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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 31/10/2025 04:36
 
                            Ellas - Jimena PGM Jimena Cyrulnik es una figura pública argentina que comenzó su carrera muy joven como modelo y rápidamente dio el salto a la televisión, primero como notera y luego como conductora en programas juveniles y de entretenimiento, entre ellos el recordado Versus. A lo largo de su trayectoria también se desempeñó como actriz y participó en distintos realities y espectáculos. Fue una de las primeras figuras del medio en hablar abiertamente sobre momentos personales difíciles, como los trastornos alimentarios, y sobre el proceso de introspección que la llevó a alejarse de los medios para emprender una búsqueda espiritual. En los últimos años, se volcó al emprendedurismo: es fundadora de una marca de trajes de baño pensada “para cuerpos reales” y mantiene una activa presencia en redes sociales, donde reúne a más de un millón de seguidores. Jimena es madre de dos hijos y, tras una larga relación con el fotógrafo Lucas Kirby, volvió a apostar al amor con una nueva pareja y se casó el año pasado. Jimena Cyrulnik: “Fui arrastrando cosas desde chica y las resolví de grande cuando toqué fondo” Luli: —Te hemos visto de modelo, conduciendo y después reinventándote. ¿En qué momento de tu vida te encuentro ahora? Jimena: —Bueno, hoy soy la Jimena diseñadora de Xyrus, de estos trajes de baño para mujeres reales, que es lo que ocupa más tiempo en mi vida y lo que me da mucha satisfacción porque descubrí medio de casualidad una faceta mía que la tenía ahí, pero no sabía que iba a ser tan mágica. Yo diseñé, después de tener a mi segundo hijo, un traje de baño para mí. Era un body, tenías flojita la panza porque se me inflamaba mucho la panza después de haber parido, entonces diseñé para mí 30 unidades de un solo modelo y me acuerdo que lo hice para para probar, para jugar y ese verano explotó. Ahí dije: “Voy a dedicarme a esto que me encanta”. Y hoy me da mucha satisfacción. Luli: —¿Cuántos años tiene Xyrus? Jimena: —Empezó en el 2017. Y tengo una comunidad enorme de mujeres, que se me pone la piel de gallina al decirlo, porque mandan mails y videos de agradecimiento. “Te quiero agradecer, yo tuve obesidad y la única malla que puedo usar es la tuya, gracias por pensar en nosotras”, me dicen. Es hermoso lo que me pasa. Hoy le dedico mucho tiempo a eso. Es divino saber que diseñás algo, vas y lo fabricás, pese a lo que implica todo el proceso en Argentina… Luli: —Y las complejidades que representa. Jimena: —Sí. Lo que implica desde la idea hasta que está a la venta. Argentina es muy difícil. Ser competitiva es complicado. Los talleres tardan... Ahora está un poco mejor. Pero antes pedías un presupuesto y duraba 48 horas. La rueda desde que diseñás hasta que está en el local es enorme. Y yo compro las telas afuera, pero hago todo acá. Así que esa es la Jimena de hoy: mamá de Calder, que tiene 16 años, mamá de un adolescente y de Tyron , Titi, como le decimos, que tiene 11. Me volví a enamorar, me casé... Luli: —¡¿Te volviste a casar?! Jimena: —Sí, me casé el año pasado en mayo. Pero como él es hiper perfil bajo, fóbico de los medios, me pidió que no se entere nadie. “Si se enteran seguimos de largo en el registro, no entramos”, me dijo. (risas). Luli: —Qué bien cómo lograron amalgamarse, pese a que vos sos una persona muy pública, y aun así pudieron convivir, encontrarse, casarse y que nadie se enterara. Jimena: —Sí, tuve que aprender