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  • “El libro físico tiene alma, por eso hay que cuidarlo”

    » Elterritorio

    Fecha: 07/11/2025 08:50

    Nancy Cañete es bibliotecaria, archivista y encuadernadora. Busca mantener viva la magia del papel desde su taller en su casa y crea minilibros con mensajes esperanzadores y otros para recrear en miniatura a los más demandados miércoles 05 de noviembre de 2025 | 5:30hs. Bibliotecaria, archivista y encuadernadora, Nancy Cañete cuenta su pasión por los libros. Tiene un pequeño taller en su casa donde repara, restaura y crea minilibros artesanales. A sus 61 años, jubilada de su profesión, sigue dedicada a que las páginas sigan vivas y accesibles, convencida de que los libros físicos aún tienen mucho que contar en la era digital. En Charlas con El Territorio, Cañete detalla también sobre su emprendimiento Clínica del Libro, un espacio que ofrece libros en miniatura de dos tipos: con frases motivadoras y también, los libros más demandados. Su historia representa una pasión por la lectura y por el cuidado de las páginas. Como mensaje, destacó que empezó a estudiar de grande para dejarles una enseñanza a sus hijos de que “no hay edad para hacer lo que a uno le gusta, se puede trabajar de ello, formalizarlo y hacerlo con mucho amor”. Se denomina “una bendecida de la vida” por seguir haciendo lo que le gusta, incluso después de jubilarse. ¿Ccómo describirías este momento de tu vida profesional? Estoy jubilada desde hace un año, pero sigo muy activa. Trabajo medio tiempo en la biblioteca de la Universidad Católica de Misiones (Ucami), donde me dedico a reparar libros, y también hago encuadernaciones y minilibros por encargo. Me siento muy bendecida, porque toda mi vida trabajé en lo que me gusta. Ahora mi objetivo es poder concretar un pequeño taller de encuadernación dentro de la universidad. ¿De dónde viene esa pasión por los libros? Desde muy chica. En casa había una colección de literatura universal y mi mamá fue una gran influencia. Ella participó en la creación de una biblioteca popular en el Jardín Botánico, en sus comienzos, ahora ya no está allí. Mi madre también escribió algunos libros. Yo crecí entre lecturas, así que fue natural que me convirtiera en lectora compulsiva. Leo mucho, varios libros por mes, y como el hábito es costoso, siempre busqué alternativas para hacerlo accesible. De hecho, con un grupo de amigos formamos Lectura en Movimiento, para intercambiar libros y promover el hábito de la lectura. Además, pienso que no puede existir un relato de mi vida académica, laboral, o de oficio, sin el apoyo y acompañamiento de mi compañero, mi esposo que siempre compartió mi entusiasmo por los libros, la lectura y todo lo que eso genera. Sin su apoyo, no podría haber transitado todo. Tu carrera en bibliotecología llegó más adelante, ¿cómo fue ese proceso? Sí, comencé a estudiar ya de adulta. Me enamoré del trabajo bibliotecológico, que va mucho más allá de acomodar libros. Hay toda una estructura detrás: la compra, el control, la catalogación, la clasificación. Son tareas muy técnicas y apasionantes. Paradójicamente, aunque amaba la lectura, durante mi horario laboral nunca podía leer porque el trabajo demandaba toda mi atención. Los libros son ordenados de una manera y hay que respetarla, incluso en nuestras propias bibliotecas. También fue un mensaje para mis hijos: que se puede estudiar más allá de la edad. Crié a mis hijos, me di el gusto de estar con ellos en muchos momentos y más grande, hace unos 30 años atrás aproximadamente comencé a estudiar. ¿Cómo surgió tu interés por la conservación y reparación de libros? Fue una necesidad. Veía el deterioro en las bibliotecas y me dolía no poder hacer nada. Así que empecé a capacitarme en conservación documental acá en Misiones y también hice varios cursos en Buenos Aires. La conservación busca prevenir el daño antes de que ocurra, algo que muchas veces se puede lograr con cuidados simples: buena ventilación, limpieza, evitar el sol directo. También di talleres para difundir estas prácticas. Nancy detalla su amor por la lectura y por los libros en general, desde su cuidado y conservación. Cuando comencé a trabajar como bibliotecaria llegaban libros muy estropeados, incluso de las donaciones. En