07/11/2025 17:57
07/11/2025 17:56
07/11/2025 17:53
07/11/2025 17:52
07/11/2025 17:51
07/11/2025 17:51
07/11/2025 17:51
07/11/2025 17:51
07/11/2025 17:51
07/11/2025 17:51
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/11/2025 14:55
Ninja Scroll - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse Nota anterior: La leyenda sangrienta de Ninja Scroll: animación adulta en su máximo filo Hablar de Ninja Scroll es volver a esa época en que descubrir anime era casi un acto clandestino. Para muchos, fue el VHS prohibido que circulaba de mano en mano, con escenas de violencia estilizada, demonios imposibles y una sensualidad que nos hacía desviar la mirada… pero no podíamos dejar de mirar. Estrenada en 1993 y dirigida por Yoshiaki Kawajiri, Ninja Scroll se convirtió en una puerta de entrada —y a la vez de no retorno— a un mundo de animación brutalmente adulta, heredera de la tradición chambara (cine de espadas) y el erotismo oscuro de los manga seinen. Si Akira nos había mostrado la furia cyberpunk y Ghost in the Shell exploraba la filosofía del alma digital, Ninja Scroll era puro filo: una danza sangrienta de samuráis errantes, clanes corruptos y enemigos sobrenaturales, envuelta en una estética que respiraba polvo, sudor y deseo. Fue, para muchos, la prueba de que la animación japonesa podía ser tan impactante —y peligrosa— como cualquier película de acción real. Y antes de que Internet hiciera todo accesible, Ninja Scroll era una leyenda urbana: algo que se veía a escondidas, se comentaba en susurros y se atesoraba como un secreto adulto. Bienvenidos una vez más a Retrocultura Activa, el lugar donde revivimos esos mitos animados que tus padres jamás quisieron que vieras… pero igual encontraste. Ajustá tu kimono mental, afilá la katana de la nostalgia y preparate: hoy volvemos a recorrer los senderos oscuros y sensuales de Ninja Scroll, la película que nos enseñó que, a veces, la animación también corta. Ninja Scroll - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse El filo de la tradición chambara Para entender Ninja Scroll hay que mirar atrás, mucho antes de los VHS pirateados y las estanterías de Blockbuster. La película de Kawajiri bebe directamente de la tradición chambara, el cine japonés de espadachines que surgió en los años veinte y explotó en la posguerra. Clásicos como Yojimbo o Zatoichi establecieron los arquetipos del ronin solitario, la aldea corrupta y los duelos bajo la lluvia. Ninja Scroll toma esa herencia y la lleva al extremo: Jubei Kibagami, un samurái vagabundo sin señor, es la versión animada y retorcida del espadachín que no debe lealtad a nadie, salvo a su propio código. La diferencia es el tono: mientras Kurosawa elegía la sugerencia y la elipsis, Kawajiri despliega toda la brutalidad posible, sin pudor ni censura. Lo que antes se insinuaba, aquí se muestra: cabezas cortadas, veneno, traición y cuerpos que se funden entre placer y horror. Ninja Scroll - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse La galería de villanos: monstruos y metáforas Una parte clave de la fuerza de Ninja Scroll está en su panteón de enemigos. El Clan de los Demonios de Kimon es una colección de mutantes imposibles: un gigante de piedra, una mujer que controla serpientes que habitan su piel, un ninja ciego con oído de halcón, un guerrero que se regenera bebiendo la sangre de sus víctimas. Cada uno es casi una fábula retorcida: simbolizan vicios humanos —avaricia, lujuria, sed de poder— llevados a la forma física más grotesca. Kawajiri no solo hace que estos antagonistas sean villanos de videojuego con “poder especial”: cada uno propone un duelo visual y temático. Jubei no solo debe vencer fuerza con espada, sino resistir tentaciones, engaños y traiciones. Por eso Ninja Scroll funciona como espectáculo y como versión ultraviolenta de un cuento moral. Ninja Scroll - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse Acción sin piedad, erotismo y censura: la firma Kawajiri Si algo define la obra de Kawajiri es su obsesión por la acción estilizada, cargada de sudor y fluidos. Las peleas en Ninja Scroll siguen siendo, treinta años después, lecciones de storyboard: cada corte de katana se entiende, cada explosión de sangre tiene un sentido coreográfico. Es un ballet de violencia. Este estilo se forjó mucho antes, en títulos como Wicked City o Demon City Shinjuku. Kawajiri nunca temió empujar la animación hacia lo que la acción real no podía mostrar sin tabúes: cuerpos que se disuelven, demonios sexuales, mutilaciones como parte de la narrativa. Si Akira fue la gran entrada del anime “para adultos” en Occidente, Ninja Scroll confirmó que había un público ansioso por