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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/11/2025 04:35
La COP30 en Belém reúne a miles de delegados internacionales, con el objetivo de fortalecer acuerdos climáticos y colocar a la Amazonía en el centro de la agenda global (Imagen Ilustrativa Infobae) La cumbre climática de 2025 o COP 30, conocida como la “COP del Bosque”, reunirá a más de 50 mil delegados en la puerta de entrada al mayor bioma tropical del planeta. La región busca reparar su liderazgo en un momento marcado por tensiones geopolíticas, desigualdad climática y la urgencia de cumplir objetivos globales que aún parecen lejanos. La ciudad de Belém, en el corazón de la Amazonía brasileña, ocupa el lugar central de la conversación climática global durante la COP30. Con 1,4 millones de habitantes y una historia profundamente vinculada al territorio amazónico, la ciudad se prepara para recibir a alrededor de 50.000 participantes provenientes de 197 gobiernos, organismos internacionales, empresas, organizaciones sociales, universidades y delegaciones indígenas. El gobierno de Brasil decidió nombrarla capital simbólica durante los días que dure la conferencia, lo que señala una decisión política de situar la selva como eje de una agenda internacional que durante años se inclinó hacia negociaciones financieras y energéticas alejadas de los territorios donde el cambio climático ya se manifiesta con intensidad. ¿Qué es la COP 30 y qué significa? El ministro de Finanzas de Brasil, Fernando Haddad, habla junto a Simon Stiell, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), y el presidente de Brasil para la COP30, André Correa do Lago, durante la reunión ministerial preparatoria (Pre-COP30) de la Cumbre del Clima COP30, en Brasilia, Brasil.13 de octubre de 2025. -REUTERS/Mateus Bonomi La COP30 corresponde a la trigésima edición de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Se desarrollará del 10 al 21 de noviembre de 2025 y marcará un punto de inflexión para América Latina. Después de tres cumbres celebradas en países estrechamente asociados a la producción y comercialización de petróleo, como Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Azerbaiján, la ciudad de Belém introduce un giro temático y simbólico: colocar la selva en el centro de la discusión sobre transición ecológica, finanzas climáticas y justicia ambiental. La elección de esta sede también reabre una conversación pendiente en la región. América Latina intentó organizar la COP25 en 2019, pero la renuncia de Brasil a recibir la cumbre y posteriormente el estallido social en Chile terminaron trasladando el encuentro a Madrid. Aquella situación reflejó la dificultad de articular una voz común y estable en materia climática. Sin embargo, la región concentra realidades que la colocan en un lugar crítico: emite alrededor del 11% de los gases de efecto invernadero, pero sufre la mayor proporción de eventos climáticos extremos registrados en los últimos años. El desbalance entre responsabilidad y vulnerabilidad resume el desafío político de fondo: mayor capacidad de decisión para quienes soportan impactos más severos. La Unión Europea llega con un acuerdo interno para reducir un 90 por ciento sus emisiones en 2040, un mensaje político para sostener el liderazgo climático global -COPENICUS. ¿Por qué es relevante la COP30? “evaluación de mitad de camino” para ver si las naciones están cumpliendo o pueden elevar sus ambiciones. Después de casi un decenio de vigencia del Acuerdo de París (2015), la COP30 se perfila como una especie depara ver si las naciones están cumpliendo o pueden elevar sus ambiciones. Los dilemas actuales (financiación climática, adaptación, transición energética, deforestación, justicia social) continúan sin resolverse y la COP30 representa una ventana para avanzar. Que se realice en Brasil, en la Amazonía, añade un componente geográfico y político muy fuerte: se espera que los debates sobre bosques tropicales, derechos de los pueblos indígenas y la relación entre clima y naturaleza tengan protagonismo. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva habla durante una rueda de prensa a miembros de los medios de comunicación internacionales, antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), Base Naval de Val de Caes, Belén, Brasil. 4 de noviembre de 2025. REUTERS/Anderson Coelho ¿Por qué arrancó hoy con líderes mundiales y qué implica? Aunque la conferencia formal de la COP30 inicia el lunes 10 de noviembre, hoy ya comenzaron actividades vinculadas: un llamado de Brasil para reunir a líderes mundiales, mesas redondas sobre economía de la transición, combustibles sostenibles, planes nacionales de clima, etc. La razón de arrancar antes es múltiple: Permite que los jefes de Estado y de Gobierno establezcan una “Hoja de ruta” de alto nivel antes de que empiecen las negociaciones técnicas. Facilita que temas estratégicos (por ejemplo el de bosques, transición energética, financiación) se planteen con visibilidad internacional elevada. Refuerza el papel de anfitrión de Brasil, que quiere marcar la agenda y mostrar liderazgo en clima. En otras palabras: hoy se abre