Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Deuda eterna, eterna esclavitud

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 08/11/2025 19:21

    Casi todos los políticos argentinos se prueban un traje de seriedad que no suele adecuarse a su naturaleza para recomendar que paguemos la deuda externa sin chistar, a pesar de que los propios países acreedores han sentado criterios a favor del repudio a lo largo de décadas. La deuda externa es impagable; conviene entonces repudiadarla como ha acontecido muchísimas veces en la historia con argumentos que no son muy conocidos entre nosotros, donde circulan sin impedimento los puntos de vista ”científicos” de los acreedores sobre consecuencias terribles en caso de rehusar el pago. Los acreedores son obviamente parte interesada, pero presentan argumentos de apariencia objetiva que consisten traducidos en decir a los esclavos: “sería necio rebelarse, los van a matar”. En realidad no es así; por una parte, la destrucción puede sobrevenir por problemas ajenos a la deuda, y el repudio puede ser, contra los malos augurios, el comienzo de nueva vida. Es posible discutir la deuda, pedir quitas, revisiones, etc, pero la finalidad estratégica debe ser repudiarla como han hecho por ejemplo los Estados Unidos varias veces a lo largo de su historia, en que también han “perdonado” a algunos de sus acreedores invocando firmes razones. La legitimidad del repudio deriva de que un estado soberano debe tener como finalidad el bien común, según una teoría política revitalizada por Rousseau. Esta finalidad está muy por encima del interés de lucro de los acreedores, que en definitiva son los bancos. Los acreedores no pueden obligar a un estado soberano sin hacerle perder la soberanía. La deuda argentina y en general la de los países pobres, que antes se llamaban “tercer mundo”, debe ser repudiada porque es impagable, además de ilegal, pero los economistas y los políticos suelen partir de una posición fatalista: hay que pagar lo impagable, a veces esgrimiendo argumentos morales caseros, como que los padres les enseñaron que hay que honrar las deudas. El artículo 1198 del código civil argentino establece que en un contrato bilateral, cuando una de las partes por hechos o circunstancias imprevisibles que hicieran demasiada onerosa la obligación, no pueda cumplirla, podrá solicitar una revisión del mismo, y en caso contrario pedir su resolución. Otro argumento se funda en el principio jurídico “sic rebus stantibus” (continuando así las cosas), que establece que cuando se han modificado las condiciones originales del contrato, se puede pedir la revisión o liberarse de las obligaciones. El principio “sic rebus stantibus” implica que un contrato mantiene su validez solo en tanto las condiciones del momento en que fue pactado no cambien sustancialmente. No cabe compeler al cumplimiento de la obligación si a la fecha de su ejecución circunstancias extraordinarias imprevisibles hacen que la prestación resulte excesivamente ruinosa o gravosa para el obligado o, posiblemente, para el acreedor. El principio vale también para el derecho internacional. Las tasas de interés de los préstamos cuyo pago nos reclaman fueron alteradas unilateralmente y hoy en día la deuda externa del tercer mundo es tan gravosa que países enteros están al borde del hambre o la ruina. Esta circunstancia, más allá de la avaricia de los banqueros que quieren cobrar como sea y parecen ir de “burbuja en burbuja”, está poniendo en peligro también al primer mundo, es decir, está resultando “gravosa para el acreedor”. Por ahora, como se ve en las declaraciones de legisladores y en la actitud de los gobernantes, el repudio de la deuda ilegítima es considerado una “locura” propia de irresponsables. Los que opinan de esta manera parecen reservarse para sí toda la responsabilidad y la cordura, el "pensamiento correcto" de los neoliberales; pero ocultan los antecedentes del caso y también que las réplicas de los acreedores, por duras que sean, no les permitirán cobrar. Como parece que nos han tirado tierra a los ojos para que no veamos la amplitud del problema, quizá sea conveniente hacer una reseña de opiniones y