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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 26/10/2025 16:38
En el norte argentino, investigadores del INTA impulsan un manejo que integra genética, ambiente y sanidad para reducir pérdidas y mejorar la productividad ganadera En las zonas tropicales y subtropicales del país, donde el calor y la humedad son constantes, hay un enemigo casi invisible que limita la producción ganadera: la garrapata bovina. Este pequeño parásito puede afectar la salud de los animales, disminuir su peso y hasta devaluar el cuero, generando pérdidas económicas considerables. “Es una de las principales restricciones a la productividad en las regiones cálidas del mundo”, explicó Victoria Rossner, investigadora del INTA Colonia Benítez (Chaco), quien trabaja desde hace años en la búsqueda de soluciones sostenibles para el control de esta parasitosis. Esta propuesta, conocida como control integrado, busca reducir la dependencia exclusiva de los tratamientos químicos y evitar que la garrapata desarrolle resistencia. (Revista Chacra) Tres frentes para un mismo objetivo El enfoque que impulsa el INTA no se apoya en un solo método, sino en una combinación equilibrada de estrategias que involucran el manejo sanitario, ambiental y genético. Esta propuesta, conocida como control integrado, busca reducir la dependencia exclusiva de los tratamientos químicos y evitar que la garrapata desarrolle resistencia. Los ensayos realizados por el equipo chaqueño mostraron resultados concretos: los animales jóvenes que recibieron este manejo lograron ganar entre 18 y 42 kilos adicionales por año. Esa diferencia, que parece pequeña, representa un salto importante para la rentabilidad de los establecimientos del norte. “Aplicar más de una técnica a la vez, y que al menos una no sea química, es lo que marca la diferencia”, destacó Rossner. La receta del control integrado El método combina tres herramientas principales. La primera es el uso estratégico de acaricidas, aplicados solo en momentos clave del ciclo del parásito. La segunda consiste en rotar y descansar los potreros, una práctica que corta el ciclo de las larvas en el ambiente. Y la tercera apuesta por incorporar biotipos bovinos naturalmente resistentes, capaces de limitar las infestaciones sin necesidad de tantos tratamientos. “El control estratégico forma parte de un programa de mediano y largo plazo”, explicó Rossner. “Se apunta a concentrar pocos tratamientos en épocas específicas, como al salir del invierno, para lograr un efecto duradero”. Cuando el clima también juega su papel El comportamiento de la garrapata está estrechamente ligado al clima. Cambios leves de temperatura o humedad pueden alterar el desarrollo del parásito y la aparición de otras enfermedades transmitidas por vectores. “La mínima variación del clima puede modificar la distribución e incidencia de numerosas patologías, en su mayoría infecciosas”, advirtió Rossner. Además, los cambios en el uso del suelo y las condiciones del ambiente contribuyen a crear escenarios más propicios para su expansión, lo que vuelve indispensable un enfoque integral. Profesionales, la clave del éxito El INTA insiste en que el manejo integrado requiere asesoramiento técnico y seguimiento profesional. “Los productores deben actualizarse y consultar a veterinarios con el conocimiento tecnológico para guiarlos en el manejo integrado”, recomendó la investigadora. Con esta mirada, el organismo busca que la ganadería del norte gane competitividad sin descuidar la sanidad animal ni el equilibrio ambiental. Fuente: Inta
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