igual. Me costó un montón porque cuando lo conocí estaba muy enamorada, estaba hasta las manos y yo soy muy para afuera. Y me costó como un año y pico. Él me decía que no era su mundo ese y yo sentía que no me quería, que me quería ocultar. Hasta que entendí que hay personas que simplemente no les gusta exponerse. Luli: —¿Cómo se conocieron y con qué Jimena se enconró? Jimena: —Se dio de casualidad en un asado. Él es el hermano de una amiga, muy amiga mía. Él también estaba recién separado y decía: “No, con esta chica de la tele...” (risas). Tenía todos los prejuicios, después se encontró conmigo y le tiré abajo los prejuicios en dos meses. Ahí ya sabía cómo era. Yo soy muy genuina. Te gusta o no te gusta. Así que con esa Jimena se encontró. Luli: —¿Cómo fue volver a apostar al amor? ¿Tuviste miedo en algún momento? Jimena: —Cero. Soy re mandada. Y menos en el amor, que no estoy hipotecando mi casa. Es mi corazón, pero después de los golpes de la vida, uno pasa y ya... Yo me enamoré con 40 y pico. Ya era una mujer grande, pero si te encanta es al contrario de lo que se cree. Yo lo viví como: qué loco enamorarme a esta edad y volver a sentirme de 20 años... Luli: —Y lo bueno es que te lo permitiste. Porque a muchas mujeres las detiene el temor, viste que los varones suelen resolver más rápido. En cambio, nosotras solemos ser más cautelosas a la hora de volver a abrir el corazón. Jimena: —Sí, depende (risas). El hombre en general sí. Pero bueno, yo confío mucho en mi intuición. Soy súper intuitiva. Yo sabía que sí, que era él. Estaba convencida. Había que pulir algunas cositas y todavía trato de terminar de pulir, no te creas (risas). También tengo mucha terapia encima y trabajo la aceptación y de que no existe la perfección. Con él siempre ganaba lo bueno, me encanta cómo es, lo admiro como persona, como padre, como hijo. Aparte me encanta físicamente y tiene todo lo que tiene que tener, entonces decía: “Es él”. Pero igual fue un laburo. También había cosas de él que no me cerraban, que no eran importantes, pero yo decía: “Las tengo que trabajar yo, tengo que trabajar más la aceptación”. Luli: —Y encontraron un punto en común. Jimena: —Y encontramos un punto en común porque somos dos polos opuestos y nos complementamos. Pero también hay que trabajar el complemento desde lo social. Él es mucho menos social y extrovertido que yo. Yo soy súper flex para un montón de cosas, él es la rigidez en persona... (risas). Pero me encanta. “Siempre hablaron de mi cuerpo y yo también les di de comer”, expresó la modelo y empresaria Luli: —Volviendo a tu marca y al propósito por el cuál nació de hacer sentirse bien y lindas a las mujeres, ¿cuánto sentís que influye la mirada ajena? ¿La exigencia parte desde nosotras o está más condicionada por la mirada del otro? Jimena: —Siempre es la mirada del otro. Decir que no es como no hacerse cargo. Siempre hago un chiste yo. Digo que con mi marca en Ibiza o en el norte de Brasil me muero de hambre (risas) porque allá no les importa nada y usan una tanga. Pero acá en Argentina nos importa mucho la mirada del otro, somos muy estéticos y sobre todo a la hora de ir a la playa. Luli: —Sobre todo las mujeres con otras mujeres, ¿no? Porque me parece que el varón hay cuestiones que ni las percibe. Y nosotras tenemos siempre esa mirada tan rigurosa y exigente. Jimena: —Queremos estar lindas. Ahora fue el desfile de Victoria’s Secret. ¿Viste la cantidad de diversidad de modelos que ponen? No son ángeles que caen del cielo y caen en la pasarela. Hoy ponen mujeres