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  • Rafaela, de la isla que nunca fue a la ciudad que soñamos tener

    » Rafaela Noticias

    Fecha: 24/10/2025 16:15

    Rafaela, de la isla que nunca fue a la ciudad que soñamos tener El ilustre Mario Vecchioli pintó, en la canción que identifica a Rafaela, que en el principio de la historia hubo "pioneros que echaron la estrofa para el alba de un nuevo cantar" en este lugar del Oeste santafesino donde sólo había "pampa salvaje con anhelo de paz y de hogar". Transcurrieron 144 años desde entonces y Rafaela no dejó de crecer. El poeta escribió que "el augurio corrió por los aires/y la tierra y el hombre y su afán/ se lanzaron sin más al fuuro/en el nombre del hijo y del pan". Maravillosa síntesis de las fuerzas combinadas que se sumaron en la construcción colectiva de este lugar que se convirtió en el núcleo vigoroso de un modelo que hizo de la producción y el trabajo el cimiento en el que se afirmó el progreso de una comunidad. Camino al presente Difícilmente los pioneros hayan soñado con tanto crecimiento. El horizonte de aquellos inmigrantes que venían huyendo de las privaciones y alentados por la esperanza de una tierra que advinaban fructífera no daba para ilusionarse más que con crear una familia que tuviera el sustento diario garantizado y expectativas ciertas de lograr fortuna. "Hacer la América", era el sueño. Rafaela creció. Fue colonia, pueblo, ciudad y modelo de desarrollo. A la bendición de la tierra fértil hubo que dotarla de esfuerzo humano. Personas de carne y hueso que no sólo le dieron prosperidad a sus familias, sino que dedicaron tiempo y desvelos a crear empresas, imaginar emprendimientos, fundar instituciones y liderar procesos de transformación que -a lo largo de las décadas- permitieron a Rafaela proyectarse como un faro de desarrollo local y erigirse en un modelo a imitar. Fue allá por los años '70 del siglo pasado que comenzó a crearse el mito de "Rafaela isla". Sería tarea de un historiador analizar cuáles fueron los factores que confluyeron hacia ese concepto, lleno de buenas intenciones, pero exagerado y erróneo. Quizás tuvo que ver esa gesta deportiva que fueron las 500 Millas Argentinas, coronadas en 1971 con las 300 Indy. ¿Cómo era que los legendarios autos de Indianápolis venían a correr a una pista enclavada en el medio del campo, como se preguntaban los siempre despectivos periodistas porteños? Quizás había otros signos que la diferenciaban del resto de sus iguales. Rafaela fue la primera ciudad del interior del país que tuvo Discado Directo Internacional y no fue porque a doña Rosa le resultara más fácil hacer una llamada internacional por teléfono: fue porque en la ciudad había un importante grupo de industrias que incursionaban en el comercio exterior cuando Internet era un secreto de altos mandos de las potencias militares del mundo y las comunicaciones por celular no aparecían ni en los delirios de las mentes más afiebradas. Sí, había problemas. Siempre los hubo. Pero existía una determinación de enfrentarlos a partir de los valores construidos en la herencia común de los pioneros y con la fuerza de las nuevas generaciones. Fue prolífica la década del '70: se creó la UTN Rafaela; se planificó y comenzó a construir el acueducto Esperanza-Rafaela; se creó la Cámara de Comercio Exterior; se modernizó el sistema eléctrico. Nada fue casualidad. Detrás de todo hubo gestión, existieron liderazgos. Si en la Navidad de 1932, a poco más de diez horas de los brindis de Nochebuena, hubo gente que se reunió para fundar el Centro Comercial e Industrial de Rafaela y la Región, fue porque hubo personalidades que, 24 horas, 7 días de la semana, 365 días del año, pensaban en la ciudad y su proyección. En todas las épocas se encontrarán esos liderazgos sobresalientes: la lista de hombres y mujeres que brillaron en ese aspecto es interminable y sería injusto recordar sólo algunos. Lo que nos falta En este viernes Rafaela cumple 144 años. El domingo se elegirán representantes de Santa Fe al Congreso de la Nación. No hay rafaelinos en puestos expectables en ninguna de las tres agrupaciones políticas con posibilidades concretas de consagrar a los futuros diputados electos. Si se repasa el organigrama del gobierno provincial, no se encontrarán rafaelinos ni en las primeras ni en las segundas líneas de los principales Ministerios y Secretarías de Estado. En las instituciones representantivas de los sectores productivos hay crisis de participación y también de liderazgos. La voz del empresariado rafaelino perdió fuerza y protagonismo en los lugares donde se toman decisiones. Pareciera que la importancia de los intereses sectoriales y particulares obstaculiza la llegada a los objetivos colectivos. Construir consensos resulta difícil y cada día son menos los que parecen preocupados por la mirada larga que necesita la ciudad para el futuro. Existe una realidad social preocupante, que se observa en las calles de Rafaela. Se traduce en la inseguridad ciudadana, pero peor aún en la naturalidad con que nos vamos acostumbrando a bajar escalones en la insensibilidad ante el abandono y la miseria. La desconfianza nos hizo duros con los débiles y nos debilitó ante los fuertes. Vemos hombres y mujeres jóvenes en la calle quebrados -literamente quebrados- por la droga y no parecemos capaces de advertir la dimensión del drama que esto significa. Rafaela nunca fue una isla, ni siquiera en sus épocas doradas. Pero hoy, a seis años de cumplir su 150º aniversario, pide a gritos liderazgos de grandeza. Referentes que piensen en la educación, porque corremos serios riesgos de quedarnos no solamente sin ingenieros y sin médicos, también sin maestros y sin educadores. Hombres de carne y hueso que planiquen el futuro no solamente pensando en metros cuadrados de hormigón elaborado, sin en un modelo de ciudad que contemple la movilidad social ascendente y que se plante, todas las veces que resulte necesario, ante los vendedores de ilusiones que prometen espejitos de colores. "Que jamás, que jamás se detenga/tu latido armonioso y cordial/y la sombra viril de lostus gringos/ te acompañe en tu ruta triunfal". El sueño del poeta es también el sueño de los rafaelinos que miran con esperanza el futuro, nostálgicos de tiempos mejores pero también seguros de que seremos capaces de encontrar las reservas sociales y humanas que permitan enfrentar los desafíos del presente con la misma fortaleza que identificó a la Rafaela eterna que nos cobija. ¡FELIZ DÍA, CIUDAD!

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