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  • La odisea de Juan Carlos, el rey de los vaivenes: del Córdoba al cielo de Primera

    » Diario Cordoba

    Fecha: 09/11/2025 11:52

    Existe entre los profesionales del fútbol un grupo singular, que es el de aquellos a quienes el destino les obsequió –o fustigó, según el prisma con el que se mire- con el catálogo completo (o casi) de todas las experiencias posibles en una carrera; a saber: conquista de títulos, ascensos, descensos, salvaciones y récords domésticos para inscribir en el catecismo de tertulianos y devotos de las estadísticas. A Juan Carlos Gómez Díaz (Córdoba, 1973) le tocó experimentar durante una década en el cambio de siglo un carrusel del episodios al límite, una concatenación de casualidades y giros de guion que le marcaron por siempre. ¿Qué hizo en el Córdoba? Juan Carlos fue uno de los miembros más talentosos de la hornada de juveniles del Córdoba en la transición de los ochenta a los noventa. El club –su legendario cazatalentos Abelardo Sánchez- le reclutó cuando era infantil después de verle hacer diabluras con el Club Deportivo Victoria, un equipo de su barrio. Cuando acabó como juvenil, entró en el primer equipo del Córdoba para experimentar en carne propia el fútbol verdadero. Recién destruido el viejo estadio de El Arcángel para levantar un supermercado, el Córdoba se encontró en la temporada 92-93 como un nómada. Jugó partidos en Écija, Montilla o Lucena, pero su hogar titular era el Estadio de San Eulogio, acondicionado por la entidad financiera Cajasur y dotado de un césped que, mal que bien, aguantaba las carreras de un equipo con sello cordobés. El Córdoba no lo hizo mal. Terminó séptimo, a siete puntos de un play off que jugaron Las Palmas, Xerez, Granada y Jaén. Era dura aquella Segunda B. El joven extremo disputó 31 partidos a las órdenes de Tolo Plaza, un entrenador crucial en su vida. En verano del 93 recibió una llamada. Era Rubén Cano, leyenda del Atlético de Madrid y encargado de cantera en aquel entonces. “Me temblaron las piernas”, contaba Juan Carlos, que aún con la zozobra en el cuerpo se confió a su técnico, Tolo Plaza. “También me ha llamado a mí”, le reveló el entrenador jiennense. “¿Y qué hago, míster?”, le preguntó. La respuesta fue rotunda: “Lárgate y en julio no te quiero ver por aquí, me dijo guiñándome un ojo”, desveló el futbolista en unas declaraciones ya retirado. El gran salto Juan Carlos se fue al Atlético de Madrid, que por entonces pescaba con frecuencia en Córdoba -lo hizo con Toni, Barajas, Gonzalo…-, y lo colocó en su filial. Un horizonte nuevo para el cordobés. Con 21 años, Jesús Gil lo envió en un paquete de cedidos al Marbella de Segunda que presidía su amigo Petrovic, un empresario que se dedicaba a algo y que movía bastante dinero. Tanto como para citar a los futbolistas en su embarcación de lujo para pagarles sueldos, primas y prebendas. El delantero cordobés fue el máximo goleador marbellí (11) en la temporada 94-95, donde vio desfilar a ¡ocho! entrenadores para quedar en el puesto 13. Juan Carlos entró en la primera plantilla para un campeonato histórico, el 95.-96, que terminó con el doblete de Liga y una Copa del Rey. Con Radomir Antic de entrenador y al lado de leyendas como Molina, Pantic, Simeone o Caminero, el cordobés jugó 12 partidos y marcó 2 goles. Los titulares que le cerraban el paso eran unos tales Kiko Narváez y Lubo Penev. Juan Carlos, en un partido con el Atlético de Madrid. / Efe Al año siguiente jugó 20 partidos pese a que el Atlético fichó a Juan Esnáider, pero al final del ejercicio decidió abrirle la puerta para que se fuera al Real Valladolid. En Pucela se le torció todo. Sufrió su primera gran lesión y sólo pudo intervenir en 9 partidos (2 goles). Con 25 años, regresó a Segunda pero lo hizo para enrolarse en un grande, el Sevilla FC, con el que vivió los que que quizá fueran sus dos mejores años en el aspecto individual. Titular indiscutible, marcó 13 goles en 33 partidos y contribuyó de manera decisiva al ascenso a Primera. De nuevo en la élite continuó siendo un habitual en el Sánchez-Pizjuán (34 partidos, 12 goles), pero el equipo blanco descendió otra vez. Y el Atlético, hundido en Segunda, le llamó de nuevo para que le ayudara a salir del infierno. En dos años en el Calderón, su carrera se truncó. Kiko, Correa y, sobre todo, Salva Ballesta le cerraron el paso en el primero. En el segundo, ni siquiera rascó bola. Sufrió una nueva lesión y, además, surgió de la cantera colchonera un tal Fernando Torres. Un discreto paso por el Getafe (23 partidos, 4 goles) y por el Elche (7 partidos, 1 gol, más lesiones) terminaron por cerrar la etapa como futbolista profesional de Juan Carlos. Sólo tenía 30 años. Después, su rastro se diluyó. Pasó por el Villanueva, en Tercera, e incluso un tiempo entrenando a prueba con el Lucena, pero el asunto no cuajó. Juan Carlos, en un cromo de su etapa en el Sevilla. / CÓRDOBA Y después… Juan Carlos enfocó su porvenir en los banquillos, formándose con fuego real en campeonatos de ligas menores. Su primera experiencia la tuvo en el Ciudad Jardín, de la Primera Andaluza, pasando después por el Mairena, el Écija Balompié –ascenso a Tercera-, el Xerez CD, el Vélez Málaga –al que ascendió a Segunda Federación-, el Don Benito y el Unión Collado Villalba, al que dirigió hasta el año pasado. En la actualidad, mientras encuentra un nuevo destino como técnico, ejerce como comentarista en las retransmisiones de Canal Sur.

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