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» Diario Cordoba
Fecha: 31/10/2025 13:15
¿No sería maravilloso que bajo la fuente del Gran Capitán de la plaza de Las Tendillas se ocultara una gruta enigmática y sobrecogedora plagada de estalactitas y estalagmitas con un lago subterráneo a modo de la Cueva de Nerja o la del Drach de Mallorca? La idea, hay que reconocerlo, es bastante descabellada, pero como detrás de la leyenda siempre hay algo de verdad, hay que preguntarse si, en este caso, existe alguna prueba que haya alimentado el mito sobre el lago de Las Tendillas. Y haberla… hayla. Las numerosas fuentes que salpican el casco histórico de Córdoba dan testimonio de los manantiales que bajaban de la Sierra para desembocar en el Guadalquivir. La existencia de aguas subterráneas no es noticia y no sería de extrañar que bajo la céntrica plaza también corriera algún reguero. Según relata el autor de ‘Enigmas y Misterios de Córdoba’, José Manuel Morales, desde principios del pasado siglo se venía especulando con la existencia de un estanque subterráneo en la plaza al que se podría acceder desde varias de las edificaciones de la misma. Lo cierto es que en el sótano de una casa de la calle Juan de Mena, conocida precisamente como la Casa del Agua, hay una pequeña poza desde la que parte un largo y estrecho sifón. Morales recuerda que «el relato se popularizó en 1981, cuando el periodista Sebastián Cuevas se propuso demostrar la existencia de un estanque subterráneo sobre el que se venía especulando desde principios de siglo. Junto al historiador Manuel Salcines, el académico Manuel Ocaña y el entonces gerente de la Empresa Municipal de Aguas, Juan Chastang, Cuevas logró descender hasta el sótano de una casa de la calle Juan de Mena, constatando que allí se hallaba la entrada a un acuífero de gran tamaño. A partir de entonces, el periodista y sus colaboradores comenzaron a divulgar en la prensa local sus descubrimientos, asegurando que el agua que inundaba los subterráneos de aquel domicilio particular provenía de «una cueva de estalactitas y estalagmitas, con un lago de aguas puras, claras y transparentes, provenientes de la Sierra. La revelación levantó un gran revuelo, pero al no existir ni una sola foto que la cotejara, pronto quedó en el olvido». Plaza de Las Tendillas de Córdoba. / A.J. GONZÁLEZ Una década después, rememora el autor, «un equipo de Procono TV consiguió permiso para grabar imágenes de ese sótano que supuestamente desembocaba en el lago». Atravesar el canal para descubrir la misteriosa cueva era otra cosa. Se llegó a pedir ayuda al Grupo de Espeleología de Córdoba que, para desilusión de muchos, no pudo atravesar el sifón que, al parecer, estaba obstruido con restos de un derrumbe. Que se sepa, dos personas han recorrido el misterioso lago en barca La Casa del Agua no es el único acceso a la presunta gruta misteriosa. En la Casa Colomera, hoy convertida en hotel, hay un pozo con una noria que se ha conservado en las obras de adecuación del edificio para su nuevo uso hotelero. Escribía el articulista Manuel Estévez que «es bien conocido que en toda Córdoba hay aguas superficiales del freático a baja cota, así como venas de agua, sean naturales o canalizadas por el hombre, que bajan desde la sierra» y «cuando las construcciones no acosaban aún a nuestra sierra eran habituales las casas de vecinos con sus pozos en el patio con agua fresca y limpia durante todo el año». Por tanto, «que en las Tendillas haya pozos como el del edificio Colomera era lo corriente, pero lo que no se sabe aún es ni la magnitud de esa capa de agua bajo la plaza ni su origen, si fluye como un río o está casi estancada, si tiene o no relación con algún posible aljibe o gran cisterna que la poderosa Orden de Calatrava tuviese bajo sus casas y fortaleza situadas allí mismo (tras cuya demolición en el siglo XIX se empezó a urbanizar la actual plaza de la Tendillas) o si tiene que ver con la conocida (y documentada) agua que nace en los bajos que existen cerca de la iglesia de la Compañía y que desagua en una casa de la calle San Fernando, aprovechada hasta mediados del siglo XX por una sociedad de partícipes llamada Aguas de Santo Domingo de Silos y que luego se empleó para abastecer al surtidor-fuente del Compás de San Francisco». Vista de de la plaza de Las Tendillas en el año 1955, con apenas tráfico. / Ladis / Ricardo / Archivo Municipal Único testigo Parece que no cabe duda de que hay agua bajo la céntrica plaza. Lo de que haya una cueva con un lago ya es otra cosa, aunque hay quien asegura haberlo visto. En el 2010, el oficial del área de Cultura de la Diputación de Córdoba Rafael González, resucitaba el tema afirmando que había recorrido el mítico acuífero en barca. En una entrevista, González explicaba que supo del lago en 1986. «El entonces responsable del área de Cultura en Diputación, de Córdoba, Manuel Melero Muñoz, me mostró un proyecto para Córdoba en el que estaba muy ilusionado. Era parecido a los espectáculos que pueden contemplarse en las Cuevas del Drach, en Mallorca», decía y explicaba que «los músicos estarían en un pequeño auditorio y los espectadores podrían escuchar sus conciertos en barcas mientras bordeaban un lago subterráneo». González y Manuel Melero consiguieron autorización para acceder al lago desde la mencionada Casa Colomera. «A la derecha del zaguán, a la entrada de la casa, había una reja. La abrimos y bajamos un par de escalones. Allí había una barca flotando en el agua. Todo estaba oscuro. Alumbré con la linterna y vi el lago. Ocupaba todo el espacio de las Tendillas. Pude contemplar estalactitas y estalagmitas, igual que en una cueva, pero también los cimientos de los edificios. Todo parecía irreal. Lamenté no haber llevado una cámara de fotos», relató y explicó que el lago tenía una profundidad de unos dos metros. «Era un agua cristalina que parecía proceder de un arroyo misterioso, hondo y claro», señalaba. González se lo contó a todo el mundo «pero pensaban que estaba loco. Me da igual. Yo estuve allí. Nuestros responsables públicos saben que existe. Todo aquel que haya hecho una obra en las Tendillas lo conoce. En cualquier otra ciudad del mundo ya se le habría sacado partido ¿Imagina las posibilidades turísticas de una visita en barca a un lago subterráneo en pleno centro?», se preguntaba. Por soñar que no quede.
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