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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/11/2025 05:29
César, Patricia y Marcela Resistencia, Chaco (enviada especial). Patricia Acuña (58) recibe a Infobae en su departamento de la calle Obligado, donde convive junto a su pareja, Ricardo Goya (60), y su perro Ñery. En esa misma vivienda, su sobrino César Sena pasó sus últimas horas en libertad antes de entregarse a la Comisaría 3ª en la causa que derivó en el femicidio de Cecilia Strzyzowski. “Ahí estaba, en esa pieza”, dice la mujer, señalando una habitación en el pasillo. Aunque pasaron más de dos años y medio de aquel 10 de junio de 2023, Patricia lo recuerda con nitidez. “Yo lo llevé. Fui la que lo entregó”, suelta. Desde entonces nada volvió a ser igual. “Nos cancelaron. Ni mi pareja ni yo pudimos volver a tener trabajo. Vivimos de la caridad”, cuenta. Patricia es la hermana mayor de Marcela Acuña, una de las tres principales imputadas por el femicidio de Cecilia, junto a César y Emerenciano Sena, y que son juzgados en los tribunales de Resistencia por un juicio por jurados. Desde que los tres están detenidos, Patricia se convirtió en el eslabón que une a la familia con el exterior: visita a Marcela dos veces por semana en la Alcaidía de Mujeres del barrio Don Santiago y le lleva comida, ropa, libros. También habla con César, aunque —explica— él sigue sin contarle qué pasó el 2 de junio de 2023 en la casa de Santa María de Oro 1460, donde la investigación ubica el crimen. “Emerenciano no sabía nada, Marcela encubrió a su hijo y a César recién le cae la ficha”, asegura Patricia Acuña, la hermana mayor de Marcela Desde que arrancó el juicio por jurados, Patricia es la única del clan que asiste a las audiencias en la sala del Centro de Estudios Judiciales. “Emerenciano fue abandonado por su familia”, sostiene. Desde una de las últimas filas, y rodeada por personal de la División Cuerpo Operaciones Penitenciarias (COP), la mujer observa cada jornada en silencio. Tiene su propia teoría sobre lo que ocurrió aquella mañana. “Emerenciano no sabía nada, Marcela encubrió a su hijo y a César recién le cae la ficha”, resume. Los lazos antes del quiebre Entre Patricia y su hermana hubo años de distancia. “Con Marcela no me hablé durante mucho tiempo. Fabiana (González) tenía más relación con ella que yo”, admite. “Después de que conoció a Emerenciano, empezó su aventura piquetera. Es una traidora a su clase de origen: se fue a cortar rutas, pero en el fondo es una chica bien”, suma Ricardo, cuñado de la imputada. Patricia en la sala del Centro de Estudios Judiciales presenciando el juicio por jurados. Unas filas más adelante, la abuela y la hermana de Cecilia Sin embargo, cuando estalló el caso, Patricia volvió a ocupar el lugar que siempre tuvo en los momentos límite: el de sostén. “Tuvimos peleas, pero en los momentos difíciles siempre estamos. Cuando ella estaba con lo de su candidatura a intendente de Resistencia, yo le decía: ‘Ahora estás rodeada de gente, pero cuando estés tirada en el piso vas a ver dos manos que te van a alzar, y esas van a ser las mías’. Y es lo que está pasando ahora”, subraya la mayor de las Acuña. El 9 de junio de 2023, Marcela la llamó y le pidió que recibiera a su hijo. La Policía estaba por allanar la casa de Santa María Oro y Acuña quería resguardarlo. “Al rato llegó César con Fabiana y un bolsito. Fabiana lo dejó en la vereda”, recuerda Patricia. Al día siguiente, ella lo llevó hasta la comisaría. Sobre él pesaba una orden de captura nacional e internacional desde la noche anterior, cuando fueron arrestados sus padres. “Lo entregué el sábado después del mediodía. Lo dejé ahí, con sus cosas”, rememora. La relación entre las hermanas cambió después de que Marcela conoció a Emerenciano Sena “César, tenés que entregarte” Durante las horas previas a que se entregara, César negó todo. “Me juró mil veces que no había pasado nada, que se había peleado con Cecilia y que ella se había ido. ‘Eso lo va a demostrar la cámara que está enfrente de casa’, decía”, cuenta ahora Ricardo, y sigue: “Me lo dijo tres veces. Yo le contesté: ‘Hermano, estamos hasta las manos con vos. Decime qué pasó’. Pero no habló”. Patricia asiente en silencio. “No lloró nunca. Lloró recién este sábado con la madre. Dos años después le cayó la ficha”, agrega. “César tenía posibilidades de haberse fugado. Los Sena tenían relaciones en varios lugares— suma Ricardo—. Marcela lo mandó acá porque sabía que lo íbamos a entregar. Ella estaba al tanto de todo lo que estaba pasando; nosotros no”. Según cuenta la pareja, la tensión política también los