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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 08/11/2025 06:36
Santo Tomas de Aquino Se trata de un asunto clave que muchas veces es analizado con la mejor buena voluntad pero se yerra en la idea central, lo cual conduce a despropósitos varios. Otras veces lo hemos tratado pero se hace necesario volver a la carga debido a insistencias en errores de cierta envergadura que perjudican a todos pero de modo especial a los más vulnerables. Cuando fui invitado a pronunciar el discurso inaugural en el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) en Tegucigalpa el 30 de junio de 1998 a instancias de Horst Schönbohm presidente de la Fundación Adenauer de Argentina que contribuía a financiar el evento, para lo cual me extendió la invitación formal Monseñor Cristian Brecht Bañados, abrí mi presentación afirmando que si se estima que la pobreza material es una virtud en lugar de la evangélica de espíritu habría que condenar la caridad ya que mejora la condición del receptor. Estuvieron presentes, además de sacerdotes de Brasil, El Salvador y locales de Honduras, los obispos de México, Colombia y el dueño de casa Monseñor Oscar Rodríguez Madariaga. La Enciclopedia de la Biblia -bajo la dirección técnica de R. P. Sebastián Bartina y R. P. Alejandro Díaz Macho con la supervisión del Arzobispo de Barcelona- aclara que “fuerzan a interpretar las bienaventuranzas de los pobres de espíritu, en sentido moral de renuncia y desprendimiento” y que “la clara fórmula de Mateo -bienaventurados los pobres de espíritu- da a entender que ricos o pobres, lo que han de hacer es despojarse interiormente de toda riqueza” (tomo vi, págs. 240/241). Como una nota al pie, en este sentido es bueno prestar atención al segmento de Homo Argentum del gran Guillermo Francella que hace mofa de un sacerdote tercermundista frente a feligreses desconcertados por la alabanza y ponderación de la pobreza. Como lo que puede interpretarse como una chanza cuento que en una oportunidad cuando me fui a confesar en San José Obrero le dije al sacerdote que me gustaría proponer otro nombre a esa capilla y fue San José Carpintero Exitoso ya que no había por qué ocultar que en aquella época el oficio de carpintero era según valoraciones sociológicas modernas de A1. Todos quieren progresar para lo cual se requieren marcos institucionales que protejan derechos, muy especialmente el de propiedad. Sin propiedad privada no hay precios lo cual no permite evaluación de proyectos, contabilidad ni cálculo económico. En esa situación no se sabe si conviene hacer los caminos de asfalto o de oro y si alguien sostiene que con el metal aurífero es un desatino es porque recordó los precios antes de abolir la propiedad tal como sugieren los marxistas. Pero sin necesidad de eliminar este derecho clave, en la medida en que se lo debilita ocurre el despilfarro que inexorablemente reduce salarios en términos reales que dependen de las tasas de inversión, un proceso diluido por la falsificación de los precios que son los únicos indicadores para operar en la economía que, como queda dicho, derivan en las condiciones sociales. De allí que es necesario insistir en la refutación de la zoncera peronista de “combatiendo al capital” y demás dislates. También es necesario subrayar que constituyen un despropósito legislaciones antisociales como la imposición de salario mínimo que siempre conduce al desempleo de los que más necesitan trabajar como si el ingreso pudiera establecerse por decreto y no a raíz de las referidas tasas de capitalización. A los gerentes de finanzas, administrativos y de personal no les afecta ese decreto a menos que el salario mínimo supere sus honorarios, en cuyo caso ellos también ingresan a las filas de desocupados. El mercado libre consiste en un proceso en el que los empresarios para mejorar su situación patrimonial están obligados a prestar debida atención a las necesidades y reclamos de sus congéneres vendiendo mejor calidad y precio más atractivo. Los seudo empresarios atados al poder político de turno son asaltantes de guante blanco que explotan miserablemente a su prójimo vía mercados cautivos y otros privilegios. El