ese marco, empezamos a realizar capacitaciones a las personas sobre ese tema, el cuidado de los libros. Sobre todo a los docentes, otros bibliotecarios, y a los estudiantes. Es importante que sepan que el cuidado de un libro no requiere una cuestión económica sino de cuidados necesarios para preservarlos. Porque cuando un libro llega a reparación es porque pasó por un largo proceso de deterioro. Además, sos licenciada en Archivología, ¿de qué se trata? Sí, fue un gusto personal. Quería entender la diferencia entre bibliotecología y archivología, y también demostrarme que nunca es tarde para estudiar. En Misiones hay pocos archivólogos y es una profesión distinta: mientras en las bibliotecas trabajamos con libros que tienen varios ejemplares, el archivólogo maneja documentos únicos que generan las instituciones o las personas. Actualmente hay varios archivistas en la provincia, es una labor muy precisa y hermosa. Está la reconocida Alba Ibarrola, responsable del Departamento de los Archivos Generales de Misiones, y otros que fueron formalizando su vocación como fue mi caso. Actualmente no tengo para hacer carrera, pero es algo que hice con gusto y también para demostrarle y para que mis hijos vean que siempre se puede. Me falta estudiar una rama más que es la museológica, pero no sé si llego. Con esa carrera completaría los tres tramos de conocer más el mundo de los libros, su cuidado y todo lo que conlleva. También está la rama documentalista. Hoy los libros digitales conviven con los de papel. ¿Cómo vivís esa dualidad? Para mí se complementan. Leo todos los días en mi lector digital, porque es práctico y económico, pero el libro físico tiene alma. Tiene olor, su peso, el tacto. No hay nada que lo reemplace. Además, veo que muchos estudiantes siguen prefiriendo el papel cuando estudian, aunque tengan acceso a bibliotecas digitales. Por eso creo que los libros en papel van a seguir existiendo y debemos cuidarlos para que duren más. En mi caso, soy muy positiva y partidaria de las nuevas tecnologías, es imposible resistirse a usarlas. Sobre todo hoy en día con los avances. Hay una realidad, es que al lector no le importa el formato, la lectura va más allá. Sin embargo, las plataformas digitales son más económicas, pero esto no desplaza a las páginas de papel. Son simplemente otras alternativas beneficiosas. Es como el auto y la bicicleta, desde hace un tiempo se ocupa más el auto, pero la bicicleta siempre está. Como dije, el papel seguirá presente. La experiencia de leer en formato digital es diferente, pero no menos gratificante. ¿Cómo es el proceso de restaurar un libro? Cada libro es un mundo. Primero hay que estudiar su estructura, ver el tipo de deterioro, limpiar y aplicar técnicas específicas respetando el original. Uso materiales duraderos y accesibles, como el papel de abaca en lugar del papel japonés, y adhesivos especiales. Pero lo más importante es evitar las malas intervenciones: las cintas adhesivas, los pegamentos comunes o las reparaciones improvisadas suelen hacer más daño al mismo tiempo. Hay que tener en cuenta que cada libro es diferente, tiene su historia. Es muy difícil encontrar dos ejemplares que tenes que reparar y que tengan el mismo problema. Porque todos fueron manipulados de manera distinta, tienen distintos tipos de costuras y de deterioro. Cada vez que tomo un libro, es estudiarlo, observarlo, se utilizan distintas técnicas para reparar según el daño. Hay tipos de encuadernación, y siempre trato de respetar el libro original sin intervenir tanto. ¿Sabes cual es el mayor deterioro de los libros? Una mala intervención. El agua, la luz, el fuego son una de las mayores causas de daño, pero una mala intervención es peor. Por ejemplo, la cinta scotch, malas costuras, el pegamento. Por otro lado, si el libro es tuyo, lo podés escribir quizás con un lápiz, si no evitar la escritura. Por ejemplo, al llegar un libro, comento lo que es la reparación de un libro fasciculado que conlleva limpieza, desarme, retiro de cinta scotch y pegamento de lomo. Se avanza con costura en telar con cinta. En el caso de la tapa, se refuerza con tela entre los cartones de estas. Para que posteriormente, esté funcional y con una encuadernación reforzada. También te dedicás a crear minilibros. ¿Cómo