historias que ningún canal de TV pasaría a las tres de la tarde. Ninja Scroll - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse Otro motivo por el que Ninja Scroll se convirtió en una leyenda urbana fue su carga erótica explícita. La relación entre Jubei y Kagero —la ninja veneno— mezcla atracción, tragedia y peligro químico. Kagero es intocable: su cuerpo es veneno puro, su destino es servir como arma viviente a un clan corrupto. La película muestra escenas que, en los noventa, parecían imposibles de ver en un dibujo animado: abuso, insinuación sexual, sensualidad perturbadora. Esto explica por qué Ninja Scroll se transmitía de mano en mano: la experiencia era ver algo prohibido, sentir que se estaba “descubriendo” un nivel secreto del anime. Antes de internet y del streaming, esta película era contrabando cultural en VHS. Onimusha 3 - Capcom Influencia en videojuegos: de Tenchu a Nioh Aunque Ninja Scroll jamás tuvo un videojuego oficial, su energía oscura y violenta se filtró como veneno lento en toda una generación de desarrolladores y jugadores. Títulos como Tenchu: Stealth Assassins retomaron esa fantasía adulta del ninja solitario enfrentando clanes corruptos, demonios y traiciones bajo la luna. En Tenchu, la brutalidad y la poesía de la muerte acechaban en cada tejado y jardín, evocando la misma mezcla de honor y sangre que Jubei Kibagami encarnaba con su espada. A principios de los 2000, sagas como Shinobi para PlayStation 2 revivieron al asesino silencioso envuelto en magia oscura y enemigos sobrenaturales. La estética de esos juegos —cuerpos que se despedazan, demonios que se retuercen, templos profanados— parecía beber de la misma fuente de pesadillas folclóricas y estilización violenta que Kawajiri imprimió en Ninja Scroll. Nioh 3 Más adelante, Onimusha llevó el concepto al terreno de la acción samurái, mezclando el combate contra hordas de criaturas demoníacas con ese aire fatalista de leyenda antigua. Incluso Nioh, ya en la era moderna de Team Ninja, es casi una carta de amor a ese imaginario: samuráis errantes, monstruos sacados del folclore japonés, hechicería corrupta y duelos que explotan en una coreografía de filo y sangre. En el fondo, Ninja Scroll alimentó un arquetipo: el del guerrero maldito que avanza a través de conspiraciones demoníacas, traiciones palaciegas y mujeres fatales, en un Japón donde la historia real se funde con lo sobrenatural. Un molde que se sigue replicando en cada juego que mezcla katanas, sigilo y criaturas de pesadilla. Por eso, aunque no tenga un juego propio, Ninja Scroll vive en cada parpadeo de katana pixelada y en cada techo al que un ninja virtual trepa, invisible, antes de dejar que la sangre salpique el polvo. Ninja Scroll: The Series La serie que no estuvo a la altura En 2003, la franquicia volvió con Ninja Scroll: The Series. La premisa prometía mucho: expandir el universo, seguir a Jubei en nuevos encargos como ronin a sueldo y prolongar esa atmósfera densa de traiciones, clanes enfrentados y enemigos imposibles. Sin embargo, la realidad fue otra. Aunque Yoshiaki Kawajiri figuraba como director supervisor, su mano se notaba menos incisiva que en el largometraje original. La animación, atribuida a Madhouse en los créditos, fue realizada principalmente por el estudio Bee Train, lo que se tradujo en una estética reconocible pero carente de la textura artesanal y la composición meticulosa de cada plano que hicieron de la película un festín visual. La historia, dividida en trece episodios, apostaba por una estructura casi procedimental: Jubei enfrentando nuevos enemigos cada semana, muchas veces con motivaciones intercambiables y villanos menos carismáticos que los Ocho Demonios de Kimon. Ninja Scroll: The Series La violencia, aunque presente, parecía domesticada por los estándares de la televisión de principios de los 2000. El erotismo, uno de los sellos más incómodos y potentes de la película, se diluía en favor de peleas más convencionales y diálogos que estiraban la trama. No era mala televisión: para muchos fans fue un reencuentro agradable con la figura de Jubei, con sus frases lacónicas, su katana siempre lista y su destino de guerrero sin amo. Pero la serie nunca alcanzó el estatus de leyenda urbana ni se convirtió en tema de susurros adolescentes, como sí lo fue aquel VHS original que pasaba de mano en mano. Hoy sobrevive como una curiosidad para coleccionistas: un apéndice que no arruina el mito, pero tampoco lo engrandece. Para muchos, la serie es un recordatorio de que Ninja Scroll era —y sigue siendo— una historia que tal vez solo necesitaba una película para decirlo todo: un cuento corto de sangre y deseo que no debía