el “summit de líderes” o cumbre paralela al evento principal, donde la diplomacia de alto nivel se moviliza antes de las sesiones formales. as Contribuciones Nacionales deberán actualizarse en esta COP, en un contexto donde el mundo se encamina a superar los 2 grados si no se intensifican los compromisos climáticos. (AP Foto/Joshua A. Bickel, Archivo) ¿Qué se espera a partir del lunes 10 de noviembre? Con el comienzo de las negociaciones formales el lunes 10, se espera lo siguiente: Que más de 100 países concurran con sus delegaciones oficiales para negociar en Belém. Que se presenten o actualicen los compromisos nacionales de clima (“NDCs” – Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional) para reducir emisiones o adaptarse al cambio climático. Que se desbloqueen discusiones sobre financiación climática: cuánto dinero público y privado se movilizará para que los países vulnerables puedan adaptarse, reducir emisiones y proteger sus ecosistemas. Que Brasil proponga y lidere iniciativas específicas, por ejemplo sobre los bosques tropicales (detener deforestación, restaurar tierras degradadas), el desarrollo de combustibles más sostenibles o mecanismos de mercado de carbono. Que la transición energética —pasar del uso de combustibles fósiles a renovables o bioenergía— tenga un lugar central. De acuerdo con la IRENA, los biocombustibles sostenibles serán uno de los ejes clave. Que la COP30 abra espacios de participación para la sociedad civil, pueblos indígenas, jóvenes, privado y público, no solo las negociaciones entre gobiernos. Ésta inclusión es parte de la estrategia del anfitrión. Que se busque avanzar un “plan de transición justa” (just transition), es decir, una transición que incluya empleo, derechos humanos, comunidades vulnerables, para que el cambio climático no agrave desigualdades. El Fondo Bosques Tropicales para Siempre busca garantizar recursos estables que incentiven la conservación y la deforestación cero bajo mecanismos transparentes (Freepik) La Amazonía como eje político, jurídico y económico La COP30 abre la puerta a un debate que podría marcar una nueva etapa en el derecho ambiental internacional: el reconocimiento de la Amazonía como sujeto de derechos. Esta perspectiva, inspirada en precedentes legales como el reconocimiento del río Atrato en Colombia, propone que la protección del bosque deje de depender del voluntarismo de gobiernos y acuerdos bilaterales y pase a ser una obligación respaldada por normas claras, mecanismos de control y sanciones en caso de incumplimiento. La Amazonía cumple una función ecológica insustituible. Sus bosques absorben aproximadamente el 15% del dióxido de carbono emitido en el planeta y regulan patrones climáticos de alcance continental. Sin embargo, su continuidad se encuentra comprometida por procesos de deforestación, incendios, expansión agropecuaria, minería ilegal y la presión permanente sobre los territorios habitados por pueblos originarios. El evento reunirá testimonios sobre impactos del cambio climático, como escasez de agua, contaminación minera y derrames petroleros en diversas regiones del país. Estos pueblos, históricamente invisibilizados o excluidos de las negociaciones estatales, son reconocidos como protectores esenciales del bosque. Por eso, garantizar su participación plena y la consulta previa, libre e informada, estipulada en el Convenio 169 de la OIT, aparece como un principio ético y jurídico ineludible. Entre las propuestas que se debatirán se encuentra el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), un mecanismo financiero que busca garantizar ingresos estables para países forestales incluso cuando la deforestación llegue a cero. Este fondo, con un objetivo estimado de 125.000 millones de dólares, representa un cambio conceptual: el bosque no se financiaría por su destrucción, sino por su conservación sostenida, verificable y transparente. La idea intenta superar el modelo de incentivos inestables que caracterizó décadas de cooperación internacional. Organizaciones ambientales advierten que las flexibilidades otorgadas a los Estados europeos pueden debilitar la ambición real, señalando el riesgo de medidas insuficientes Al mismo tiempo, la COP30 coincide con un período clave del Acuerdo de París. Cada cinco años, los países presentan sus nuevas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), que expresan los compromisos de reducción de emisiones y adaptación climática. Con los planes actuales, el mundo se dirige a un calentamiento global de entre 2,1°C y 2,6°C. Esta nueva ronda —denominada NDC 3.0— es considerada por muchos científicos como la última oportunidad para sostener la meta de 1,5°C. Belém se convierte en capital simbólica de Brasil durante la cumbre, marcando un giro diplomático hacia la integración regional y la construcción de liderazgo ambiental latinoamericano - REUTERS/Chris J. Ratcliffe América Latina deberá priorizar la justicia climática en una región donde la desigualdad social se traslada al acceso al agua, la energía, la salud y la resiliencia territorial frente a tormentas, inundaciones y sequías extremas.
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