciendo que estábamos traficando droga. Es una presión constante, un apriete”. Un feudo de 20 años Colonia Polana, un pequeño municipio del departamento San Ignacio, vive desde hace más de dos décadas bajo la hegemonía de la familia Núñez. Alfredo Raúl Núñez gobernó durante cuatro mandatos consecutivos hasta que, en 2015, cedió el mando a su esposa, Antonia Medina. Tras su fallecimiento, en agosto de 2025, el poder quedó en manos de su hijo, Raúl Francisco Núñez, actual intendente. El resto del árbol familiar también ocupa cargos clave: Tamara Josefina Núñez, hija del matrimonio, es jueza de Paz; y su pareja, Nicolás Andino, fue jefe de la comisaría local. De ese modo, la familia no solo controla el Ejecutivo municipal, sino también el Concejo Deliberante y la primera instancia judicial del pueblo. Fue en ese contexto donde los Llanos denunciaron la maniobra del “boleto trucho”, avalado por el escribano Roberto Carlos Yegros, quien perdió su matrícula en 2020 tras detectarse graves irregularidades. Persecución y connivencia policial La presentación judicial de los Llanos marcó el comienzo de una persecución sistemática. Según los denunciantes, cada intento de ingresar a la propiedad fue respondido con amenazas y presencia policial. Dos serenos armados custodian la vivienda familiar, enviados —aseguran— por el propio intendente Núñez. Llanos insistió en televisión: “Las tierras siguen ocupadas, y la justicia está frenada por maniobras de la defensa de Núñez para evitar que lo llamen a indagatoria. Es mucha impotencia: voy a mi propiedad, veo cómo están cosechando, denuncio y no pasa nada. Liberan todo y uno no puede hacer nada”. El entonces jefe de la comisaría, Juan Javier Skromeda, fue señalado como el encargado de “blindar” el accionar de los Núñez. Tras las denuncias públicas fue trasladado, aunque la situación en el terreno no cambió. Justicia lenta y poder intacto El intendente Raúl Núñez fue citado dos veces por el Juzgado de Instrucción N.º 2 de Jardín América. En la primera se negó a declarar; la segunda fue suspendida luego de que su defensa —encabezada por Ángel Raúl Gauto— recusara al juez Roberto Sena, quien finalmente fue ratificado. Pero las apelaciones lograron su cometido: dilatar la causa y mantener al acusado en funciones. El expediente, según detalló Llanos, “está ahora en casación para ser revisado”, mientras las causas civil y penal avanzan con lentitud. “La pericia ya demuestra que el boleto que presentó Núñez es falsificado, pero nada se resuelve”, remarcó. Raúl Núñez, señalado como el cerebro de la maniobra de apropiación ilegal de una propiedad de 107 hectáreas. FOTO: La Voz de Misiones Nepotismo y silencio oficial El conflicto expuso con crudeza la estructura de poder en Polana. Las notificaciones judiciales deben cursarse a través del Juzgado de Paz, a cargo de Tamara Núñez, hermana del intendente denunciado. “Es una situación de absoluta anomalía”, advirtió el abogado de los Llanos, Maximiliano Medina, quien sostuvo que “la familia Núñez concentra el poder político, judicial y policial del pueblo”. Los pedidos de intervención del Ejecutivo provincial —impulsados por diputados de distintos bloques— fueron rechazados sin debate en la Legislatura. Ningún organismo provincial se pronunció sobre el caso. Un caso testigo del abuso local El de los Llanos no es un caso aislado. Ex concejales y vecinos aseguran haber sufrido presiones, incendios y denuncias falsas por enfrentar al clan Núñez. Todos coinciden en que en Polana rigen las reglas de un feudo: quien se atreve a cuestionar al poder paga las consecuencias. A casi un año del inicio del reclamo judicial, las 107 hectáreas siguen ocupadas, la producción yerbatera continúa bajo control del intendente y las instituciones permanecen inmóviles. La historia de Colonia Polana ya no es solo la de una familia que reclama su tierra: es la de un pueblo donde la ley fue reemplazada por el miedo, y donde el poder político parece blindarse con uniformes, sellos y silencio.

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