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  • Calculan 5 millones de hectáreas comprometidas por el agua en Buenos Aires y hay desesperación en el campo

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 04/11/2025 20:47

    Las lluvias de las últimas horas empeoraron nuevamente la situación en el centro-oeste bonaerense: según la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), los anegamientos y las inundaciones ya alcanzan unas cinco millones de hectáreas. La campaña gruesa —la más relevante del año, que define buena parte de los ingresos del campo y del país con cultivos como soja y maíz— está prácticamente paralizada. En muchos distritos calculan que apenas se podrá sembrar cerca del 40% del área prevista, o incluso menos. Los caminos rurales permanecen bajo el agua o convertidos en un barro espeso que dificulta enormemente el acceso a los lotes. “Con las lluvias de los últimos 40 días, la superficie afectada por las inundaciones ya debe sobrepasar los cinco millones de hectáreas”, contó Pablo Ginestet, secretario de Carbap. En septiembre pasado la estimación era de dos millones de hectáreas, pero las precipitaciones continuaron y la situación se agravó. Hoy, en partidos como Carlos Casares, Bolívar, 9 de Julio, Hipólito Yrigoyen, Saladillo, Las Flores, Bragado, 25 de Mayo y Roque Pérez, entre otros, los suelos están totalmente saturados, las maquinarias detenidas y los caminos destruidos. Un camino bajo el agua en Cadret, Carlos Casares y una camioneta que se encajó “La situación es catastrófica. Los productores están desesperados, angustiados, desesperanzados. Pero el chacarero resiste, porque quiere cuidar su producción, porque defiende lo suyo hasta el último momento. Aun así, estamos todos desalentados”, dijo Érica Moro, presidenta de la Sociedad Rural de Carlos Casares. Esta productora no puede llegar a su campo desde marzo pasado. En algunos puntos la profundidad del agua llega a la cintura de una persona. Como el 100% del establecimiento está cubierto, trasladó el ganado a otro campo arrendado. “Desde febrero o marzo la situación viene muy complicada, crítica. Ya superamos los 1700 mm en promedio, según la zona. En un año normal caen entre 800 y 900 mm. Es decir, ya duplicamos”. Así está un campo hoy en Bolívar tras las lluvias En ese partido, unas 90.000 hectáreas están afectadas sobre un total de 130.000 hectáreas productivas, y la situación mantiene paralizada la nueva campaña, que a esta altura del año debería estar en plena siembra. “Sembrado a la fecha hay poco y nada. Te diría que todos esperan para hacer una siembra tardía, si mejora un poco el pronóstico y deja de llover. La humedad ya es más que suficiente, así que muchos van a intentar con soja de segunda en diciembre. De siembra de primera prácticamente no se hizo nada, salvo algún campo más alto o más firme. No llegará al 20% de lo que normalmente se siembra”, explicó. Incluso en los lotes más firmes resulta casi imposible trabajar: las máquinas no pueden entrar porque las ruedas se hunden en el barro y los equipos quedan encajados. En numerosos campos el agua cubre los surcos y los accesos son trampas de barro que impiden movilizar tractores o cosechadoras. “Seguimos recibiendo lluvias, así que la producción puede llegar a ser nula incluso. Todo esto arrastra pérdidas enormes este año y, además, deja sin producción para el que viene”, advirtió la dirigente. La producción lechera también atraviesa un momento crítico. “Antes, en condiciones normales, en un recorrido de 30 o 40 kilómetros se podía juntar la leche; hoy hay que hacer 120 o 130 km. Los costos son altísimos frente a las pérdidas que ya tenemos”, agregó Moro. En Bolívar hay más del 50% de las hectáreas productivas bajo agua Entre los tambos más comprometidos está el de Andrea Passerini, en las afueras de Carlos Casares, que desde marzo pasado lucha para poder sacar la leche en medio del agua. “Arrancamos en marzo con esto. La gente se enferma, yo no sé todavía cómo sigo. Es increíble estar en noviembre y estar cada vez peor”, contó. En las últimas horas allí cayeron 50 milímetros y esa lluvia se sumó a los más de 1600 milímetros acumulados solo en noviembre de 2024. Durante el invierno, cuando el agua avanzó, compró 200 toneladas de piedra para reforzar los caminos y salir por el camino real, pero las lluvias se las