puntos de vista sobre el tema que vienen desde la Edad Media. * “Si un poder despótico contrae una deuda, no por las necesidades o el interés de su pueblo ni del Estado, sino para fortalecer su régimen, para reprimir a la población que lo combate, esta deuda es odiosa e ilegitima para la población de todo el Estado”. Esta es la formulación que un ministro del zar de Rusia, Alexander Nahum Zak, profesor en París, hizo de la deuda “odiosa” como diferente de la legítima. La deuda argentina, contraída por un plan ejecutado por José Martínez de Hoz en nombre del “Proceso” dictatorial del que fue ministro, e ideado fuera de nuestras fronteras, cae enteramente dentro de la categoría de “odiosa”. * Los prestamistas de la Edad Media eran en muchos casos judíos porque era una de las pocas actividades que no tenían prohibidas cuando la única propiedad que se consideraba valiosa era la territorial. Las ganancias por préstamos a corto plazo tomando objetos preciosos como garantía eran jugosas, pero siempre estaba el riesgo de que los príncipes, tomadores casi únicos de préstamos importantes repudiaran las deudas. Y ante el repudio principesco los prestamistas no tenían defensa. Jacques Coeur (Jacobo Corazón), prototipo de banquero medieval, se hizo enormemente rico y financió en el siglo XV las guerras del rey Carlos VII de Francia, pero finalmente éste le confiscó todos los bienes y lo obligó a huir a Roma, donde murió al servicio del Papa. * En el Renacimiento, los banqueros flamencos fueron de los primeros en especular intensamente con títulos y bonos hasta producir con sus excesos las primeras quiebras estatales, pero si bien las condiciones ya habían cambiado, también las deudas de los príncipes, siempre en guerra, los exponían al repudio unilateral de sus acreencias. Los banqueros fueron entonces mejor reconocidos. La trayectoria de los Medici de Florencia lo muestra a partir de la fortuna amasada por el banquero Giovanni. El banco que creó se sostuvo siglos y fue la base del mecenazgo familiar, pero finalmente cayó en medio de intrigas políticas, es decir, de la inevitable vecindad del poder y la riqueza. * La revolución rusa, inmersa en los grandes problemas causados por la guerra, urgida por la necesidad de alimentar a los soldados, y ante la resistencia de los campesinos a adoptar reformas, repudió la deuda que los zares habían contraído con Estados Unidos e Inglaterra, que sumaban 11.300 millones de dólares de la época. Los ingleses sobre todo intentaron cobrar por la fuerza militar, pero no fue posible y debieron retroceder con las manos vacías. Fue uno de los primeros ejemplos de repudio estatal de la deuda en un estado moderno. Los pragmáticos norteamericanos siguieron comerciando con la Rusia soviética y en 1925 eran su principal exportador, además del segundo inversor en bienes de capital. No les interesó la naturaleza del régimen ni el repudio de la deuda, sino los buenos negocios que podía seguir haciendo en un mercado tan importante. Estos repudios no significaron represalias políticas, ni económicas. * Hay fallos judiciales donde se reconocieron cambios de condiciones, como el dictado en el caso de Francia vs. Italia en 1932 por zonas territoriales de la Alta Saboya, o los argumentos que utilizó el presidente de los EE.UU., Franklin Delano Roosevelt, para suspender la participación de su país en una convención internacional. * El presidente de México, Benito Juárez, desconoció en 1861 todas las obligaciones externas contraídas por el emperador Maximiliano con Gran Bretaña, Francia y España. Recibió presiones, pero México nunca pagó esa deuda. Para hacerlo (¡qué diferencia!) recibió el apoyo del gobierno norteamericano, porque los acreedores eran la mayoría adversarios de los Estados Unidos y Juárez era masón. * Terminada la guerra de secesión, los estados del Norte triunfantes en los Estados Unidos repudiaron la deuda de los estados vencidos del Sur, contraída con Francia y Gran Bretaña. La enmienda 14 de la constitución de los Estados Unidos estableció que toda obligación debía ser instrumentada por ley, y si no lo era, resultaba nula. Parte de la deuda argentina fue contraída cuando el congreso