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  • "Casi todas las familias españolas han crecido sobre un manto de silencio o mentiras"

    » Diario Cordoba

    Fecha: 24/10/2025 10:57

    -Este viernes, presenta en la Feria del Libro de Córdoba su novela Está lloviendo y te quiero, una obra con la que marca cierta distancia con el trío de Carmen Mola. ¿Después de escribir a seis manos, le ha resultado muy trabajoso volver a escribir solo con dos? -No, para nada, me ha resultado muy estimulante, me apetecía recuperar la normalidad del escritor, que es enfrentarse solo a los mil problemas que te genera la construcción de una novela. A mí me gusta no tener que pactar con nadie, eso ha sido bastante liberador. Esa sensación de ser el rey soberano, el que lo decide todo, pues es muy embriagadora. He echado de menos también a mis compañeros porque me gusta mucho escribir con ellos, pero darme este gustazo ha estado muy bien. -¿Tardó mucho en escribirla? No sé si se escribe más rápido solo o en compañía. -Un año. Se tarda más o menos lo mismo aunque esta novela ha supuesto más trabajo porque requiere de investigación, es una novela histórica a fin de cuentas y he tenido que leer muchos libros. Me he acordado un poco de Macondo al retratar el pueblo de mi padre, Lasarte, porque me parece que tiene algo de territorio mágico -En la novela, narra la historia de una familia durante un siglo, como García Márquez en 'Cien años de Soledad'. ¿Estuvo presente de algún modo esa novela cuando la escribía? -En el recuerdo siempre está, porque cuando piensas en una saga familiar, es inevitable que no te vengan a la memoria los Buendía. Me he acordado un poco de Macondo al retratar el pueblo de mi padre, Lasarte, porque me parece que tiene algo de territorio mágico. Es un pueblito que en 1916 era una aldea de cuatro casas diseminadas por el valle y que de pronto se convierte en lugar de encuentro de la realeza, de la aristocracia y de los millonarios del momento, al construirse un hipódromo que recae allí porque por culpa de la Primera Guerra Mundial los hipódromos de Francia e Inglaterra estaban parados. Por eso, tiene algo mágico, surrealista, debido a esa increíble transformación que sufre ese lugar que había sido un pueblo con cuatro aldeanos. De golpe y porrazo, la opulencia llega a ese valle de Loria y a esa aldea, lo cambia todo y ya no hay vuelta atrás, haciendo que una pequeña localidad evolucione hasta un tiempo más industrial y moderno. Me parece que ese proceso tiene algo mágico, así que sí que se ha colado un poco Macondo en algunos momentos. -El verso que da título a la novela es el título de un guion inédito de su padre. ¿Es lo único que utilizó del guion? -El título y el pequeño poemita que un niño le da a una niña. El título es un verso y un poema completo. Por lo demás, no se parece en nada. Utilizar ese título me pareció que era un homenaje bonito porque es un guion que él nunca pudo sacar adelante. -¿Una frase y un reloj son elementos suficientes para empezar a escribir una novela? -Para empezar, sí. Para la chispa creativa que necesita el escritor es suficiente. Luego hay que armar una novela extensa con cuatro generaciones que recorren el siglo XX español, o sea que tiene su trabajo, por supuesto, pero lo que necesita un escritor es el primer chispazo, la primera chispa creativa y eso me lo dio el reloj de pared que encontré en Wallapop. -Cuénteme la historia del reloj. -Es un reloj de pared que encontré en Wallapop, que lo fabricó mi tatarabuelo, que era el relojero de Lasarte a finales del siglo XIX. Me dejó muy sorprendido que un reloj de Ramón Mercero se vendiera en Wallapop. No le di más importancia, pero la historia se me quedó en la cabeza y de pronto comprendí que tenía que escribir sobre este relojero de Lasarte, sobre este antepasado, que este reloj iba a llegar al tiempo actual del mismo modo en que me lo había encontrado yo. Y que el personaje protagonista, que es Paula Yarza, se lo iba a comprar e iba a encontrar dentro del reloj un mensaje que decía que está lloviendo y te quiero. Eso me parecía que era un arranque muy bonito, que intrigaba, que era misterioso y que tenía también un halo poético interesante. El reloj de pared que va pasando de generación en generación es una metáfora del paso del tiempo [..] Me parece que la reflexión sobre el tiempo da un calado especial a la novela -¿El tiempo es un personaje más de su historia? -Bueno, sí lo es, porque el reloj de pared que va pasando de generación en generación es una metáfora del paso del tiempo. Yo me he dado permiso para reflexionar sobre el tiempo, creo que no es lo mismo el concepto del tiempo en 1916 en una aldea de Guipúzcoa que en 2025 en Madrid o que en 1940 en plena Posguerra cuando la sensación de futuro que tenía una familia era ver si te iba a llegar un plato de comida o un poco de pan para ese día, si habría algo en la mesa. Ese