llevaron. Luego sumó otras 300 y, con ayuda del municipio, logró apuntalar un tramo clave —el Bajo de San Remigio— que la mantenía completamente aislada. “Hoy, para llegar a Casares tengo que hacer 175 kilómetros entre ida y vuelta, unas seis horas de viaje”, relató. En su tambo viven doce familias y cada movimiento exige coordinación con el municipio y con una empresa de movimiento de suelos que trabaja cerca para mantener los accesos transitables. Para que las vacas puedan llegar al ordeñe se rellenan sectores con tierra, cal y cemento, porque el barro las hunde y muchas veces no logran avanzar. “Estamos todo el tiempo tratando de abrir paso; no alcanza nada”, resumió. En 9 de Julio, la campaña gruesa está igual de complicada que en el resto de la región. Allí llovieron entre 30 y 50 milímetros en las últimas horas sobre una situación ya crítica. “El partido está muy complicado. Seguimos con alrededor de 190.000 hectáreas con agua y el 80% de los caminos cortados”, contó Hugo Enríquez, presidente de la Sociedad Rural local. Dijo que hay trayectos principales completamente destruidos, con pozos y huellas profundas que impiden cualquier movimiento. “Ya no se pasa ni con tractores. Los equipos no pueden entrar y los productores están prácticamente inmovilizados”, explicó. En Bolívar, la lluvia de anoche volvió a empeorar todo. En la zona sudoeste, hacia Daireaux y Guaminí, cayeron más de 100 milímetros en pocas horas “El maíz y el girasol ya tendrían que estar terminados y la soja a pleno, pero todo viene muy atrasado. Se hizo muy poco girasol, algo de maíz, y con la soja estamos muy demorados. Creo que, con toda la furia, vamos a llegar a sembrar un 40 o 45% de la superficie prevista”, estimó Enríquez. Cada nueva lluvia vuelve a frenar los intentos de avanzar con las labores, mientras crece la preocupación por el cierre de la ventana de siembra. “Ven que se les va el tiempo y no pueden sembrar. Si pasa noviembre, se termina la ventana. Y ahí viene la pregunta: ‘¿qué hago?’”, señaló. “Estamos con el agua al cuello”, contó, por su parte, Alejandro Vallan, productor agropecuario del partido. A la inundación ahora se sumó una pedrada que cayó sobre la zona de 12 de Octubre, donde tiene parte de sus campos. “Todavía no pude ir a evaluar los daños, pero hizo un desastre”, dijo. Vallan combina agricultura y ganadería en una escala mediana y explicó que, por el exceso de agua, no pudo sembrar trigo y tiene lotes a los que directamente no puede acceder. “Hay campos alquilados o propios a los que no tengo manera de llegar; esos están afectados al cien por ciento. En los que sí puedo entrar hay alrededor de un 60% con agua. Y encima la piedra me agarró el maíz, que estaba lindo, pero lo planchó. Ojalá se recupere algo”, relató. En Bolívar la lluvia de anoche volvió a empeorar todo. En la zona sudoeste, hacia Daireaux y Guaminí, cayeron más de 100 milímetros en pocas horas. En Urdampilleta, el viento voló más de 40 techos, cortó cables y dejó al pueblo sin luz ni agua. También hubo daños en los campos, con silos e instalaciones destruidas. “Unas 40 casas están sin servicios porque cayeron muchos postes. Por suerte no hubo víctimas, pero el daño material fue grande”, contó José Gabriel Erreca, de la Sociedad Rural local. En los campos, el agua sigue corriendo y los lotes no terminan de secarse. “En las zonas más afectadas por la inundación —contra el límite con Carlos Casares y 9 de Julio— llovió menos, unos 40 o 50 mm. Pero con el agua que viene por la cuenca del Vallimanca estamos esperando en los próximos tres a cinco días una crecida importante”, alertó. Muchos productores ya tenían todo listo para sembrar soja o maíz de segunda, pero tuvieron que suspender cualquier labor. “Con esta lluvia se retrasa todo al menos 20 días.” En el distrito, los cultivos de fina —trigo y cebada— ocupan este año apenas 15.000 hectáreas, sobre las 50.000 que se siembran normalmente. El maíz temprano alcanzó cerca del 30% de la superficie, mientras que en girasol el porcentaje es aún menor, pese a que se esperaba un incremento. Si bien algunos lotes podrían avanzar con siembras tardías, se estima que en un 25% del área el agua difícilmente se retire, y los rendimientos serán menores en la medida en que se sigan demorando las fechas de implantación.

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