estaba disuelto durante el "Proceso". * Después de la guerra del 14, el imperio británico era deudor de los Estados Unidos. Reclamó una reprogramación aduciendo que necesitaba el dinero para comprar trigo y carne para la población de Inglaterra amenazada por el hambre. Los Estados Unidos accedieron y al cabo de un tiempo dejaron de cobrar la deuda, con el argumento de que por legítima que fuera no se podía cobrar a costa del hambre de un pueblo. * El escritor nacionalista español Ramiro de Maeztu y Whitney entró en la Alemania derrotada después de la Primera Guerra Mundial vistiendo uniforme inglés, de la patria de su madre, como corresponsal del diario argentino La Nación. Interesado en la cuestión educativa, a una pregunta recibió esta respuesta: “Estamos dispuestos a afrontar la muerte por hambre de un millón de campesinos a cambio de dar buena alimentación a 1000 estudiantes universitarios alemanes. El futuro de Alemania depende de esos estudiantes”. Se trataba por una parte de las terribles condiciones en que puso a Alemania el tratado de Versalles, que exigió el pago de una deuda enorme, proporcional a la avaricia de los vencedores, que finalmente no fue pagada íntegramente. La masa crítica constituida por aquellos jóvenes estudiantes fue decisiva para Alemania. No evitó el nazismo, pero el país es una potencia que no ha perdido contacto con sus tradiciones de excelencia en investigación y en ingeniería, ni con su pasado filosófico, histórico y artístico. * Hoy, los pueblos deudores del tercer mundo no están en situación muy diferente a la alemana de la primera posguerra, a pesar de que no han perdido ninguna guerra, salvo la económica; pero sí ha habido para ellos equivalentes de Versalles. Las asfixiantes condiciones de la deuda los obligan a descuidar la educación y el empleo. En Haití, que a pesar de su miseria extrema tiene una deuda externa de unos 2500 millones de dólares, la gran mayoría de la población es analfabeta y el 70 por ciento del empleo es informal. La educación, que podría rescatar al país de su postración, de la que el terremoto en Puerto Príncipe de 2010 fue solo un episodio terrible, está limitada o cortada por la banca acreedora mundial, que no ha cesado de favorecer intervenciones militares. En una de las tantas invasiones estadounidenses a Haití, en 1914, los "marines" se llevaron el tesoro nacional haitiano a un banco norteamericano y no lo devolvieron hasta ahora. El dinero robado en 1914 sería más que suficiente para pagar toda la deuda haitiana. * “Ninguna Nación, salvo por la presión de la opinión pública y su propia necesidad de crédito, puede ser obligada a pagar una deuda a otro país”, dijo en 1938 el secretario del Tesoro de los Estados Unidos. Se ve que no pagar la deuda argentina no es una fantasía de revoltosos, sino una doctrina sustentada en los países “serios” incluso por las autoridades encargadas de cobrar. * Al finalizar la guerra de la independencia cubana contra España, EE.UU. ejerció un protectorado de hecho sobre Cuba. El gobierno de España ante la pérdida de una de sus últimas colonias exigió el pago inmediato de la deuda externa cubana; pero EE.UU. rechazó el pago sosteniendo que esa deuda era un peso impuesto al pueblo de Cuba sin su consentimiento y por la fuerza de las armas. * Un caso notable es el repudio de su deuda con un banco del Canadá por el gobierno de Costa Rica. El caso fue sometido a litigio con un ex presidente de la corte suprema de los Estados Unidos como árbitro. El árbitro desestimó la demanda porque el banco acreedor debe fundamentar su reclamo en el suministro real de los fondos enviados al gobierno legítimo, y el banco no había podido justificar tal extremo, debido al carácter ilegal de la dictadura costarricense. * Las potencias europeas, Inglaterra y Alemania, bloquearon y bombardearon los puertos de Venezuela en 1902 y 1903 ante la decisión del presidente de no pagarles la deuda. Los ataques militares provocaron la caída del presidente, lo que la oligarquía nativa no había conseguido. * En 1989 Estados Unidos sufrió una invasión estadounidense que derrocó al presidente Noriega y lo llevó preso, acusado de narcotraficante