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» Diario Cordoba
Fecha: 03/11/2025 05:09
                            El 72% de los chicos teme ser acusado de violación. Lo dice una encuesta entre 3.000 adolescentes de 12 a 21 años. Denuncian que están en desventaja frente a unas chicas más estudiosas. Y un 30% normaliza situaciones de violencia o de control. Ven aceptable no permitir a su novia quedar con amigos, gritarle o insultarla. Es decir, el 72% teme que sea verdad el bulo de la denuncia falsa, que no llegan ni al 1%. O en resumen, les han contado que viene el Coco y se lo han creído. El informe también decía que el 84% de ellas teme que se use su imagen para crear contenido sexual falso con IA. Y que el 14% siente miedo al volver a casa sola. Pero, por lo que sea, esto apenas tuvo repercusión en los medios. De lo que se ha hecho mesas de debate ha sido del miedo de ellos, no del de ellas. A la misma vez, en un pódcast de Malas Madres, y a raíz de su última serie, la directora y actriz Leticia Dolera comentaba cuando una amiga le transmitió una sensación parecida: que su hijo se sentía incómodo en el 8M. Y de ahí fui a los comentarios y fue peor. Dos reflexiones de cientos: «siento miedo por mis hijos varones estigmatizados», «mi hijo se sentía mal porque en clase se empoderaba mucho a la mujer y al hombre se le daba de lado» y aún peores. Me centro en las madres porque, lamentablemente, no hay pódcasts que se llamen Malos Padres. No sabemos la opinión de ellos sobre sus hijos, pero así se explican esas encuestas donde los jóvenes sostienen que las mujeres han llegado demasiado lejos. Siempre se pone la lupa sobre los adolescentes, sobre qué escuchan, sobre qué youtubers siguen. Pero, ¿y las raíces? ¿Quién les habla en casa? Si un hijo crece escuchando que «hay muchas denuncias falsas», que «las feministas odian a los hombres» o que «ya no se puede decir nada», ¿de verdad nos sorprende su miedo? Por suerte, una madre dijo una gran verdad entre los comentarios: «Soy madre de un niño y mi principal miedo es que se convierta en un Bro que hable de mujeres y hombres de alto valor y que se sienta amenazado por el feminismo. A los niños hay que contarles la historia de las mujeres». Así que creo que cuando surgen estos debates más que ir a lo fácil, insultando al feminismo en redes, hay que responder a esto: «¿Por qué mi hijo tiene miedo a una denuncia? ¿De dónde saca mi hijo la mentira de que hay un 90% de denuncias falsas? ¿Le he contado a mi hijo que hay una violación en España cada tres horas, de hombres hacia mujeres en el 90% de los casos? ¿Le he explicado que las leyes de igualdad son mecanismos de justicia, igual que las normas de tráfico persiguen a los conductores peligrosos? ¿Le he contado a mi hijo que cada año son asesinadas unas sesenta mujeres, no por problemas personales, sino porque hay unos hombres que creen que son de su posesión? ¿He hablado con él del consentimiento, del respeto, de la empatía? ¿Le he enseñado a escuchar a las mujeres sin ponerse a la defensiva? ¿Le he explicado que el miedo de muchas chicas no es a ser señaladas, sino a no llegar vivas a casa?». Podrían llevarlos incluso a centros de recuperación de mujeres, para que escuchen las historias de ellas y sus traumas. El miedo de ellos no está basado en estadísticas. Está basado en un discurso falso de terror sobre las mujeres. Hace unas semanas, a la salida de una conferencia, un hombre me dijo que se sintió molesto en una ponencia anterior porque él ponía la mesa y hacía cosas en casa, pero que se sentía mal que se hiciera humor sobre ellos. Y de verdad, una se marcha con esa sensación de que los adultos vienen a que tengamos que pedirles perdón por querer avanzar. Los discursos solo prosperan porque encuentran una raíz que los alimenta. Una raíz en las casas, en los silencios, en los «no exageres». Por cierto, ¿qué tal en los medios hacer una tertulia sobre el porcentaje de chicas que tienen miedo en la calle cuando regresan a casa o de que su cuerpo sea usado como imagen sexual por sus parejas? Decía Margaret Atwood que «los hombres temen que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres temen que ellos las maten». Y esa es la verdad que nadie quiere mirar de frente. Ellos temen una denuncia; ellas temen no poder denunciar porque quizás ni siquiera queden vivas. *Profesora de la UOC y periodista
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