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  • ¿Milei es el Macri de 2017 o el Néstor Kirchner de 2005?

    » Misionesparatodos

    Fecha: 29/10/2025 03:21

    Tras su triunfo electoral, Javier Milei enfrenta desafíos económicos y políticos que podrían definir si su gobierno será histórico como el kirchnerismo o breve como el macrismo. Néstor Kirchner en 2005 y Mauricio Macri en 2017 fueron los dos presidentes que ganaron sus elecciones de medio término en este siglo además de Javier Milei. Sin embargo, sus proyectos políticos tuvieron destinos bien distintos. En el caso de Kirchner, el triunfo de Cristina Kirchner sobre Chiche Duhalde afirmó su control sobre el peronismo e inauguró el gobierno más longevo de la historia del país con doce años de duración. Guste o no, el kirchnerismo es una corriente política que cambió la historia del país y su legado es parte de la cultura política argentina. A diferencia de esto, Macri, pocos meses después de que Esteban Bullrich derrotara también a Cristina Kirchner, entró en una profunda crisis, luego de querer avanzar con la reforma previsional y laboral. Macri se encontró con un sindicalismo con capacidad de movilización y una sociedad que le puso un límite. Además, las contradicciones económicas hicieron que tuviera que enfrentar corridas y tuvo que recurrir al Fondo Monetario Internacional. ¿Milei estará inaugurando un período histórico como el kirchnerismo, y en el fin de siglo anterior el menemismo, o las enormes contradicciones de su plan económico y sus formas políticas lo llevarán a una crisis temprana como el macrismo? A modo de registro documental, vamos a analizar el discurso de Néstor Kirchner en el que anunciaba el pago de la deuda externa, un mes y medio después del triunfo electoral, y el de Macri post triunfo electoral. "Este año dijimos que queremos volver a ser independientes y manejar nosotros los resortes de nuestro país. Y por ello, hace pocas horas atrás decidimos terminar con esa deuda de 50 años y le dijimos al Fondo Monetario Internacional: "Basta de deuda externa La Argentina paga, se libera, construye su destino y comienza a construir su independencia", dijo Néstor Kirchner el 15 de diciembre de 2005 al anunciar el pago al FMI. Eran años dorados del kirchnerismo. De hecho, el 2005 fue la última vez que una lista peronista con el kirchnerismo adentro ganó una elección de medio término en la provincia de Buenos Aires. Massa ganó en 2013, pero justamente contra el kirchnerismo. En 2017, tras un triunfo espectacular en un momento en el que se sentía que había Macri para muchos años, el entonces Presidente declaró: "Los quiero invitar a seguir recorriendo la aventura de la transformación, que es una aventura que se basa en no tener miedo a eso que creemos que no es posible. Confío en ustedes, son capaces de hacer cosas increíbles". Suena raro ese discurso de Macri tan parecido a un discurso motivacional o de autoayuda. En esos años, fue disruptivo este tipo de declaraciones, tan opuestas a las de densidad conceptual de Cristina Kirchner. ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta Milei antes de convertirse en un gobierno histórico como lo fue el kirchnerismo o el menemismo, por poner un ejemplo más cercano ideológicamente? Hay varios: en primer lugar, el plan económico es inconsistente. Cualquier plan económico que se sostenga sobre el endeudamiento y tenga que elevar sus tasas de interés para poder seguir endeudándose, esto es, prometer pagar más y más para seguir recibiendo crédito, es una bomba de tiempo. Ahora, la ayuda del Tesoro norteamericano tal vez le permita cancelar deuda con los bonistas y el Fondo con dólares del propio gobierno de los Estados Unidos. Esto trae una nueva contradicción: el destino de Milei y de la estabilidad argentina está atado a la suerte de la administración Donald Trump y a sus intereses. Vivimos una suerte de economía tutelada, en la que las decisiones tienen injerencia extranjera. De hecho, probablemente, el discurso de Milei más consensualista, llamando a otros diputados, senadores y gobernadores, tenga que ver con el pedido de los Estados Unidos y el FMI de gobernabilidad y la experiencia fallida de Macri de no haber podido avanzar con las reformas de fondo: laboral, previsional y tributaria por no haber consensuado después de haber ganado las elecciones. Por otro lado, haciendo un ejercicio de imaginación en el que a Milei lograra las reformas y resolviese las inconsistencias cambiarias que llevaron una y otra vez a pedir ayuda al FMI y el Tesoro, y con un dólar a mayor precio real sin gran traspaso a inflación, lograra acumular reservas, recuperar solvencia y bajar el riesgo país, sigue valiendo preguntarse si el tipo de país que surgiera de una experiencia exitosa de los libertarios sería el deseable para la sociedad argentina y su idiosincrasia. Es decir, si efectivamente avanza el tipo de país