nace este emprendimiento? Me gusta personalizar los libros, un detalle para dar a una persona. Esto empezó como un juego y se volvió una forma de expresión. Hago dos tipos: unos con frases positivas, que intento que transmitan algo al lector, y otros que son réplicas en miniatura de libros conocidos, con tapa dura y todos los detalles. Una vez, una exalumna me contó que tenía uno de mis minilibros en su escritorio y que le daban fuerzas cada día. Eso me emocionó muchísimo. Me encanta darle a otra persona una frase, porque todos tenemos días buenos y no tan buenos. Ella era estudiante y yo bibliotecaria y bueno, la biblioteca viene a ser muchas veces como la peluquería, te enteras muchas cosas porque los chicos van a estudiar pero también uno charla con ellos, los conoces. Ella se recibió y después de un tiempo me llama y me cuenta que uno de mis minilibros la acompaña hasta el día de hoy. Me emociona recordarlo porque es parte de la idea: transmitir positividad, un aliento, un mensaje esperanzador. Estos libros son como mis hijitos, se van y a veces uno no sabe dónde, pero tienen un gran impacto en el otro, que uno no se imagina. En cuanto a las líneas de los libros, una es la que tienen texto, que es una encuadernación más sencilla. Después tengo los que es para la visualización, para los que nos gusta leer, que nos gusta la lectura y ver la tapa de tal libro. De este último, tengo las portadas y la encuadernación es como una encuadernación de un libro común con guarda, tapa dura, pero todo minúsculo, todo chiquitito, pero tiene todos los pasos correspondientes de una encuadernación de un libro: tapa dura, tiene tela en el lomo, tiene forro, tiene guardas, es todo correcto. ¿Cómo podemos diferenciar la labor entre ser bibliotecario y ser archivista? Hay una realidad, las mismas personas mezclan la bibliotecología con el archivista. Las bibliotecas se forman con materiales (libros) adquiridos ya sea por compra, canje o donación. Los archivos se forman con los documentos generados por la propia institución o persona, durante el desarrollo de sus actividades, son únicos. Cada persona tiene su propio archivo, es tuyo y es excluyente. A mí, en lo particular, me gusta tener mucha más clara esta separación. Son ramas. Anteriormente, el archivista era un oficio, y en Misiones casi no existía. Hoy en día, sí hay más archivistas formados y otros tantos que lo siguen haciendo como oficio. ¿Qué consejos darías para cuidar una biblioteca personal? Lo principal es la limpieza. Hay que mantener los libros ventilados, protegidos del sol y ordenados. No hace falta tener grandes recursos, sólo constancia. Y también creo que los libros tienen que circular. Prefiero que un libro se deteriore un poco de tanto pasar de mano en mano antes que quede olvidado en un estante. Los libros tienen que fluir, porque su valor está en ser leídos. Es lindo ver una biblioteca grande con un montón de libros, pero de nada sirve si nadie los lee. Yo creo que nuestra casa es una biblioteca personal y un archivo personal, y podemos ser capaces de cuidarla. Es importante tener una biblioteca sana y ordenada. Básicamente cuidarlos, mimarlos, pero también manipularlos de la mejor manera posible. El que tiene ganas de restaurar un libro, donarlo o simplemente conocer tus minilibros, ¿cómo te encuentran? Me pueden contactar por Facebook por mi nombre, en “Clínica del libro” en mis redes sociales. Allí coordino restauraciones o encargos de minilibros; muchas veces basta con enviarme una foto del ejemplar para que pueda hacer un presupuesto. En la mayoría de los casos, trabajo de esa forma. También recibo muchas donaciones, considero que un libro no debe quedarse guardado en la biblioteca sino que debe ir rotando de lectores para ir enriqueciéndose. Sí quedarse con los que más les marcan y uno puede leerlos mil veces, tengo dos o tres que los puedo prestar pero siempre vuelven a mí porque son mis favoritos y nos pasa a muchos lectores también esto. Perfil Nancy Cañete Bibliotecaria y archivista Nancy Cañete tiene 61 años, vive en Posadas. Es mamá y abuela. Es bibliotecaria recibida en la Universidad Nacional de Misiones (Unam) y se recibió de licenciada en Archivología en la Universidad Fasta.

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