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  • Argentina entra en la era espacial: un satélite nacional rumbo a la Luna

    » Misioneslider

    Fecha: 27/10/2025 18:37

    Un proyecto pionero argentino formará parte de la misión Artemis 2 de la NASA y redefine su papel tecnológico En medio de recortes presupuestarios y debates sobre ciencia en Argentina, un satélite fabricado en el país acaba de abrir una puerta al espacio que pocos esperaban. El proyecto pone al país en una órbita de relevancia global. Una apuesta con carga simbólica y tecnológica El satélite se llama Atenea, desarrollado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) junto a las universidades nacionales de La Plata y San Martín, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la empresa aeroespacial VENG. Será el único satélite latinoamericano que formará parte de la misión Artemis 2 de la NASA, la misma que volverá a llevar al ser humano a la Luna. Ese es el dato que sorprende: en un momento en que el debate por la ciencia en Argentina está tensionado, aparece este logro que abre el horizonte. ¿Por qué importa? Porque marca un salto cualitativo: no se trata sólo de un satélite más, sino de una pieza argentina que interviene en un hito global. Contexto: la ciencia argentina en jaque y una luz al final del túnel En los últimos años, el sistema científico-tecnológico argentino enfrentó dificultades: recursos ajustados, fuga de cerebros y discusiones sobre su prioridad en la agenda pública. Aun así, la CONAE, la UNLP, la UNSAM y la industria aeroespacial local lograron articular este desarrollo. Que Atenea sea parte de Artemis 2 significa que el país hace más que mirar desde afuera: se conecta con la exploración lunar, la medición de radiación y las comunicaciones de largo alcance. Además, abre preguntas sobre qué tan lejos puede llegar Argentina en estas áreas si se mantiene el enfoque y el apoyo institucional. ¿Qué traerá el satélite argentino a la Luna? Tecnología local, impacto global El proyecto Atenea integrará cargas útiles desarrolladas íntegramente en el país: un detector de radiación solar y un sistema de comunicaciones de largo alcance. La órbita prevista será elíptica, de hasta 70.000 kilómetros, lo que implica condiciones extremas para un satélite de fabricación nacional. El responsable de ingeniería de la UNLP explicó que el desafío es demostrar que “la ingeniería argentina puede responder a estándares de misión espacial”. Más que una muestra de orgullo, es una prueba de capacidad técnica que abre oportunidades de empleo especializado, transferencia de conocimiento y desarrollo industrial. Más que una exhibición: implicancias locales Se fomenta la industria aeroespacial local , con proyección internacional real. , con proyección internacional real. Puede estimular inversiones y fortalecer la vinculación público-privada en ciencia y tecnología. y fortalecer la en ciencia y tecnología. Envía un mensaje claro a los jóvenes: en Argentina se puede desarrollar tecnología de punta. Este tipo de impacto tiene efecto directo en Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Bariloche, donde se concentran polos académicos y tecnológicos. Desafíos que asoma detrás del lanzamiento No todo es brillo lunar. Hay al menos tres obstáculos concretos: Financiamiento y continuidad: lograr que estos proyectos no queden aislados, sino que formen parte de una política sostenida. Infraestructura crítica: consolidar una cadena de producción nacional y regional capaz de sostener misiones espaciales. Uso estratégico: transformar el conocimiento generado en aplicaciones concretas para la vida cotidiana —como comunicaciones, monitoreo ambiental o desarrollo de materiales—. El contexto argentino, marcado por recortes y debates sobre la prioridad de la ciencia, obliga a que Atenea no quede como símbolo, sino como punto de partida. ¿Y ahora qué sigue? El despegue del satélite está previsto para febrero de 2026. A partir de allí, se abrirán etapas clave: lanzamiento, operación y análisis de datos. Pero más allá del cronograma, lo que importa es cómo aprovechar este logro en el país: formar técnicos, consolidar la industria satelital y asegurar la transferencia tecnológica. La gran pregunta que deja este logro es inevitable: ¿será este satélite el punto de partida de una Argentina que mira al espacio y, al mismo tiempo, construye un futuro más sólido en la Tierra?

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