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» Diario Cordoba
Fecha: 31/10/2025 13:15
Junts pone punto y final al pacto de Bruselas, la entente que en 2023 permitió la investidura de Pedro Sánchez y que abrió una mesa de negociación en Suiza con presencia de un mediador internacional. La militancia ha avalado con un 87% de los votos dar por rotos los puentes de diálogo con el PSOE, en una consulta en la que ha participado un 66,29% de la base del partido. Se ha pronunciado en contra un 10,22%, mientras que el 2,8% restante ha votado en blanco. "Nos preocupa el país y nos preocupa su gente, por eso nos sentimos comprometidos a tomar decisiones difíciles, que escasean en un entorno dominado por los relatos fáciles y simplistas, la demagogia sobre temas complejos y el populismo de los dos extremos", ha defendido Carles Puigdemont, tras celebrar el resultado y el proceso interno celebrado, cuyo resultado es similar al de hace dos años. Entonces un 86,16% de los militantes avaló abrir una negociación con los socialistas, con una participación del 67%. Lejos queda la ajustada consulta que los posconvergentes celebraron en 2022 para decidir la salida del Govern de Pere Aragonès: un 55% votó a favor, frente a un 42% que se decantó por continuar con la coalición, en un proceso en el que se sintieron interpelados casi un 80% de los militantes. Ahora el contexto es muy diferente porque prácticamente no ha habido división interna: la ejecutiva tomó la decisión por unanimidad y el consejo nacional la avaló con más de un 93% de los votos. Tampoco ha habido la misma expectación. En 2022 se obligó a todos los miembros de la dirección a dejar el móvil fuera de la sala de reuniones para evitar que los resultados se filtraran. Jordi Turull y Judith Toronjo, durante el recuento de la consulta a la militancia / Junts En aquel momento la dirección estaba dividida y hubo algunos silencios clamorosos como el de Carles Puigdemont -hizo un simple retuit a un mensaje en el que se apostaba por salir del Govern- o el de Jordi Turull. En cambio, el lunes fue Puigdemont quien anunció que su partido pasaba a la "oposición" en el Congreso. En una intervención sin preguntas en Perpiñán justo el día que se cumplían ocho años de la declaración de independencia fallida, el expresident acusó a Sánchez de haber roto el pacto "a consciencia" y le invitó a "reflexionar" si podía seguir en el cargo. Sin embargo, no pidió elecciones anticipadas y tampoco abrió la puerta a una moción de censura. De hecho, aseguró que no apoyaría a este Gobierno "ni a ningún otro". Las primeras consecuencias La duda ahora es cómo se traducirá el último movimiento de Junts a largo plazo, ya que no son pocas las iniciativas del Gobierno que ha tumbado junto a PP y Vox en lo que va de legislatura. Esta misma semana, después del anuncio del expresident, sus siete diputados en Madrid permitieron la tramitación de una iniciativa del PP sobre la Fiscalía, y también dieron su visto bueno a un proyecto de ley del Ejecutivo central sobre la atención al cliente. Los posconvergentes negociaron previamente la norma para obligar a las grandes empresas a responder en catalán. También se abstuvieron en otras iniciativas del Ejecutivo. De este modo, los de Puigdemont empezaron a dar muestras de su nueva estrategia. No es un boicot parlamentario, como se había especulado, sino que han acordado que votarán las propuestas que consideren positivas para los catalanes y las que vean "de sentido común". Que no hayan apostado por votar sistemáticamente 'no' a todo deja la puerta abierta a que Sánchez pueda aprobar aún algunas leyes y decretos. Sin embargo, el partido ya ha avisado de que no apoyará los presupuestos ni negociará ninguna ley. "Sabrán nuestro voto a través de las pantallas del hemiciclo", agregan fuentes de la formación. Los pactos no cumplidos Los posconvergentes ponen fin así a las relaciones establecidas con el PSOE, después de 19 reuniones en Suiza que no han servido para resolver el "conflicto político", señalan en Junts, ni tampoco para desencallar los múltiples pactos sectoriales que los dos partidos habían alcanzado durante este tiempo. Transcurridos los dos primeros años de legislatura, la ley de amnistía no ha facilitado el regreso de Puigdemont a Catalunya sin riesgo de ser detenido, la delegación de competencias en inmigración no ha superado ni el primer trámite en la Cámara Baja y el catalán sigue sin ser oficial en la Unión Europea. Ninguna de las tres cuestiones dependía exclusivamente de Sánchez, pero Junts cree que los socialistas podrían haber hecho más. Asimismo, el partido pone el foco ahora en las cuestiones que sí estaban en sus manos y que tampoco han visto la luz. Entre ellas figuran la publicación de las balanzas fiscales, las cifras de ejecución presupuestaria o la "descongelación" de propuestas contra la multirreincidencia o las ocupaciones de viviendas. Detrás del movimiento de Puigdemont de esta semana se esconde el temor a unas elecciones anticipadas. El expresident prometió en 2023 que su formación cobraría del PSOE "por adelantado" y que se había acabado aquello de dar los votos "a cambio de nada", expresiones que hicieron fortuna para erosionar a ERC. Dos años después de haber investido a Sánchez, y ante el avance de Aliança Catalana que pronostican las encuestas, los posconvergentes temían llegar a las urnas sin logros que exhibir. Ahora esperan que el Gobierno cumpla algunos de sus compromisos, porque aseguran que ellos ya han "pagado por adelantado", aunque sostienen que la ruptura no es reversible.
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