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» Diario Cordoba
Fecha: 26/10/2025 18:02
Jugó el Barça al ritmo cachazudo de Lamine Yamal y el Real Madrid no tuvo piedad. El diez azulgrana, minimizado por la pubalgia y más cerca en el Bernabéu del purgatorio que del cielo, fue la metáfora del equipo azulgrana en su caída. El grupo de Flick ha dejado el punk por la canción melódica. Y no hay nada más peligroso que la música de ascensor frente a un Real Madrid al que, con Mbappé desatado, le bastaron un puñado de bastonazos para derrumbarle. Ni siquiera tuvo que penar Xabi Alonso las rabietas de Vinicius, indignado con su sustitución y protagonista en el feo incidente del crepúsculo. "Joderme la vida es lo más divertido", cantan los Carolina Durante y uno no puede más que pensar en lo que nos cuesta entender a Lamine. En el Bernabéu, ni pudo correr en los contragolpes ni encontró la manera de superar a Carreras. Minimizado por su dolor en el pubis y durante muchos tramos completamente quieto, habrá ahora quien la tome con él. Porque, ya se sabe, para los vigilantes de balcón y visillo, todo está mal. Juega a fútbol a deshoras con los coleguitas, tiene charlas de pitorreo con 'youtubers' que elevamos a cuestiones de Estado, tira penaltis vestido como si fuera un 'gangsta', y se va de vacaciones con una estrella mundial también en lo suyo, Nicki Nicole, pese a que le duele el cuerpo, que no el alma. Sí. Todo está mal con él porque no reparamos en que el fútbol de este tiempo se rige por unos códigos que nada tienen que ver con el encierro y la discreción espiritual, sino con la exposición multidisciplinar y repleta de impactos. Aunque el fútbol es también un deporte de equipo. Y no tenía demasiado donde elegir el sancionado Hansi Flick, con esas siete bajas que, en definitiva, le ayudaban a no exprimirse la cabeza. El técnico alemán, que dejó en manos de su ayudante Marcus Sorg la dirección, no guardó nada para las urgencias. Alineó a los presuntos mejores. Y fue a tumba abierta con tres delanteros y Fermín, que vendría a ser un cuarto atacante. Así que Ferran Torres, recuperado a contracorriente de su lesión –fue al trantrán–, ejerció de nueve para que Rashford, desesperante, se fuera a la izquierda; y Koundé, con pocos entrenamientos esta semana, tomó la orilla derecha para que Vinicius la tomara con él. En el centro de la zaga, mientras, se estabilizó la pareja Cubarsí-Eric. Son dos futbolistas excelentes que, sin embargo, sufren a campo abierto cuando el grupo no lleva a cabo una presión coordinada. Algo que no está llevando a cabo este Barça. Mbappé se lo pasó en grande colándose a su espalda. Otro síntoma de que la dirección deportiva de Deco debería buscar remedio de una vez a la ausencia de Iñigo Martínez, cuyo liderazgo a la hora de tirar la línea no ha sido capaz de tomarlo nadie. La incidencia de Bellingham A Xabi Alonso no le hizo falta experimentar demasiado. Obsesionado por las secuelas que durante su etapa como soldado blanco de Mourinho le dejó el 'guardiolismo', supo meter mano donde debía. Camavinga le ayudaría a que el control de Pedri y De Jong en la sala de máquinas fuera del todo estéril. Y ante la tentación de alinear a un tercer delantero, entendió que, con un excelente y aplicado Bellingham asomando entre líneas y desde la derecha, tendría suficiente para lanzar a Vinicius y, especialmente, a un Mbappé que se quitó la espina del 0-4 del curso pasado. El primer acto del Barça ya fue un tormento. Atrapó el Madrid dos goles (Mbappé, tras una gran maniobra de Bellingham indetectable para Cubarsí; y el mismo internacional inglés, que marcó bajo palos como si estuviera mirando palomas sentado en un parque, con De Jong como espectador). Y tuvo que ver Flick cómo Szczesny, sublime, sacaba cuatro remates –en el segundo acto añadiría el penalti que paró a Mbappé tras mano de Eric–, y cómo Iglesias Villanueva, desde el VAR, ayudaba a corregir los errores del árbitro principal, Soto Grado. En el mismo amanecer, el colegiado se corrigió con un penalti a favor del Real Madrid en que, en realidad, había sido Vinicius quien había dado una patada a Lamine. Y un rato después, la tecnología del fuera de juego semiautomático fue la que detectó que Mbappé, antes de un tremendo martillazo a gol, tenía un taco en fuera de juego después de que Güler le quitara el balón a Fermín. Nada funcionó en el bando azulgrana, que aun así pudo tomar un momentáneo empate gracias a los dos futbolistas que mejor en forma están de la plantilla: Pedri, que le arrebató una pelota frente al área a Güler, y Fermín, que batió a Courtois tras aprovechar a bocajarro un centro de Rashford. Pero el Barça no pudo ir a más porque, sin recambios de postín ni cambio de ritmo posible, al Madrid le bastaría con mantener el orden. Araujo se puso de delantero centro. Pedri acabó expulsado porque le obligaron a hacer lo que no sabe. Y Lamine siguió caminando. Estirando. Levantando los brazos. Retando a Courtois a verse en otro lugar. Y recordando, porque él lleva el barrio dentro, que la vida no siempre es divertida.
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