en el que las inversiones llegan por las condiciones de mano de obra barata y falta de conflictividad social para exportar porque el mercado interno está lleno de bajos salarios ligados al rubro de servicios y la ausencia de industria nacional, ¿esto sería convalidado por las aspiraciones de los argentinos? O dicho de una manera más simple, un país con menos clase media, más parecido a los otros países de la región. ¿Es lo que quieren los argentinos o Milei fue votado para generar más clase media y no menos? Carlos Menem, con la convertibilidad dio consumo a un sector importante de la clase media y trabajadora argentina. Las empresas y ramas productivas que lograban sobrevivir tenían empleados que se iban de vacaciones al exterior, compraban electrodomésticos y hasta jóvenes trabajadores podían ahorrar para comprar un departamento. Un testigo interesante de la época es el periodista Ernesto Tenembaum que contaba que, si bien era un acérrimo opositor a Menem, con su sueldo de redactor junior en Página 12, pudo ahorrar para comprar su primer departamento. Esto es impensado para cualquier joven empleado en la actualidad. El kirchnerismo con su incentivo al consumo posibilitó que haya récords de venta de autos y los planes Ahora 12 generaron un boom de ventas de electrodomésticos. Además, la creación de las universidades de lejanía en el conurbano y en varias provincias posibilitó que miles de jóvenes de primera generación universitaria pudieran recibirse y hacer su intento de ingresar a la clase media. ¿Cuál es la aspiración social realista que genera Milei y sus políticas? Aún no queda claro. Estas preguntas que se materializarán en las disputas políticas que están por venir y a las que Milei entrará con mucho más capital político del que se presumía antes de la elección del domingo anterior. Pero ¿qué pasó entre el viernes cuando el gobierno de Milei parecía en su ocaso a este reempoderado? ¿Es cierto lo que veíamos antes? ¿Es cierto lo que vemos ahora? ¿Son solo espejos deformados de la realidad? Desde hace años y en el mundo, hay una suerte de aceleración de los cambios que produce "cisnes negros" continuamente. Es decir, suceden en la política mundial cada vez más anomalías y cambios repentinos de escenarios que hacen difícil predecir y diagnosticar cualquier situación o periodo político. “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, escribió Karl Marx en el Manifiesto Comunista para explicar algo que, pasado un siglo y medio, tiene plena vigencia. “La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción, y con ello, las relaciones de producción, y con ellas todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de vida de todas las clases industriales anteriores. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores”, expresa el texto. ¿Por qué hablamos de esto? Porque la clase dominante que existía durante la publicación del Manifiesto Comunista y en la actualidad es totalmente diferente. La palabra misma burguesía por la ciudad y no el campo denota antigüedad, y la propiedad física de los medios de producción es cada vez menos importante, pero la esencia es la misma: generar negocios a partir de producir y competir entre sí e innovar tecnológicamente. Todos estos cambios se siguen potenciando en la actualidad a una velocidad nunca vista. Y a su vez, la burguesía financiera ha copado el mundo capitalista, y la venta y compra de capital financiero hace que empresas ganen millones o caigan circunstancialmente, los países ganen dinero o entren en crisis de deuda, como el nuestro en cuestión de pocos años. La burguesía financiera y tecnológica están forjando un mundo a su imagen y semejanza que cambia aceleradamente y que genera necesidades sociales nuevas, por lo tanto, sujetos políticos y económicos nuevos que votan según sus aspiraciones e intereses. Hay otros autores contemporáneos que también se encargan de la inestabilidad política actual y de la aceleración de los cambios. El sociólogo y filósofo alemán Hartmut Rosa ofrece una de las explicaciones más influyentes a través de su teoría de la Aceleración Social, que desglosa cómo la rapidez del cambio político no es una anomalía, sino el resultado inevitable de fuerzas disolventes. Rosa sostiene que la inestabilidad política se genera por tres tipos de aceleración interconectadas que definen nuestra época. En primer lugar, la aceleración tecnológica es evidente en el vertiginoso ritmo de la comunicación digital. Plataformas y redes sociales imponen una "política de eventos", donde los ciclos noticiosos se acortan a minutos. Las instituciones políticas, diseñadas para la lentitud reflexiva de los debates parlamentarios y los procesos burocráticos, quedan irremediablemente desfasadas ante esta velocidad, viéndose obligadas a una reacción constante e inmediata en lugar de una planificación estratégica a largo plazo. En segundo lugar, la aceleración del