sacerdote polaco Miguel Poradowski -doctor en teología, doctor en derecho y doctor en sociología- refiriéndose a los llamados curas tercermundistas en uno de sus libros titulado El marxismo en la teología escribe: “No todos se dan cuenta hasta dónde llega hoy la nefasta influencia del marxismo en la Iglesia. Muchos, cuando escuchan algún sacerdote que predica en el templo, ingenuamente piensan que se trata de algún malentendido. Desgraciadamente no es así. Hay que tomar conciencia de estos hechos porque si vamos a seguir cerrando los ojos […] tarde o temprano vamos a encontrarnos en una Iglesia ya marxistizada, es decir, en una anti-Iglesia”. Reiteramos lo consignado antes de León XIII que en Rerum Novarum afirma: “Quede, pues, sentado que cuando se busca el modo de aliviar a los pueblos, lo que principalmente y como fundamento de todo se ha de tener es esto: que se ha de guardar intacta la propiedad privada. Sea, pues, el primer principio y como base de todo que no hay más remedio que acomodarse a la condición humana; que en la sociedad civil no pueden todos ser iguales, los altos y los bajos. Afánense en verdad, los socialistas; pero vano es este afán, y contra la naturaleza misma de las cosas. Porque ha puesto en los hombres la naturaleza misma, grandísimas y muchísimas desigualdades. No son iguales los talentos de todos, ni igual el ingenio, ni la salud ni la fuerza; y a la necesaria desigualdad de estas cosas le sigue espontáneamente la desigualdad en la fortuna, lo cual es por cierto conveniente a la utilidad, así de los particulares como de la comunidad; porque necesitan para su gobierno la vida común de facultades diversas y oficios diversos; y lo que a ejercitar otros oficios diversos principalmente mueve a los hombres, es la diversidad de la fortuna de cada uno”. Por su parte, Pio XI ha señalado en Quadragesimo Anno que “Socialismo religioso y socialismo cristiano son términos contradictorios; nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero”; Juan Pablo II ha precisado bien el significado bienhechor del capitalismo especialmente en la sección 42 de Centesimus Annus y Joseph Ratzinger/Benedicto XVI en Jesús de Nazaret (tres tomos) critica “el experimento marxista”, señala que “el mensaje de Jesús es estrictamente individualista” y marca los problemas graves del abuso del poder político que “ha convertido al Tercer Mundo en Tercer Mundo” que “creyó transformar piedras en pan, pero ha dado piedras en lugar de pan”. Estrechamente vinculado con lo dicho es la noción de amar al prójimo, en ese sentido cito de Santo Tomás de Aquino en Suma Teológica (Buenos Aires, Club de Lectores, Vol. X, pag. 86 o para una referencia más técnica de esa obra 2da., 2da., XXVI, art. IV): “Amarás a tu prójimo como a tí mismo, por lo que se ve que el amor del hombre para consigo mismo es como un modelo del amor que se tiene a otro. Pero el modelo es mejor que lo modelado. Luego el hombre por caridad debe amarse más a sí mismo que al prójimo”. Este pensamiento del Doctor Angélico está en línea con Adam Smith, especialmente en su primer obra de 1759 titulada La teoría de los sentimientos morales donde concluye que “el interés personal es perfectamente compatible con la benevolencia” puesto que todos actuamos en nuestro interés personal lo cual es una verdad de Perogrullo puesto que siempre el acto le interesa a quien actúa. Quien ama a otro es porque le produce satisfacción, el que se odia a sí mismo es incapaz de amar. De más está decir que hay acciones ruines y acciones virtuosas pero en ambos casos aluden a quienes especulan con que estarán en una mejor situación después del acto respecto a la posición anterior. Las personas se definen por la calidad de sus intereses, la maldad y la bondad -aun en variadas dosis- son según las conductas de cada cual. La ayuda al prójimo, la caridad, puede ser material o de apostolado y se traduce en el contexto de un acto voluntario realizado con recursos propios, sean estos crematísticos o trasmisión de conocimientos para la alimentación espiritual. Las acciones coactivas que disponen por la fuerza del fruto del trabajo ajeno nunca son solidarias puesto que se trata de un atraco. En el lenguaje