y corrupto. La invasión tuvo la finalidad de evitar el derrumbe del régimen político en un Estado vasallo, que había conseguido como tantos otros en Nuestra América unir a todos contra él. La perspectiva de una caída en Panamá al estilo de Somoza en Nicaragua hizo actuar en directo a los norteamericanos, que se desembarazaron de Noriega, que había sido agente de la CIA pero ya no les servía, y continuaron con el régimen pero con caras nuevas. * En la década de los 90, se hizo evidente que muchos países pobres estaban pagando servicios de su deuda externa superiores a los gastos para atender la salud de sus poblaciones. Ante este hecho, que tuvo una publicidad algo molesta para el primer mundo, los banqueros urdieron una maniobra nueva: eligieron 20 de 66 países y los “favorecieron” con quitas especiales y condiciones de pago más favorables. Pero entonces aconteció que esos países, si bien disminuyeron su deuda externa, debieron emitir bonos en dinero local para su mercado interno, es decir, generaron otra deuda, la “interna” en reemplazo de la “externa” que estaba mermando. Y aquí la maniobra dio sus frutos: como esos bonos domésticos pueden ser adquiridos por inversores extranjeros, la deuda interna rápidamente se convirtió de nuevo en externa, el collar volvió al cuello y todo siguió como antes. * La situación argentina no es única, sino más bien promedio. Deuda creciente, pobreza, marginalidad, delincuencia vinculada al narcotráfico (ahora exhibida casi desembozadamente por los políticos gobernantes). Mientras tanto, los poderes públicos encargados de verificar la deuda no quieren hacerlo y prefieren pagar, ya sea por corrupción o por temor a represalias que se agitan como fantasmas y que como fantasmas desaparecerían con solo mirarlos de frente y sin temor. El caso de Filipinas es un ejemplo: La presidente Gloria Arroyo admitió en 2004 que atravesaba una crisis de la deuda, y generó temor de cesación de pagos en los acreedores; pero la posición gubernamental fue temerosa y contemporizadora y con grandes sacrificios para el pueblo siguió pagando lo que de principio a fin es imposible. Los banqueros acreedores consiguieron hacer votar una ley de asignaciones automáticas que prioriza el pago de la deuda sin consideración de cuánto dinero haya en el presupuesto. De esta manera la deuda no aparece en el presupuesto, se ha hecho invisible, pero los recursos para salud y educación son mucho menores, y eso sí es visible, al menos sus consecuencias. Por ahora los banqueros internacionales y sus gerentes filipinos locales en puestos clave del gobierno han conseguido que el congreso no analice la deuda, lo que recuerda también la situación argentina, donde la recomendación del juez Ballesteros está “demorada” sin muchas explicaciones a pesar de ser el problema central del país. La presión hizo en las Filipinas que la cámara de representantes apruebe una propuesta de auditar la deuda, pero desde 2004 está estancada en el senado filipino. * Sudáfrica contrajo cuando estaba bajo el régimen racista del “apartheid” una deuda externa de 20.000 millones de dólares, que heredó Nelson Mandela al asumir el gobierno en 1994. Bancos alemanes, suizos, ingleses y norteamericanos financiaron el apartheid cuando ya estaba en retirada y exigía mucho dinero para sostenerse. En condiciones de racismo declarado, desafiante y repugnante, el FMI prestó dinero a Sudáfrica hasta que previendo lo que venía lo impidió el directorio en 1983. Los préstamos al régimen del apartheid estuvieron claramente vinculados a la opresión del pueblo sudafricano, pero los prestamistas usaron amenazas para asegurar que el gobierno que siguió pague hasta el último centavo. En la catedral de Southwark en abril de 1997, el arzobispo de Ciudad del Cabo, Njongonkulu Ndungane, dijo: ‘A medida que nos acercamos al nuevo milenio, va llegando la hora de invocar la doctrina de la deuda odiosa (del ruso Alexander Nahum Zak). En el caso de Sudáfrica, su deuda externa e interna fue contraída, en general, bajo el régimen del apartheid, y debe (…) ser declarada odiosa e incobrable’. * Sobre el trato debido a las deudas odiosas se puede recordar que el gobierno