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» Diario Cordoba
Fecha: 05/11/2025 09:18
Insultos, amenazas, malos tratos y violaciones. Es el calvario al que estuvo sometida una mujer en situación de sinhogarismo durante el tiempo que estuvo conviviendo con su presunto agresor, un hombre en la misma situación, que se prestó a acogerla "altruistamente" en su chabola, en un núcleo chabolista de Valencia, ante la situación de extrema vulnerabilidad de la mujer, que se había quedado en la calle y no tenía adónde ir. Al menos así se lo vendió a su víctima, a la que, según denunció, mantenía encerrada y le robaba los 600 euros de pensión que cobraba por su discapacidad. Los hechos ocurridos en noviembre de 2023 se comenzaron a producir poco después de instalarse, cuando la mujer, con problemas de movilidad tras sufrir un ictus, comenzó a sufrir todo tipo de agresiones por parte del hombre que le había acogido, quien ahora se enfrenta a penas que suman 39 años de cárcel por los ocho delitos que se le imputan (dos de agresión sexual con acceso carnal, dos de lesiones en el ámbito familiar, robo con violencia, detención ilegal, un delito continuado de quebrantamiento cautelar y otro de maltrato habitual). Quebrantó la orden de alejamiento Durante el juicio celebrado este martes ante el Tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Valencia, el acusado ha negado los hechos y ha tratado de desacreditar en todo momento a su víctima, a la que ha tachado de "mentirosa" en reiteradas ocasiones. Con un relato confuso y lleno de lagunas, el hombre ha tratado de convencer a la Sala de que es una persona bondadosa que acogió a la mujer por pena. "No tenía dónde quedarse, yo vivía solo en la chabola y me la llevé por pena. Si hasta le daba de comer porque ella no podía". El procesado ha reconocido que durante el tiempo que la acogió mantuvieron relaciones sexuales, aunque alega que fueron consentidas. Sostiene también que nunca agredió a la mujer, negando unas lesiones que quedaron acreditadas por los médicos forenses tras someterla a una exploración. "Se las hizo ella misma", ha tratado de justificar ante la evidencia mientras insistía: "¿Cómo voy a pegar a una mujer inválida?". El acusado de retener, maltratar y violar a una mujer en su chabola durante el juicio celebrado este martes en Valencia / Germán Caballero Preguntado por el motivo por el que quebrantó la orden de alejamiento impuesta cautelarmente después de que la mujer denunciara la primera violación, el agresor ha esgrimido que lo hizo "porque me llamó ella, me dijo que me iba a quitar la denuncia y la volvía a acoger en casa" y asegura que jamás la retuvo en la chabola. "¿Cómo la voy a dejar encerrada en plásticos?", ha justificado. Aislada e incomunicada "Me encerraba con un candado y se llevaba la llave", ha aclarado la víctima, quien a pesar de los problemas de memoria que padece todavía guarda recuerdos de la situación de auténtico terror que vivió durante poco más de un mes. Precisamente, para evitar su revictimización, el magistrado ha tratado de tranquilizar a la afectada, visiblemente nerviosa, y le ha requerido que conteste únicamente los hechos que recuerda. Ha sido entonces cuando la afectada ha relatado que conoció a su agresor en la calle y comenzaron una relación de amistad, llegando a mantener relaciones sexuales consentidas en un par de ocasiones "porque me parecía buena persona". La mujer lo denunció por primera vez tras sufrir la primera agresión sexual. "Me pegó una bofetada, una patada en el estómago y empezó a violarme. Le dije que parara porque me estaba haciendo mucho daño, pero me dijo que hasta que no acabara no iba a parar", ha relatado entre lágrimas. Tras ese episodio un juzgado le prohibió aproximarse a su víctima hasta la celebración del juicio. Sin embargo, a pesar de tener conocimiento de la medida preventiva, se aprovechó de su vulnerabilidad para convencerla de que volviera con él. Al acceder a la oferta, la mujer se encontró un panorama muy distinto al que le había vendido. "Me llevó a rastras a la chabola, me encerró y no me dejaba salir". Tampoco podía hacerlo ella por sus propios medios, tanto por la valla metálica que acotaba la caseta, fabricada con plásticos y palets de madera, como por sus limitaciones en piernas y brazos. Durante ese tiempo, en el que la mujer sufrió -al menos- otra violación, estuvo incomunicada porque el agresor le robó el teléfono y lo vendió en una casa de segunda mano, dejándole un móvil que no funcionaba. También le robó los 600 euros que cobraba de pensión, después de obligarla a ir al banco a retirar el dinero. "Ya no puedo mantener relaciones con nadie" Tras varias jornadas de cautiverio, la afectada logró escapar de su secuestrador y denunciarlo nuevamente. A pesar de la reincidencia, el hombre continúa en libertad a la espera de la resolución judicial que dictamine o no su culpabilidad. La acusación pública, que considera probados los hechos relatados por la víctima, solicita para el acusado 39 años de cárcel por los ocho delitos que se le imputan. Mientras llega la sentencia, la mujer vive con la angustia y el temor de no volver a toparse con su agresor. "Ya no puedo volver a mantener relaciones con nadie", ha lamentado.
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