es el futuro, ese es el concepto de futuro en 1940. Obviamente, no es lo mismo que hoy día ni lo mismo que en 1916. Me parece que la reflexión sobre el tiempo da un calado especial a la novela. Me daba un poquito de pudor y de vértigo al entrarme en la historia de mi familia y gracias al abrigo de la ficción he podido avanzar -¿Qué hay de real en la novela y dónde tuvo que tirar de ficción porque la realidad se quedaba corta? -He tirado de la ficción constantemente. A mí me daba un poquito de pudor y de vértigo al entrarme en la historia de mi familia y gracias al abrigo de la ficción he podido avanzar. Comprendí que todo lo que le pasa a los personajes tenía que ser inventado, ficción. Eso me ha permitido adentrarme con ligereza y valentía, porque realmente los personajes que van pululando por la historia son reales, han existido o han podido existir. También son reales los lugares y los momentos y es muy real y muy negro el contexto histórico. Hay una mezcla en la que ya me he sentido cómodo. -¿Qué ha descubierto de usted escribiendo de su familia? -He descubierto que es muy emocionante el viaje de tratar de imaginar cómo vivieron nuestros antepasados, que exige un esfuerzo de imaginación y de sensibilidad porque realmente no lo podemos saber. Eran otros códigos, era otra mentalidad y es muy, muy difícil trasladarse a eso. Luego está el asunto de los secretos de familia, porque esta novela va de la revelación de un secreto muy importante que cambia todo el concepto de la protagonista sobre quién es ella y quién es su familia. Al investigar para esta novela he descubierto también que casi todas las familias españolas han crecido sobre un manto de silencio o sobre mentiras y deformaciones, porque la Guerra Civil y la Posguerra obligó a muchas familias a la mentira o al silencio por cuestiones de supervivencia o de culpa y de vergüenza, de por todo lo que sucedió en un conflicto tan bestia como la Guerra Civil. Creo que hay un montón de familias españolas que se pueden reconocer en la mía, porque todas han crecido sobre ese manto de silencio o sobre alguna mentira obligada por las circunstancias. Por eso, mi búsqueda de la memoria de mi familia se convierte en memoria colectiva. "Dada la incapacidad de los españoles para ofrecer a las generaciones actuales un relato de los hechos consensuado, es esencial que los escritores ofrezcan su aportación sobre lo que sucedió" -En España, hemos pasado de no hablar de la Guerra Civil al aluvión de novelas que se desarrollan en este contexto histórico. ¿Le parece una buena vía de construir un relato de lo ocurrido, a falta de un relato histórico consensuado? -Sí, estoy contigo. Me parece que dada la incapacidad de los españoles para ofrecer a las generaciones actuales un relato de los hechos, de ponernos de acuerdo sobre cuáles fueron los hechos, no hablo de interpretaciones históricas, sino de los hechos, es esencial que los escritores ofrezcan su aportación sobre lo que sucedió. La ficción da para mucho, para ofrecer un montón de puntos de vista y de propuestas diferentes aunque creo que todas son muy necesarias. Es muy importante que la gente sepa de dónde venimos, de un pasado muy reciente que obviamente condiciona la convivencia de España. -Carmen Mola sigue activo. Creo que el año que viene habrá nueva novela. ¿Los equipos literarios son como los grupos de rock, cuyos integrantes de vez en cuando sienten que tienen que trabajar en solitario? ¿Es una cuestión de guerra de egos? -No, no hay guerra de egos, nos respetamos mucho. Es verdad que hacemos la broma de que somos como las bandas de rock que sacan un disco en solitario y como siempre fracasa, tienen que volver a unirse. Carmen Mola está activo y ya estamos trabajando en la siguiente novela. No tenemos fecha marcada, pero en 2026 saldrá lo próximo seguro. -¿El premio Planeta le cambió la vida para bien o para mal? -Todo tiene su reverso tenebroso, pero en principio, diría que para bien porque lanzó mi carrera literaria por medio de Carmen Mola y de una forma muy bonita, con mucho éxito, con mucho cariño de los lectores. Nos ha permitido disfrutar de algo que no suele disfrutar un escritor, que es de la visibilidad y el éxito. Esto es para bien. ¿Cuál es el reverso tenebroso? Que tienes menos tiempo para ti, para tus seres queridos, porque la vida se convierte en una vorágine de viajes de promoción, de escritura, de calendarios de entrega bastante exigentes. Criticar al ganador del premio Planeta parece un pasatiempo nacional -El tiempo del que hablaba antes. -Estas son las cosas de las que se ocupa Paula Yarza, mi alter ego en la novela, del estrés, de la angustia, del lado adicional trabajo, de la productividad constante. -¿Le han sorprendido las críticas al ganador del Planeta de este año? -No, cada año hay críticas al ganador, parece que es un pasatiempo nacional.

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