con sobrepeso, embarazadas, de todo un poco. Me parece que está buenísimo que la moda llegue a todas. Luli: —¿Y cómo sos vos en relación a la mirada del otro? Jimena: —Ahora, a mis 50 años, que cumplo en noviembre, no me importa tanto. Menos la del otro que no conozco. Siempre hablaron de mi cuerpo y yo también di de comer para que hablen de mi cuerpo. Ya no me pone mal cuando escriben algo negativo, pero sí reconozco que me gusta estar bien, linda, que me vean y digan qué linda que estoy. Pero no le doy una importancia exagerada. Luli: —¿En algún momento sí eras más dura con vos misma? Jimena: —Sí, cuando tenía 25 años y hacía Versus. Estaba un poco más obsesionada con el cuerpo y con la mirada del otro. Me importaba mucho más. Luli: —¿Y cómo sentís que lograste hacer esa transición? ¿Sentís que fue la vida, la experiencia, los años o algo te resultó disruptivo y dijiste: “Hasta acá, ahora empiezo a poner el foco en otra cosa”? Jimena: —Todo junto y mucho análisis. No es solo la experiencia de vida. Te pueden pasar mil cosas, pero si no te preguntás, si no tratás de entender un montón de cosas que hacés y que no te gustan, si no te abrís la cabeza con un libro y decís: “¿Qué me está pasando?”, te puede pasar de todo en la vida y no servirte de nada. Luli: —Cuando hablábamos recién sobre el tema de la exposición, dijiste que en muchos momentos diste de comer para que se hablara de ciertas cosas sobre vos. Cuando mirás para atrás, ¿te arrepentís? Jimena: —Un poco sí, pero me entiendo. Entiendo lo que era la Jimena de los 20 años. Luli: —¿Quién era la Ximena de los 20? Jimena: —No me pensaba en el mañana. Vivía el día a día, muy acelerada con el laburo, trabajando un montón, con una historia de vida donde no me pensé nunca y de chiquita fui arrastrando cosas que no las resolví en su momento y las resolví cuando toqué fondo. Soy muy espontánea, eso esa parte de mi personalidad y me gusta ser así. Pero me acuerdo cuando tuve problemas de anorexia, que fueron cuatro años donde estuve mal, muy mal, y en un momento dije: “bueno, lo voy a contar”. Y me decían: “Pará, no sé si...” Y yo dije: “Sí, sí. Lo tengo que contar. Hay un montón de chicas que me están siguiendo, estoy haciendo Versus, con 20 puntos de rating en Telefe, tengo que contar que estoy enferma”. Y salí y lo conté y se armó un lío total. Hoy no sé si lo hubiese contado tan así, ¿entendés? La hubiese pensado un poco más. Luli: —También en esa época ciertos temas no se hablan y nos enseñaron un poco eso. Jimena: —Sí, pero aparte por preservarme, cuidarme. Era la imagen de un programa, estaba en un canal de televisión, tenía seis o siete marcas importantes que representaba... Luli: —Pero sos un ser humano. Jimena: —Lo mismo cuando me afeité la cabeza. Luli: —Fuiste nuestra Britney, realmente. Jimena: —Tenía un contrato con Plusbelle y me afeité la cabeza, ¿entendés? No daba (risas). Luli: —Pero más allá de que hoy tenés una mirada muy amorosa para esa etapa, ¿creés que tuvo que ver con un episodio de salud mental o era otra cuestión? Jimena: —Todo es salud mental. Luli: —Porque era un tema del cual no se hablaba nada hace 10 o 15 años atrás. Jimena: —¿La anorexia decís o cuando me rapé la cabeza? Luli: —La anorexia, cuando te rapaste, el momento de tanta exposición, según quien lo mire. Vos estabas viviendo tu proceso... Jimena: —Yo estaba en un proceso donde me aferré mucho a lo espiritual y me fui de una punta a la otra en tres meses. Y me estaba pasando todo lo que se veía. Se podría no haber visto, pero lo mostré