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  • Del tambo a vender huevos, diversificarse en la agroindustria y generar 130 empleos: Grupo Bolzán cumple 40 años

    Parana » 2 Florines

    Fecha: 26/10/2025 19:16

    “Reinvertir es el futuro de la empresa”, asegura Héctor Bolzán, el empresario entrerriano al frente de la firma nacida en Aldea María Luisa, que hoy marcha de la mano de una tercera generación. En cuatro décadas, el grupo se expandió en avicultura, venta de insumos y servicios agropecuarios, ganadería, agricultura y biocombustibles, como estrategia de crecimiento en armonía con la familia. Por Nahuel Amore Grupo Bolzán es un complejo agroindustrial con sede en Aldea María Luisa que comenzó formalmente en 1985 como Héctor A. Bolzán y Cia y luego se expandió en la provincia a través de diferentes unidades de negocio. No obstante, sus inicios se remontan a la década del sesenta cuando Marcelo Bolzán puso en marcha un pequeño tambo, el que se constituyó en la primera “escuela de trabajo” de los hermanos Edgardo, Miguel, Héctor, Dilma, Daniel y Claudia, cuyos valores fueron marcados también por su madre, Noemí Elena Carrere. Cuando apenas eran niños, les enseñaron a sus hijos a arriar las vacas hacia el tambo y ordeñar la leche desde muy temprano. La famosa “cultura del trabajo” era palabra mayor en el campo y desde allí que los forjó. Al tiempo, “Pirulo” Bolzán compró las primeras 200 pollitas para un gallinero y comenzó a producir alimento con una picadora de alfalfa casera. De esa manera, sin decirlo, les enseñó la importancia de diversificar la producción como camino necesario para emprender. La comercialización de huevos marcó un punto de inflexión en la familia y los empujó, fundamentalmente al entonces joven Héctor Bolzán, a armar una nueva estructura de negocio familiar, con mayor independencia y roles definidos que hasta el día de hoy conservan. Cada uno de los hermanos encontró su lugar de desarrollo y encabezó las unidades respectivas en avicultura, feedlot, acopio de granos y venta de insumos y maquinaria para el agro. Con el paso de los años y en sinergia con el crecimiento sostenido de la agroindustria en estas tierras, el grupo se fue expandiendo a partir de nuevas inversiones y al ganar nuevos mercados. Esa vorágine los impulsó a sumar negocios vinculados, cuyo hito más destacado fue la compra de una planta de biodiésel. Actualmente producen biocombustibles a base de aceite de soja en Nogoyá, donde también instalaron luego una refinadora de glicerina. Se trata de un sector con significativo potencial de facturación y desarrollo, sujeto a políticas específicas. Los números de Grupo Bolzán son apenas una muestra del crecimiento alcanzado en cuatro décadas. En total cuentan con 130 empleados, más asesores externos; suman 12.500 hectáreas entre las distintas unidades de negocio; contabilizan 300.000 gallinas ponedoras; producen 50.000 toneladas anuales de biocombustibles; y cuentan con una capacidad de almacenaje de 33.000 toneladas, lo que les permite acopiar y comercializar 100.000 toneladas anuales. Emprender desde chico Héctor Bolzán es el hermano que lidera el grupo empresario desde los inicios, por su forma de ser. En entrevista con DOS FLORINES, destacó que comenzó a trabajar desde muy joven vendiendo huevos y aseguró que “se nace” para ser emprendedor. “Uno de chico era inquieto, desafiante y quería siempre hacer algo más. No todos nacen con esas ganas de hacer cosas. Creo que es ponerse objetivos de ser alguien, tener una empresa y crecer. Fue nato, nadie me lo impuso”, señaló. Incluso, reveló que en los inicios su padre lo “frenaba” en sus proyectos. “Me decía ‘¿cómo vas a vender huevos si están los grandes distribuidores que ya venden’. Después, cuando empecé a comprar y vender cereales, no sabía nada. Mi viejo me decía: ‘¿qué vas a hacer? Sos loco’. Yo era porfiado y pensaba por qué no podía hacerlo. Me iba poniendo desafíos”, relató. Las