confundía. “Nosotros estábamos en nuestro mundo —recuerda Ricardo—. En la vorágine electoral, el movimiento siempre era atacado, así que pensamos que era una movida política en contra. Yo no podía creerlo. ‘Ojalá que aparezca viva’, pensaba”. “Con Marcela tuvimos peleas, pero en los momentos difíciles siempre estamos”, dice Patricia “¿Sabés cuándo caímos? Cuando en la tele dijeron que había un pedido de captura internacional. Ahí llamamos a un abogado”, agrega Patricia. Y sigue: “Me acuerdo de que César estaba ahí, en la pieza. ‘Tenés que entregarte’, le dije así, seca. ‘Sí, tía, quedate tranquila, me voy a entregar’, me contestó”. Casi una semana después, Patricia y Ricardo fueron citados a declarar ante la Justicia. Durante más de tres horas hablaron frente al Equipo Fiscal Especial y aseguraron que César les negó haber cometido “algún acto de violencia”. Ninguno de los dos fue citado en calidad de testigo para el juicio. Las visitas a la cárcel A pesar de haber estado en el ojo del huracán, Patricia y Ricardo nunca pensaron en irse de Chaco. “¿Por qué vamos a dejar la provincia, si nosotros no hicimos nada?”, lanza ella, encogiéndose de hombros. Ricardo Goya y Patricia Acuña “A mí me pasó de todo. Después de la muerte de mi hijo (NdR: Jeremías, falleció a los 5 años), nada me asusta. En su momento tenía miedo de salir a la calle, pero ahora lo perdí”, sigue Patricia. “Fueron horas muy aciagas en nuestra vida. Yo, que por mi profesión de periodista tenía un alto grado de exposición —incluso gané tres Martín Fierro—, me quedé sin trabajo”, comenta Ricardo. “Si seguimos adelante fue gracias a los compañeros. Somos militantes de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, y ellos nos donan mercadería o nos hacen una transferencia. Llevarle comida a Marcela, Emerenciano y César es un presupuesto”, coinciden. Patricia visita a su hermana los lunes y los miércoles. Los martes va a ver a César al Complejo Penitenciario I de Villa Barberán, donde también está Emerenciano, pero no puede visitarlo porque no es “familiar directo”. A veces hablan de libros y juegan a las cartas. En algunas charlas, dice, su sobrino le confió que “no fue un femicidio, sino una emoción violenta”. Imagen del operativo de allanamiento al domicilio de Emerenciano Sena (Foto/Policía del Chaco) “Está desesperado y con mucha culpa. Dice que quiere asumir los cargos, que lo que le preocupa es el padre, porque no tenía nada que ver”, acota. Cada 15 días, Marcela, Emerenciano y César pueden verse, luego de que les habilitaran una revinculación a fines de 2024. En los últimos meses, además, Marcela tiene encuentros a solas con su hijo. Según Patricia, ella insiste en que él hable “para liberarse de la culpa”. Marcela pasa sus días leyendo, escribiendo y cosiendo bolsos que su hermana vende para pagar los pasajes de colectivo hasta la Alcaidía. “Aun en ese contexto tiene una fortaleza… Es impresionante”, señala Patricia. En la cárcel Marcela pasa sus días leyendo, escribiendo y cosiendo bolsos que su hermana luego vende para pagar el traslado hasta la Alcaidía Si llega a salir en libertad, Patricia dice que su hermana ya tomó una decisión: “Me planteó que al barrio no vuelve más, tampoco sabe si vuelve con Emerenciano. En este tiempo se replanteó un montón de cosas. Quiere empezar a trabajar en la docencia y a militar también”. Lo que esperan del juicio En 15 días, el jurado popular deberá decidir si el clan Sena es culpable o no del femicidio. “Que pase lo que tenga que pasar, pero que pase. Si las cosas salen negativamente iremos a Casación. Si mi hermana sale en libertad, acá en mi casa hay una pieza para ella”, avisa Patricia. Y explica: “Yo quiero justicia por Cecilia, porque acá hay dos madres sufriendo: la de ella y mi hermana”. Cada 15 días, Marcela, Emerenciano y César pueden verse, luego de que les habilitaran una revinculación a fines de 2024 Ricardo interviene: “Yo creo que de alguna manera habrá que considerar la condición psicológica de César. No sé si eso le llegará al jurado, pero para mí tiene que ser un atenuante. No digo que no tenga responsabilidad, pero no fue una planificación fría para decir: ‘La voy a matar’. No pudo manejar la situación que había creado. Era un mitómano”. Patricia asiente y completa: “El otro día lo pensaba: si mi sobrino quería matar a alguien, ¿por qué la llevó a su propia casa? Es una locura. Si vas a hacer una maldad, no la hacés en tu casa. Marcela lo encubrió para defenderlo. Una madre no entrega a su hijo. Si a ella la llegan a condenar, yo voy a insistir con la domiciliaria”.
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