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» El litoral Corrientes
Fecha: 26/10/2025 08:54
“El triunfo del senador Rodrigo Paz Pereira en las elecciones presidenciales de Bolivia, consolidó un nuevo viraje hacia la derecha en América del Sur” La Nación El acelerado desgaste que sufren los gobiernos en los distintos países de América Latina, señalan el carácter oscilante de las ideologías puestas a gobernar. Con el triunfo de la derecha centrista en Bolivia, se ha cerrado, casi totalmente, la retórica del socialismo siglo XXI. Hoy, las izquierdas -caso Brasil y Chile- intentan ubicarse en una impronta más pragmática, de manera tal que su ubicación política no sea un obstáculo para insertarse en el mundo occidental. Pero los tiempos de nuestro subcontinente, están marcados por la pendularidad de los signos políticos de los sucesivos gobiernos y por la necesidad de inversiones económicas para su desarrollo. En ello, la Argentina es un caso paradigmático. Un país que quema permanentemente las teorías económicas en la hoguera de sus propias no reglas, ha mostrado el fracaso del populismo distributivo y, por qué no decirlo a esta altura, las políticas del libre mercado y del déficit cero. En las últimas semanas, no hay día que pase sin que alguno de los principales medios internacionales -The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal, Financial Times, Bloomberg, The Economist, El País, entre otros-no nos dedique un editorial comentando acerca de los peligros que nos acechan. “Elecciones e inestabilidad económica no son buena combinación para un gobierno. El oficialismo se hace cruces para que el salvataje norteamericano le permita una buena performance electoral” No es para menos. Un país, el nuestro, que ha necesitado más de veinte rescates en su historia, no es uno que pueda evaluarse con la métrica común. Dice el The New York Times que “Estados Unidos podría acabar subvencionando otro rescate fallido para un país que ha incumplido sus deudas nueve veces”. Por ello, el salvataje de Bessent y compañía podría resultar insuficiente en una nació en la que sus habitantes desconfían permanentemente de sus gobiernos, y buscan resguardar su economía del traicionero “cuchillo bajo el poncho”. La geopolítica latinoamericana muestra hoy un mapa en que la derecha va tomando nuevos territorios nacionales, luego de los repetidos fracasos de los populismos de izquierda. Bolivia amplió la zona. De un primer momento, Javier Milei se mostró como un “anticomunista militante”, que pretende llevar sus teorías extremas hasta los confines. Pero, en función de gobierno, exhibió que no todo lo que brilla es oro y que la necesidad tiene cara de hereje. Hay quienes opinan que la guerra fría del siglo XXI es por el control de Latinoamérica. Y que la Argentina es el premio mayor. China lleva veinte años comprando en la Argentina, sin disparar un solo tiro y sin condiciones políticas molestas. Su constancia y paciencia silenciosa son esenciales en su avance. La plata, mucha plata, es su anzuelo. El país asiático ya nos efectuó un salvataje con un swap de 18 mil millones de dólares, de los que no devolvimos un solo yuan. Anualmente nos compra 1.000 millones de dólares de soja al año, y 1.500 millones de carne. Financia el 80% de una central nuclear argentina e invirtió 4.700 millones en el proyecto hidroeléctrico de la Patagonia. A su vez, China tiene una estación espacial de las que hay sólo dos fuera de su país, una está en Argentina. El contrato dice que los chinos la manejan el 90% del tiempo y que Argentina sólo puede ingresar con aviso previo. El acuerdo dura hasta 2067, es decir 42 años más. ” Toda la ayuda norteamericana puede no alcanzar. Javier Milei necesita otras fichas para jugar en los dos años que le quedan, como un acuerdo político que le confiera sustentabilidad a su gobierno.” Brasil recibió en la última década inversiones chinas por 100.000 millones de dólares, los más importantes puertos peruanos son manejados por China, las empresas de ese país explotan el litio chileno, Ecuador les dio una isla para instalar antenas. Otro dato importante es que nuestro país tiene una de las mayores reservas mundiales del petróleo del siglo XXI, el litio, esencial para autos eléctricos y para la tecnología en general. China maneja el 80% del procesamiento del litio. Trump miró el mapa de Latinoamérica y dijo: China no más, y encontró en Javier Milei el socio perfecto para sus emprendimientos geopolíticos y en la Argentina el campo propicio para obrar como salvador. Un swap de veinte mil millones de dólares, más otro préstamo privado de una cantidad similar a través de un pool de bancos, entre ellos el poderoso JPMorgan, con la recompra de bonos de la deuda argentina, más una compra de carne argentina, son los flotadores que Trump le tira a la Argentina de Milei para que no se hunda. Para justificarse internamente y hacer frente a las críticas recibidas en su propio país, el presidente norteamericano no hesitó en colocarnos en la categoría de la Biafra de fines de los sesenta, con la terrible hambruna que sufrió. Dijo, muy suelto de cuerpo: “Argentina no tiene dinero, no tiene nada…se están muriendo, ¿está claro?, se están muriendo”. Con poco orgullo nacional y nada de vergüenza ante la categoría de “muertos de hambre” en que nos colocó Trump, el presidente Milei y sus funcionarios hicieron “mutis por el foro” ante el mundo. Y así quedó en todos los titulares. A decir verdad, en este momento somos una pieza bastante importante, en el ajedrez mundial por el dominio geopolítico entre las potencias hegemónicas: Estados Unidos y China. “Negociar con los Estados Unidos sin echar a China. Una política exterior inteligente debe observar los intereses propios.” Obviamente, nuestro comportamiento oficial y la política exterior deberían seguir los lineamientos que nos favorezcan económicamente y a su vez que no nos coloquen como un carro llevado a los barquinazos por cualquier aventura geopolítica de una nación externa. La inteligencia de nuestra Cancillería para el manejo de nuestras relaciones exteriores nunca fue nuestro fuerte, salvo honrosas excepciones. O nos tiramos para un lado, como el populismo kirchnerista, o para el otro, como el libertarismo. De la telaraña que China sabe tejer con la paciencia de la araña, podríamos pasar a la ruidosa intervención norteamericana, que no sólo pone plata sino impone condiciones políticas y las hace conocer a todo el mundo. Por ello, no es extraño que Wall Street haya puesto un pie en nuestro país y que seamos sede de un encuentro del círculo rojo financiero norteamericano, que llegaron en aviones privados y se mueven, como en las series, en gigantes y lustrosas camionetas negras. No es para menos, dentro de ellos se trasladan personalidades políticas y empresariales que integran el staff del JPMorgan, que oficiará como banco instrumentador del aporte privado al gobierno mileísta, tales como Jamie Dimon, Tony Blair y Condoleezza Rice. También integra la comitiva Amin Nasser, máximo ejecutivo de Saudi Aramco, una de las petroleras más grandes del mundo, que según se comenta, tienen interés en Vaca Muerta. Aun cuando nuestro país sea un lugar difícil para la inversión privada, debemos saber manejar el interés geopolítico de las potencias, en nuestro beneficio. Obviamente, sin vender el alma al diablo.
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