convertirse en saga, porque su filo más peligroso era justamente la intensidad que duraba lo que dura una noche sin luna. Wicked City - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse El resto de la filmografía: Kawajiri sin filtros Para entender Ninja Scroll es imprescindible conocer a Yoshiaki Kawajiri como autor, pues su filmografía funciona como un catálogo de obsesiones que atraviesan sus obras. En sus historias se encuentran cuerpos mutantes, erotismo retorcido, conspiraciones urbanas, cyberpunk y folklore japonés con un fuerte aroma a cine negro. Su estilo es distintivo y reconoce un universo oscuro y adulto donde la violencia y la sensualidad conviven con lo sobrenatural. En 1987, con Wicked City, Kawajiri exploró la tensión entre humanos y demonios que se infiltran en el Tokio moderno. La película combinaba sexo explícito con horror corporal, creando una atmósfera inquietante que desafiaba la comodidad del espectador. Dos años después, en Demon City Shinjuku, transformó un barrio de Tokio en un campo de batalla donde jóvenes guerreros enfrentaban fuerzas infernales, consolidando su interés por mezclar lo urbano con lo fantástico en un tono oscuro. Cyber City Oedo 808 - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse En 1990 llegó Cyber City Oedo 808, una serie que llevó el cine noir hacia el futuro. Allí, convictos condenados trabajaban como cazarrecompensas en una ciudad flotante hipertecnológica, un escenario que le permitió a Kawajiri fusionar elementos de ciencia ficción y suspenso con su sello característico. Su trazo y narrativa seguían enfocándose en la crudeza y la complejidad moral de sus personajes. En el año 2000, Kawajiri presentó Vampire Hunter D: Bloodlust, una reinterpretación del mito vampírico como un western gótico que deslumbra no solo por su historia, sino por una animación exquisita que muchos consideran su última gran obra maestra. Esta película consolidó la capacidad del director para combinar géneros y atmósferas distintas en un solo relato visualmente impresionante. Vampire Hunter D: Bloodlust - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse Incluso cuando Hollywood llamó a su puerta para colaborar en The Animatrix en 2003, su segmento Program reflejó la esencia de su trabajo: una pelea samurái que confronta la realidad y la simulación, una secuencia cargada de filosofía y estilo que supera en intensidad y profundidad a muchas películas completas. Yoshiaki Kawajiri no creó anime para todos; hizo anime para adultos que buscaban algo peligroso, arriesgado, obras que no temen desafiar ni incomodar. Ninja Scroll es, sin duda, parte de ese legado, una pieza imprescindible para entender su visión y el tipo de animación que dejó una marca imborrable. Ninja Scroll - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse El legado: una pieza que nunca envejece Más de tres décadas después, Ninja Scroll se mantiene como punto de referencia. A nivel técnico, sigue siendo una lección de animación 2D sin atajos digitales. A nivel narrativo, es un recordatorio de que el anime no tiene por qué ser “cute” ni accesible: puede ser tan crudo y desafiante como cualquier thriller live-action. Muchos directores actuales de anime de acción —y hasta de cine— citan su influencia. La obsesión por la violencia coreografiada, el erotismo que incomoda y la reinvención del chambara se ven en producciones como Sword of the Stranger, Basilisk, Afro Samurai o incluso Dorohedoro. Para la generación que lo descubrió en VHS, Ninja Scroll es más que una película: es la prueba de que la animación puede escupir fuego, sangre y deseo sin pedir permiso. Ninja Scroll - Yoshiaki Kawajiri - Madhouse Un mito que casi regresa A lo largo de los años, surgieron rumores de una secuela live-action o remake. Hollywood coqueteó varias veces con la idea —incluso circulaban guiones y productores interesados—, pero nada se concretó. Tal vez sea mejor así: Ninja Scroll pertenece a su época y a su soporte. Es una película que vive mejor en la memoria de cintas gastadas, subtítulos garabateados y charlas susurradas en el recreo. Hoy, cuando todo se consigue en streaming y hasta el anime más explícito parece filtrado por algoritmos de contenido, Ninja Scroll conserva algo salvaje. Es uno de esos títulos que siguen recomendándose como rito de paso: si aguantaste Akira, acá está tu siguiente escalón. Porque aunque pasen décadas, siempre habrá quienes busquen sentir que la animación puede cortar como una katana bien afilada. Y ahí estará Jubei, caminando solo bajo la lluvia, espada en mano, listo para recordarnos que algunos secretos merecen ser descubiertos una y otra vez.
Ver noticia original