públicamente. Por eso digo que les di de comer. Tenía que ir a esquiar a Las Leñas con una revista y fui pelada. Luli: —¿Te acordás el momento en el que decidiste raparte? Jimena: —Sí, me recuerdo. Necesitaba volver a empezar. Siempre igual quise afeitarme la cabeza. Siempre tuve la curiosidad de ver cómo era mi cabeza sin pelo. Por suerte es redondita (risas). Además, estaba en una etapa donde leía mucho sobre karma y energía, venía de leer Osho, empecé a leer sobre la historia de Jesús porque soy de familia judía y no la conocía. Entré en una de que el pelo era mucha energía, positiva y negativa, y dije: “Me rapo, es el momento”. No estaba en la tele en ese momento, así que lo hice. Me acuerdo que después llamé a mis amigas y a mi familia y les dije: “Me afeité”. Y me decían: “¡¿Qué hiciste?!” Luli: —Más allá del acto específico de raparte, ¿recordás qué pasaba por tu cabeza en ese momento? Jimena: —Sí, pero no sé si lo puedo contar. Lo necesitaba, después me di cuenta que era como volver a empezar. Necesitaba resetear. Fue un proceso interno que terminó con la afeitada de la cabeza. Luli: —¿Te arrepentiste en algún momento? Jimena: —De afeitarme, no. No me arrepiento de nada. Luli: —Afeitarte la cabeza es simbólico, tiene un impacto visual, pero vivías un proceso de transformación. Jimena: —Completamente. Y culminó con eso, yo lo necesitaba. Luli: —La incomprensión de cómo se abordó el tema en los medios, ¿te dolió? Jimena: —En su momento sí, pero lo entiendo. Entiendo que la gente hace lo que puede. Soy muy amorosa con el otro, incluso cuando hace daño. La gente mala me da pena porque pienso en la cabeza del otro. Hay gente que no está bien o que no la está pasando bien. En su momento me dolió, era más chica, pero hoy cuando alguien se enoja por una crítica, siempre aconsejo no engancharse. Porque nada es personal. Luli: —Y nada de lo que digas va a cambiar la mirada del otro. Jimena: —No hay tiempo que perder en querer cambiar lo que el otro piensa, que ni siquiera lo piensa, capaz. Ni loca me engancho con nada hoy. En su momento me dolía, pero hoy no. Luli: —No eras adolescente en esa época, pero eras muy jovencita. Hoy tenés un hijo adolescente y lo acompañas en su crecimiento. Jimena: —Sí. Luli: —¿Te hubiese gustado que te acompañen de alguna forma especial ahora que lo ves con ojos de madre? Jimena: —Con mis hijos soy 100 por ciento opuesta a lo que mis viejos fueron conmigo. Mi viejo se murió hace muchos años. Obviamente, tuve momentos muy buenos. Pero todos los problemas que de grande tuve que trabajar y hacerme cargo con la autoestima, el manejo del dinero, con el vínculo con los demás, vino de la infancia. Mi vieja hizo lo que pudo, era muy joven y mi viejo nunca estaba. Son cosas de crianza. Cuando tuve hijos fui muy determinante y consciente en hacer todo lo que considero que tengo que hacer como madre para que tengan una buena infancia y crianza. Luli: —¿Sentís que hay un cambio generacional en la comunicación con los hijos? Jimena: —Sí. De hace 30 años a hoy, sí. A veces también nos vamos un poco de tema. Yo no soy tan free people tampoco. Todo bien, pero creo que está bueno poner límites y sobre todo escuchar a los chicos. Eso es clave. Pero también hay cosas que rescato de antes. “A mis casi 50 años aprendí a no darle importancia a la mirada ajena”, confesó Jimena en diálogo con Luli Fernández Luli: —Cuando una es mamá, pasa a entender y a cuestionar a su mamá. ¿Lo hablaste alguna vez con ella? Jimena: —Sí. Pasé por todas las etapas: estuve enojada, me peleé, me