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» Elterritorio
Fecha: 09/11/2025 07:22
Carolina Olmo (40) es madre de tres hijas y dedica su tiempo al pádel y a la familia. “Esto es un espacio para respirar”, aseguró domingo 09 de noviembre de 2025 | 6:05hs. Luego de una destacada trayectoria en el tenis, Carolina Olmo (40) encontró en el pádel una nueva pasión que le permitió reinventarse, competir, enseñar y mantener una vida saludable. Desde su historia familiar hasta su presente, la hoy padelista reflexionó sobre los beneficios de este deporte, su rutina diaria y deja un mensaje para las mujeres que buscan volver a moverse. “Desde que tengo uso de razón, mi abuelo tenía un club de tenis que se llamaba Club Porá”, recordó. “Era tradición familiar almorzar los domingos ahí, mi primo es Chucho Acasuso y siempre llegaba con sus trofeos; yo por celos, le dije a mis padres que quería una raqueta. Esa Navidad, Papá Noel me la trajo y desde entonces no la solté más.” Así comenzó su historia. Apoyada por su familia, Carolina inició una carrera tenística que la llevó a competir en distintos puntos del país y del exterior. “Mi mamá fue mi sostén, mi pilar. Viajaba a todos lados conmigo, hacía esfuerzos económicos y personales enormes. Hoy, como madre, entiendo ese sacrificio”. Con apenas once años ya entrenaba con referentes nacionales y acumulaba kilómetros, sueños y experiencia. Sin embargo, a los 19 años decidió alejarse de las canchas. “El tenis es un deporte muy individualista, necesitás una fortaleza mental enorme. Lo económico también pesaba mucho y terminé agotada. Lo dejé con un poco de bronca y estuve años sin hacer nada”, confesó. El reencuentro con la raqueta llegó más tarde, cuando ya era madre de dos hijas. “Tenía 27 años cuando volví a agarrar una raqueta, casi por casualidad. Un entrenador me dijo ‘vos tenés que volver a jugar’. Y ahí empezó de nuevo la historia. Pero al poco tiempo sentí que necesitaba algo distinto, más social, más compartido… y me crucé con el pádel.” Lo que empezó como un pasatiempo se transformó en una nueva pasión. “El pádel me encantó desde el primer día. Es un deporte familiar, más alegre. A diferencia del tenis, que es muy solitario, acá compartís todo con tu compañero. Y eso te enseña mucho a manejar tu frustración, la del otro, y a trabajar en equipo. Para mí, mentalmente, puede ser incluso más desafiante que el tenis”. Carolina aseguró que el pádel le cambió no solo su rutina, sino su forma de vivir. Madre de tres niñas, reconoció que la organización es clave. “Las mujeres tenemos ese don de ser un poco pulpo. Mis hijas tienen distintas edades y actividades, Mía tiene 13 años y práctica vóley , Sofía está con 11 años y hace taekwondo, Eugenia Fernández tiene tres años y también es futura deportista. Muchas veces hay que decidir a quién acompañar. Por suerte con mi marido nos ayudamos mutuamente”, comentó. Actualmente, Olmo da clases en El Galpón Pádel y entrena para representar a la Argentina en un Panamericano junto a su compañera. “Ponerte la camiseta argentina es una emoción indescriptible. Este año será especial porque viajamos en familia. Es una experiencia que trasciende lo deportivo”. El pádel, según ella, es mucho más que un deporte competitivo. “Yo siempre digo que el pádel es una terapia. El 99% de mis alumnas son mujeres, y muchas vienen a la clase porque es su hora de relax. Charlamos, reímos, peloteamos, y se van más livianas”. Además, Olmo destacó que se trata de una disciplina accesible y adaptable: “Puede jugarlo una nena de 5 años o una señora de 80. Personas con o sin condición física. Es un deporte social, divertido y familiar. Hoy hay muchísimas canchas en Posadas y en el interior, casi toda turnos de dos horas. Los precios rondan los 36 mil pesos por turno y las clases están entre 18 mil y 25 mil pesos la hora individual, o un poco más si son en pareja”. Con una vida atravesada por el esfuerzo, Carolina combina su rol de madre, profesora y deportista con la misma pasión que tenía a los cinco años, cuando pidió su primera raqueta. “Para mí el deporte es una filosofía de vida. Te enseña disciplina, independencia y fortaleza. Cuando no entreno, lo siento. Me cambia el ánimo, me vuelvo más irritable. El deporte es mi terapia”. Antes de despedirse, dejó un mensaje que resume su filosofía y su historia: “A veces las mujeres nos sentimos abrumadas por la rutina, los hijos, la casa o el trabajo. Pero hacer deporte, aunque sea una hora a la semana, te cambia el día. No se trata solo del físico, sino de darte ese tiempo para vos. Todas necesitamos ese espacio para respirar, reír y volver a casa con otra energía”. Compartí esta nota:
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