coloquial se suele hacer referencia a acciones desinteresadas para subrayar que no hay interés monetario pero el interés subsiste. Estaba en interés de la Madre Teresa el cuidado de los leprosos, está en interés de quien entrega su fortuna a los pobres la realización de esa transferencia, puesto que su estructura axiológica le señala que esa acción es prioritaria para su alegría. También está en interés del asaltante de un banco que el delito le salga bien y también para el masoquista que la goza con el sufrimiento y así sucesivamente. En el “amarás a tu prójimo como a tí mismo” la clave radica en el adverbio “como”. Hay solo tres posibilidades: Que el amor sea igual, mayor o menor al prójimo. Las dos primeras constituyen inconsistencias lógicas, por ende, se trata de la tercera posibilidad. En el primer caso, si fuera igual, no habría acción alguna, puesto que para que exista acción debe haber preferencia; la indiferencia, en este caso la equivalencia de objetivos, no permite ningún acto. Si en un desierto hay una persona muriéndose de sed y tiene una botella de agua a la derecha y otra a la izquierda y se mantiene indiferente, se muere de sed. Para no sucumbir debe preferir, esto es, inclinarse por una de las alternativas. Cuando alguien entra a un bar y manifiesta que quiere una bebida y el mozo le informa que tiene A y B y le pregunta qué prefiere, si la respuesta es que le da lo mismo, de hecho delega la decisión en quien atiende, pero si se mantiene indiferente sin endosar la decisión se deberá abstener de la bebida. En segundo lugar, si se sostuviera que el amor al prójimo es mayor que el amor propio, se estaría incurriendo en un sinsentido, puesto que, como queda dicho, el motor, la finalidad de la acción, la brújula, el mojón y el punto de referencia es el interés personal, lo cual define la acción, que, por ende, no puede ser menor que el medio a que se recurre para lograr ese cometido. En consecuencia, es siempre menor el amor al prójimo que a uno mismo. Esto incluso se aplica al que da la vida por un amigo: ese arrojo y esa decisión se lleva a cabo porque para quien entrega la vida por un amigo constituye el acto por él más valorado respecto a cualquier otra acción posible. A veces se confunden conceptos, porque aparecen problemas semánticos de envergadura. El interés personal no debe ser confundido con el egoísmo, ya que esta última expresión significa que el medio que le satisface al sujeto actuante no está nunca fuera de su propio ser. De este modo, no es concebible para el egoísta la satisfacción y el bienestar de otros. El interés personal, sin embargo, abarca acciones cuyos medios para la satisfacción de quien actúa son también los otros o incluso principalmente otros. En este sentido, es pertinente recordar una reflexión de uno de los más destacados pensadores de la escuela escocesa del siglo XVIII, Adam Ferguson, quien en su History of Civil Society afirma: “Por su parte, el término benevolencia no es empleado para caracterizar a las personas que no tienen deseos propios; apunta a aquellos cuyos deseos las mueven a generar el bienestar de otros”. En esta línea argumental, Erich Fromm escribe en Man for Himself. An Inquiry into the Psychology of Ethics: “La falla de la cultura moderna no estriba en el principio del individualismo, sino en la idea de que la virtud moral no equivale al interés personal […] el valor supremo de la ética humanista no es la renuncia a sí mismo sino el amor propio, no la negación del individuo sino su afirmación”. Es decir, el problema radica en que la gente no se ocupa lo suficiente de cuidar su alma. Es como ha escrito en Ser sí mismo el Padre Dr. Ismael Quiles frente al absurdo de renunciar a uno mismo: “Ser para no ser nada es una contradicción sin significado alguno”, lo cual recuerda esa otra contradicción que afirma que no hay que juzgar como si eso no fuera un juicio. En resumen la pobreza no es un objetivo para la mayor parte de los mortales lo cual para nada desconoce la muy loable decisión de algunos al hacer votos de pobreza pero siempre recordando que Jesús apreciaba y era muy amigo de José de Arimatea, el rico de la época.
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