cambio social provoca una profunda erosión de las identidades colectivas. Los valores, las normas culturales y, crucialmente, las lealtades partidarias se vuelven fluidas y temporales. El electorado ya no está anclado a un partido o una ideología de por vida, lo que se traduce en un comportamiento electoral volátil que hace que las mayorías sean efímeras. Esta inestabilidad social, combinada con la aceleración del ritmo de vida (la sensación constante de falta de tiempo y la presión productiva), empuja a la ciudadanía a priorizar la eficiencia inmediata sobre la deliberación democrática, buscando atajos políticos. La consecuencia fundamental de este proceso, según Rosa, es la desincronización. La política democrática se vuelve obsoleta porque es inherentemente lenta e incapaz de mantener el ritmo del cambio social y económico. Esta frustración masiva genera un terreno fértil para el surgimiento de movimientos populistas que, de manera simplificada, prometen soluciones rápidas y una supuesta restauración de la estabilidad a través de la figura de un líder fuerte, lo que a su vez inyecta más velocidad y rupturismo al ciclo político. Esta perspectiva se complementa con la idea de la "modernidad líquida" del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, quien explicó que los lazos sociales y las instituciones han perdido su forma "sólida" y permanente, volviéndose temporales y precarios, lo cual aplica directamente a la política donde las ideologías rígidas son reemplazadas por narrativas cambiantes y volátiles. Finalmente, el economista Dani Rodrik añade una dimensión geopolítica con su concepto del "trilema de la globalización". Rodrik argumenta que es imposible tener simultáneamente democracia plena, soberanía nacional y una hiperglobalización económica sin restricciones. El intento de forzar las tres genera tensiones insostenibles, y el auge de los nacionalismos y el proteccionismo es una respuesta directa de los ciudadanos que perciben que la globalización ha socavado su capacidad democrática para controlar su propio destino. Esto inyecta una inmensa incertidumbre en el panorama internacional y acelera la reconfiguración de alianzas y bloques geopolíticos, rompiendo el consenso que existió tras la Guerra Fría. En conjunto, estos autores explican que la aceleración y la liquidez han roto las estructuras que proporcionaban estabilidad, dejando a la política mundial en un estado de cambio y turbulencia perpetua. Lo explicado por estas dos teorías hace que las identidades políticas, la subjetividad de los votantes y la forma de pensar en general de una sociedad sea más líquida, menos rígida. En este contexto, los cambios de frente como el que sucedió entre el siete de septiembre y el 26 de octubre, en el que La Libertad Avanza recuperó 14 puntos y venció al peronismo, son más entendibles. ¿Qué hubo en el medio? La jugada de Trump y Scott Bessent con sus propios intereses del mundo financiero, con su propia apuesta geopolítica ligada probablemente a minerales necesarios para las nuevas tecnologías. También estuvo el anuncio de inversión de OpenAI por más de 25 mil millones de dólares para ubicar justamente un datacenter en la Patagonia. El mundo cambia aceleradamente con ello genera cambios en la política y en la forma de entenderla. Probablemente esto sea la condición de posibilidad del surgimiento de figuras como Trump y Milei, tan disruptivas, aunque justamente este tipo de dirigentes contribuyen luego a la propia dinámica de volatilidad ambiente. Pero si Milei creyera que es quien mejor entiende esta época y que el resto de la política y del mundo periodístico perdió su brújula, debería tomar en cuenta que el mismo aceleracionismo que lo empuja con fuerza inusitada hacia arriba es el que lo hará bajar sin freno como le sucedió hace un par de meses. La montaña rusa es el diseño de época. Menem fue quien entendió los años '90 y de la mano de sus reformas, Argentina entró en el periodo neoliberal y de caída del Muro de Berlín. Kirchner fue quien entendió evidentemente la emergencia de China y se apoyó en la tecnificación y competitividad del campo para aprovechar una renta extraordinaria producto de la venta de alimentos al gigante asiático para potenciar el consumo local. Hoy no queda claro cuál es el ciclo ni el resultado de la competencia entre Estados Unidos y China, mucho menos el tiempo de duración de lo que antes llamábamos un ciclo. En este escenario que queda planteado luego del triunfo de Milei habrá que ver también qué rol cumple la oposición y si logra esquivar la acusación de “volver al pasado”, algo que no solamente implica volver hacia los errores del anterior gobierno, sino a un período que ya no existe. Día 688: ¿Milei es el Macri de 2015 o el Néstor Kirchner de 2005? | C Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi Por Jorge Fontevecchia

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