amigué. Hoy tengo una relación increíble con mi mamá, pero se fumó muchos reclamos, charlas... Después vino la comprensión. Entender que hizo lo pudo. Mi abuela vino de la guerra y la criaron como pudieron… Luli: —Me imagino que debe haber sido difícil para ella también ver todo ese proceso y tu exposición. ¿En algún momento le pediste disculpas? Jimena: —Sí, le recontra pedí disculpas y le dije que la perdonaba también. Luli: —Parece que tuviste mil vidas… Jimena: —Parece. Y si bien siempre las tuve, fui la misma persona y la esencia la tengo. Me costó un montón y fue un proceso larguísimo, pero pude evolucionar usando la cabeza. Y es muy loco cómo está dentro nuestro la capacidad de transformarnos en lo que queramo. Si le dedicás tiempo, perseverancia y años, podés ser casi lo que quieras. Luli: —Sos una mujer joven que tuvo un matrimonio, hijos, se separó y volvió a apostar al amor, porque decidió no negociar su felicidad. Eso es un ejemplo maravilloso para los chicos: validar con el ejemplo. Jimena: —Sí, es terrible. Creo que venimos todas las mujeres apoyando eso. Que hay vida después de... Mi ex es súper buena persona, pero yo hacía cinco años que ya no... Necesitaba un cambio, la culpa, los chicos, la familia. Luli: —Porque uno dice: “Rompo la familia.” Jimena: —No me lo perdonaba. Luli: —¿Y cuándo entendiste que la familia no se rompe? Que a lo sumo se rompe una pareja. Jimena: —Con terapia entendés eso. Igual es un proceso largo, no pasa en un minuto. Los 40 años también fueron un clic, en donde dije: “Soy joven, pero no tanto”. Luli: —Cuando hacés terapia dicen que los 40 es una edad en la que mirás para atrás y hacés un análisis. Pero por delante todavía tenés un bagaje importante… Jimena: —Es que sí. Es ahora (risas). Los 40 te marcan. Hasta los 30 sentís que tenés tiempo, con los 40 pensás: “Tengo tiempo, pero es ahora”. Aparte no es una derrota separarse o divorciarse. Duró lo que duró, la gente también cambia. Es hermoso ver a quienes lo logran y está bien también no lograrlo y aceptarlo. Porque cuando no estás bien, ya no estás viva. Además, hay muchas cosas que tienen que ver con la atracción, lo físico, el día a día, que decís: “Si no lo tengo,…” Más yo que soy monógama. Tengo amigas que dicen: “Andá, refrescá el matrimonio”. Digo algo políticamente incorrecto, pero que es así. Hay un montón de mujeres que consideran ese picoteo dentro del matrimonio. En muchos casos está blanqueado y en otros no, para no herir. Yo tenía que estar sola y encontrar otro amor, lo sabía. Y así fue. Hay una frase de Borges que me re quedó grabada: “La derrota tiene una dignidad que el éxito no conoce”. Me gusta escuchar historias de éxito, pero quien estuvo abajo y se levanta es más interesante que alguien que nunca se cayó. Las herramientas que tenés cuando te levantás y la persona que sos, es mucho mejor. Luli: —Si pudieras volver a vivir un momento de tu vida, ¿cuál sería? Jimena: —Los partos de mis hijos. Recuerdo la sensación sobrenatural. No podía creer lo que me pasaba, que salía una persona de adentro mío, que después salta, te mira y le das la teta... Es lo más espectacular que vi en mi vida. Esa sensación fue increíble. Además, tuve dos embarazos hermosos. La pasé re bien y los partos fueron espectaculares. Cesáreas, ¿eh? (risas). Luli: —Y si te pudieras tomar un mate con la Jime de hace 15 años atrás, ¿qué le dirías? Jimena: —De todo (risas). Le diría: “Vas bien. Pará un poco, andá más despacio”. Creo que con eso está bien.
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