argentino del “Proceso” vendió armas al gobierno dictatorial de Nicaragua derrotado por el sandinismo. Cuando los sandinistas se instalaron en el poder, recibieron un reclamo del Proceso argentino, que quería cobrar las armas que había vendido. Los sandinistas le recomendaron al Proceso argentino que le pase la cuenta al “proceso” nicaragüense derrotado, y no pagaron nada. Al gobierno argentino le repudiaron la deuda que pretendía cobrar, a pesar de que la mortífera “mercadería” fue sin dudas entregada, y nunca más abrió la boca. Podría tomar este ejemplo para su propia enorme deuda que pretende pagar. A este respecto, cuando Martínez de Hoz después del “Proceso” declaró sobre las razones por la que tomó la deuda, dijo que fue en momentos en que el sistema financiero internacional tenía exceso de liquidez que comprometía su equilibrio y entonces la Argentina se ofreció a “achicar” la inundación absorbiendo los excesos como esponja. Es claro que ahora debe expulsar todo el jugo que chupó y mucho más, hasta el fin de los tiempos sin importar mucho en qué “desequilibrios“ caigamos. Aquel exceso es producto de la máquina de hacer dólares que tiene el gobierno de los Estados Unidos y de la especulación descontrolada. * Otro caso en que parecía que se venía el mundo abajo pero siguió andando es el de Ecuador. El gobierno dispuso una importante reducción de la deuda externa, que dejó en 7.503 millones de dólares. La relación de la deuda con el producto interno bruto se redujo de 22% a 14,6%, lo que se constituye en la mayor reducción registrada en la última década. En su momento, dando muestra de corrupción, desorientación o inocencia, Ecuador había convocado a atender el problema de su deuda externa a ¡Domingo Felipe Cavallo!, que como José Martínez de Hoz o Alvaro Alsogaray es un personero del interés antinacional en Sudamérica, estatizador de la deuda privada argentina cuando era presidente del Banco Central durante el "Proceso". Pero Rafael Correa, condenado a ocho años de prisión mientras estaba exiliado en Bélgica, cuando fue ministro de Finanzas en 2005 trabajó junto con el congreso para reestructurar el fondo de estabilización petrolera a fin de canalizar una mayor porción de la renta petrolera a programas del sector social. Esa vez, tanto el FMI como el Banco Mundial, los acreedores, objetaron. El Banco Mundial demoró y por último anuló un préstamo ya aprobado a Ecuador, aduciendo estar muy preocupado por el “cambio total de política” que estos cambios implicaban. ¿Qué hacer? Hasta ahora nos hemos guiado por la opinión de los acreedores como si fuera la única, que nos ilustra sobre los graves peligros de no pagar. No se oye o está muy desacreditada, la opinión contraria que indica que los beneficios de no pagar son mayores y sobre todo, deliberadamente ignorados. Los consejos de los acreedores, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional siempre tuvieron consecuencias desastrosas porque no contemplan sino sus intereses. ¿Porqué no escuchar otra tonada? Pero los propios intereses de los países ricos están en riesgo, y no solo no cobrar. Análisis netamente “primermundistas” concluyen que la deuda externa de los pobres tiene efectos devastadores en el Tercer Mundo, pero hay también consecuencias negativas para el “primero”: “destrucción del medio ambiente; uso irracional de los recursos, utilización de los recursos comunes (océanos, atmósfera) y de los países del Sur como receptores de las basuras radioactivas y nucleares; destrucción de la capa de ozono; calentamiento del planeta; tráfico de drogas prohibidas (su volumen de negocios excede al del comercio de petróleo y está en segundo lugar después del comercio de armas). Los norteamericanos consumen en un año cuatro veces el equivalente a la deuda de Perú, aumento de la inmigración con el consiguiente crecimiento de la pobreza y la exclusión social; proliferación de conflictos armados (actualmente acontecen alrededor de 30 conflictos armados, muchos de ellos no declarados); tráfico de armas. La lista sigue: a pocos les brillan los ojos, a muchos los hace llorar. De la Redacción de AIM.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por