potencialidades de la agroindustria en la provincia, según admitió, las fue “descubriendo” a medida que fueron haciendo camino en familia. “Nací en el campo y acá crecí. Fui descubriendo que se podía comercializar y después industrializar. Lo fui descubriendo. No todos tienen las ganas de crecer, hacer y desafiarse. Yo siempre me puse en la cabeza el objetivo de que quería ser alguien”, subrayó. Desde esa impronta, reconoció primero que el apoyo de sus hermanos fue clave para el desarrollo del negocio, y puso en valor después el aprendizaje que le dio “la calle”. “Ahí me di cuenta que no todos los clientes son iguales. Tenés que tratarlos de distinta manera porque las personas no son iguales. Eso me dio una cintura para todo”, evaluó. Crecer en distintos sectores y mercados Grupo Bolzán está conformado por la empresa madre Héctor A Bolzán y Cia, que contempla a la marca Huevo Feliz en avicultura, junto a la venta de insumos y servicios agropecuarios, feetlot, etcétera (con sede en Aldea María Luisa). Además, se suman las firmas Sofía Agropecuaria (en Tala), Tom Collins Agropecuaria (en Sauce de Luna) y La Estrella Agropecuaria (en Federal), dedicadas a la actividad agrícola ganadera. En tanto, se añadieron luego Bio Nogoyá que produce biocombustibles en dicha ciudad y la refinadora de glicerina Glycopharma, en la misma localidad, que cuenta con socios externos. La multiplicidad de mercados y jugadores ha sido una ventaja y un desafío al mismo tiempo. Consultado por esas complejidades, distinguió: “En la venta de huevos es muy difícil porque es sólo huevo, no tiene marca. Tenés que venderlo por permanencia, por cuidar al cliente, ser constante. Y en el comercio de granos, es mucho más competitivo porque hay actores muy grandes y fuertes. Cuando empezamos, no era fácil porque se luchaba con monstruos. De todos modos, uno ha logrado imponerse por la historia y trayectoria. Hoy tenemos un nombre en el mercado y podemos comercializar lo que sea”. Por otro lado, puso en valor la importancia de “poner huevos en distintas canastas”, lo que se conoce como diversificarse, y en todo sentido. “Diversificamos cuando vimos que la familia era grande. Iba viendo que tenía que tener varias unidades de negocios para que la manejen los distintos chicos que venían detrás, mis hijos y sobrinos. Cuando la familia se agranda, es fundamental agrandar la empresa. Hay que agrandar la empresa y diversificar; eso es fundamental. Además, no había que errarle en lo que estábamos haciendo”, reflexionó el dirigente empresario, que también dedica tiempo a presidir la Bolsa de Cereales de Entre Ríos. Invertir —¿Qué importancia le da a la inversión desde que comenzaron? —Es muy importante. Los cuatro hermanos nos manejamos viviendo bien y el resto lo invertimos y reinvertimos todo. Por ahí, no nos damos algunos lujos con tal de reinvertir. Eso permite afrontar desafíos grandes. Siempre tuvimos esa consigna. Las nuevas generaciones ya tienen otras pautas y se manejan distinto. Por eso también hay que poner reglas claras para lo que se gana y se distribuye. De todos modos, siempre les digo que reinvertir es el futuro de la empresa. Si todas las ganancias las destinás a otras cosas, llega un momento en que la empresa empieza a decaer. Y cuando eso sucede, no lo parás más. —¿De alguna inversión se arrepiente? ¿Hubo algún error del que haya aprendido? —No me arrepiento, porque cada inversión te da su satisfacción y dolores de cabeza. En la diversificación, estamos bien. Como es un país tan cambiante, con sectores que en algún momento te preguntás para qué puse la guita acá, al tiempo decís: “Gracias a Dios tengo esto”. A veces uno no se da cuenta lo que ha logrado. —Hablando de logros, ¿qué vieron en el biodiésel que apostaron por este sector con poco desarrollo en la provincia? —Fue una buena decisión. No quiere decir que no tuvimos altibajos y dolores de cabeza. Hemos estado parados, pagando al personal durante meses y