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» Diario Cordoba
Fecha: 09/11/2025 11:18
La Cumbre del Clima de Belém (COP30), en Brasil, llega en un momento especialmente crucial, diez años después de la reunión clave celebrada en Francia en 2015. De aquel encuentro surgió el Acuerdo de París, que establecía por primera vez un límite en el incremento de la temperatura global del planeta en relación a los niveles preindustriales y con la perspectiva del año 2100, no superior a los 1,5 ºC (o de 2 ºC, en el peor de los casos mínimamente sostenibles) . Las reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero (el dióxido de carbono y el metano, especialmente), procedentes de los combustibles fósiles y de otras actividades, tendrían que ser del orden de un 55% en 2035. Todo hace pensar, según los cálculos de la ONU, que es realista esperar una reducción del 10% en 2023. Eso implica la amenaza de que se sobrepasen los 1,5 ºC, al menos de manera temporal, ya en la década de 2030. Algo que se añade a que 2023, 2024 y 2025 son los años más calurosos registrados y la concentración de CO2 en la atmósfera ha seguido creciendo. Sin embargo, por primera vez llegan síntomas que hablan de un descenso real de las emisiones. Insuficiente, eso sí, y sobre todo dependiente de que se apliquen las medidas que está previsto implementar en este periodo. Y para ello un freno sobrevenido será el crecimiento de corrientes negacionistas reforzadas por el auge del populismo de extrema derecha a nivel internacional. Ganarán argumentos y seguidores si no se contrarresta las opiniones que argumentan que solo el decrecimiento económico es compatible con la sostenibilidad. El hecho de que Estados Unidos (emisor de más del 11% de los gases) haya vuelto a abandonar en enero, como ya hizo Trump en su primer mandato, el Acuerdo de París, ahonda en el escepticismo sobre cuáles pueden ser los resultados de una cumbre en la cual tendrán que ponerse al día los planes de reducción conocidos como NDC o Contribución Determinada a Nivel Nacional. Solo el 60% de los Estados los han presentado hasta el momento, si bien es cierto que entre ellos cabe contar el primer emisor mundial, China, con más del 29% de emisiones, mientras que la Unión Europea adopta ahora una postura más dubitativa.. Las cumbres sobre el clima se han caracterizado desde la de París por ejercer un papel de alerta para la comunidad internacional y por la introducción progresiva de medidas que se han movido entre las exigencias energéticas de los países emergentes o en desarrollo, la presión de los países y las empresas con intereses en los combustibles fósiles y la imperiosa necesidad de poner coto al calentamiento global de manera inmediata. La COP30 de Brasil, entre el 10 y el 21 de noviembre, afronta la responsabilidad de cerrar un acuerdo para la aceleración del recorte en emisiones y para la implementación efectiva de acciones concretas. El hecho de que se lleve a cabo en Brasil, con una especial sensibilidad ambiental, y con posibilidades de liderar políticas contundentes, es un factor positivo. Como también lo es una opinión en auge, expresada por el secretario general de la ONU, en el sentido que «la meta de los 1,5º C todavía es asequible si aumentamos considerablemente nuestro nivel de ambición y logramos que las emisiones globales alcancen su punto máximo de inmediato». La COP30 se debate entre los anuncios de catástrofe y esperanzas de una viabilidad cierta, complicada pero tangible, de transición ecológica.
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