te preguntabas “¿para qué estamos acá?” Pero dio sus satisfacciones y creemos que en la suma y resta, fue sumamente positivo para la empresa. Eso nos dio pie para hacer la planta de glicerina. Mientras hacíamos biodiésel, armábamos la planta de refinado de aceite que tiene futuro porque estamos a un paso de hacer aceite comestible. No estamos arrepentidos. —¿Y en la avicultura? —Tampoco. Durante un tiempo estuvimos parados con las inversiones porque no encontraba el sucesor que la siguiera. Dentro del grupo familiar, no encontraba. Justo el más chico de mis sobrinos hizo sus primeros caminos, vimos que andaba bien y decidimos invertir más en la parte avícola que hoy se ha tecnificado y hemos crecido. —¿Cómo fue la política empresaria frente a los avances tecnológicos y la necesidad de ser cada vez más productivos? —Cada vez estamos más detrás de tecnificar y aplicar tecnología nueva. Es una manera de que la empresa crezca. Hoy la tecnología avanza rapidísimo y si no vas detrás de ella, te quedás. Es un desafío y una inversión. Por eso, si las empresas no invierten, empiezan a decaer porque te quedás afuera. Recambio generacional Carola Bolzán, hija mayor de Héctor, muestra un perfil activo en el grupo empresario con el propósito de amalgamar las distintas áreas de trabajo. Según destacó a DOS FLORINES, es una especie de coordinadora entre las unidades de negocio. Al mismo tiempo, se muestra como un nexo directo con las nuevas generaciones y con el vínculo institucional de la firma. De hecho, participa activamente de la Unión Industrial de Entre Ríos (UIER), entidad de la cual son socios. —C.B: Como tercera generación, ¿cómo afrontás el desafío de llevar adelante una empresa familiar? —No es sencillo, pero es un desafío. Vamos tomando herramientas como la implementación de un protocolo familiar y tener códigos. Además, hay algo que siempre aprendimos: la empresa es empresa y la familia es familia, además de implementar tips de ir dividiendo y darle el valor a lo que cada cosa significa. Respetar los códigos que se van gestando es el alma de la empresa. —C.B: ¿Cómo analizás el recambio generacional? ¿Qué esperás de tus hijos y sobrinos, cuya juventud viene con nuevas formas y valores? —Hoy por hoy está activa la tercera generación que ya tiene diferentes edades. Yo estoy cerca de los cincuenta y hay de treinta. La cultura que fuimos mamando de nuestros padres es la cultura del trabajo, no del sacrificio sino del esfuerzo. Lo vimos y lo vivimos con ellos porque estábamos dentro de la empresa. Lo que más vemos como desafío hoy es que nuestros hijos no vivieron dentro de la empresa porque ya cada uno lo hizo en otro lado y no fueron mamando esa forma de trabajo. Además, con esta diferencia cultural se nota. Es el segundo año que hacemos capacitaciones y buscamos acercarlos, con algunos tips para que se concienticen de que esto es para ellos. El más grande tiene veinte años y quedan un montón más. La búsqueda es cómo esta cuarta generación se puede hacer cargo. Son chicos y la idea es que estudien y luego se incorporen a la empresa. —C.B: Grupo Bolzán tiene 130 empleados, con diversos perfiles y que cambiaron en 40 años. ¿Qué importancia tiene el personal en este crecimiento? —Los 130 empleados que están tienen la camiseta puesta, ocupa su lugar y lo hace bien. Como toda empresa, hay situaciones que pasan. Más allá de que es una empresa familiar, somos como una familia ampliada porque juega mucho el estar en el mismo pueblo. Nuestros hijos van con hijos de empleados a la escuela, al club, comparten. Es un buen equipo de trabajo en todos los niveles. —H.B: Finalmente, ¿qué proyectos los motiva a seguir? —Siempre miramos los rubros que tenemos y vemos las oportunidades que salen en el momento. Si vemos una posibilidad para la parte avícola, agrícola o ganadera, apuntamos ahí. Más allá de lo que tenemos, siempre vemos por dónde apuntar.

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